LA NACION

No poder ganar como visitante, una estadístic­a conocida

La última vez que Boca triunfó en esa condición fue en febrero, ante Banfield, con gol de Tevez

- Franco Tossi

Así como Boca empieza a sentir de nuevo la sensación de no ser más el puntero del fútbol argentino desde hace una semana, cuando perdió con Estudiante­s, ahora también comienza a sufrir una vieja costumbre que en su momento significó un importante dolor de cabeza: en un segundo episodio del ciclo de Guillermo Barros Schelotto, su equipo está inmerso otra vez en la complejida­d de obtener una victoria como visitante. Esta vez no pudo imponerse –y recuperars­e– e igualó con Huracán sin goles.

Una de las situacione­s protagonis­tas vinculadas con el encuentro de anoche en Parque de los Patricios era la polémica decisión del Mellizo de ni siquiera concentrar a Carlos Tevez, el ídolo que parece estar haciendo una pulseada con su técnico. Y más allá de este posible conflicto, él fue el hombre que le dio al conjunto de la Ribera el último triunfo fuera de casa: fue ante Banfield, el 18 de febrero de este año. Son ya seis meses y ocho días.

Desde aquella noche en el Sur pasaron 10 encuentros con un saldo de tres caídas y siete paridades. Atlético Tucumán (1-1), Gimnasia (2-2) y Huracán, en dos ocasiones, (3-3 y el 0-0 de anoche) solo pudieron arrebatarl­e un punto, mientras que Argentinos (2-0), independie­nte (1-0) y Estudiante­s (2-0) lo vencieron. Aquellos números incluyen su participac­ión en la Copa libertador­es: consiguió empates las tres veces que viajó al exterior en la etapa de grupos: 0-0 ante Alianza lima (en Parú) y 1-1 frente a Palmeiras (en Brasil) y Junior de Barranquil­la (en Colombia). Y dentro de tres días jugará la vuelta de los octavos de final con libertad, en Paraguay, tras el 2-0 de la ida conseguido en la Bombonera.

En consecuenc­ia, y más allá de que jugó con un fresco recambio que tampoco pudo terminar con esa racha adversa, la imagen de ayer de Boca otra vez fue poco satisfacto­ria pensando en su excursión a Asunción, en el que debe cuidar el buen 2-0 de la ida si no quiere sufrir más de la cuenta. Porque es evidente que los partidos de visitante le empiezan a generar dolores de cabeza, entre un equipo tímido y las ganas de los rivales de llevárselo por delante. las presiones son otras.

Guillermo y sus hombres ya habían experiment­ado lo mismo cuando el ciclo del entrenador estaba recién arrancando. Boca estuvo ocho meses y medio, 263 días y nueve partidos sin poder ganar en otro estadio que no fuese la Bombonera. Dos años después, ese karma se hizo más grande y los Barros Schelotto lo vuelven a padecer.

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