Tommy. Psicodelia y rock and roll en el musical de culto creado por The Who
Diego Ramos dirige esta historia, basada en el disco y la película, con un joven experto en pinball que sufre un hecho traumático
En febrero de 1969, un par de meses antes del lanzamiento oficial de Tommy, Pete Townshend invitó a Nick Cohn, un joven crítico del diario inglés The Guardian que, un año más tarde, editaría Awopbopaloobop Alopbamboom –libro que le proporcionaría una merecida fama internacional–, para que escuchara las canciones del disco y le diera una opinión. Cohn le dijo que la historia que se contaba en ese álbum, concebido originalmente como una ópera rock, le resultaba demasiado solemne, carente de humor. Rápido de reflejos, Townshend reaccionó con una estrategia inteligente: enterado de que Cohn era fanático de los pinballs (flippers), escribió muy rápido “Pinball Wizard”, que un mes más tarde se transformaría en el primer corte del disco y, con el paso del tiempo, en uno de los mayores hits del grupo. Cohn, que por entonces ya era un personaje influyente, celebró la idea y terminó elogiando esa obra ambiciosa que, unos cuantos años más tarde, en 1993, cuando ya era un clásico indiscutido de la música popular, llegó a Broadway convertida en un portentoso musical producido por George Martin, el famoso socio artístico de los Beatles.
Pasó un buen tiempo –veinticinco años, más precisamente– para que alguien en la Argentina decidiera montar una versión de ese espectáculo en el que “Pinball Wizard” tiene un rol muy destacado.
Es uno de los tramos más vitales de una historia lúgubre y de tintes psicodélicos que cuenta la historia de un chico que vive un potente trauma infantil luego de un trágico incidente entre su padre –quien regresa inesperadamente a Inglaterra luego de ser reclutado para participar en la Primera Guerra Mundial– y la nueva pareja de su madre, convencida de que su ex había muerto en combate.
La idea fue de Estanislao Otero Valdez y Tamara Bur, productores del espectáculo, que dirige Diego Ramos y protagoniza Ezequiel Rojo. La traducción y la adaptación son de Marcelo Kotliar. Y el estreno será mañana en el Maipo. “Después de debutar en la dirección con Falsettos, los productores me propusieron esta idea para aprovechar la buena respuesta que viene teniendo el Maipo con el perfil rockero de musicales como The Rocky Horror Show y Rock of Ages –cuenta Ramos–. Y me gustó. Yo conocí el musical antes que el disco y la película de los Who. La idea es ser lo más fieles posible a la historia original –al menos, la que cuenta el musical, que no es exactamente la misma de la película–, porque es muy conocida. Y para eso es importante tener a alguien como Marcelo Kotliar, que es un especialista”.
Para Kotliar, Tommy es una obra que dejó una marca generacional. En ese sentido, opina, conviene no sacar demasiado los pies del plato: “Desde la época en la que nació –los años en los que aparecían otras obras conceptuales, como Sgt. Pepper, de los Beatles– hasta hoy, Tommy se fue transformando en un mito. Es un musical muy popular. Tenés que respetar eso, aun cuando trabajes en una adaptación que se ajuste a un modelo de producción un poco más modesto que el de Broadway. Como muchos productos de los años 60, la obra original es muy volada. Si ves la película, te das cuenta de eso. Mi trabajo fue clarificar más el lenguaje de la historia sin traicionar su espíritu”.
En notoria sintonía con esa idea, Ramos asegura: “No se necesita tanta parafernalia como la de Broadway para que se entienda bien la historia, que es un objetivo primordial, en mi opinión. Creo que por más que tengas veinte bestias bailando y cantando y miles de proyecciones en escena, si los actores no pueden contar bien la historia, es lo mismo que nada. Son veinte salames haciendo demostraciones de destreza. Contar una historia con claridad es respetar al espectador. Hay muchas diferencias, estéticas y de contenido, entre la película y el musical. Nosotros nos estamos parando en un lugar intermedio, buscando un lenguaje propio. Quiero que sea una obra con ribetes de evento rockero. Una mezcla medio rara, quizá, pero estoy muy seguro de que la obra tiene que buscar un lenguaje singular”.
Tommy será interpretado por el cordobés Ezequiel Rojo, quien ya se lució hace dos años con su papel en BARE: una ópera pop y antes había formado parte del elenco de Drácula, donde tuvo la oportunidad de trabajar con un experto en el género, como Pepe Cibrián: “Pepe me enseñó la disciplina y el amor por el género –señala–. Esta chance de hacer Tommy suma mucho, porque sé que se trata de una obra revolucionaria. Yo, de hecho, conocía algunas canciones de The Who sin saber que eran parte de Tommy. Es un personaje con el que te identificás enseguida, porque de alguna manera todos tenemos algo de él: sobre todo, ese niño indefenso que encapsulamos por miedo, para protegerlo de los golpes del mundo”.
Amantes confesos del género, los tres tienen sus preferencias, naturalmente. Ramos elige Fun Home, de Lisa Kron y Jeanine Tesori, adaptación del cómic publicado en 2006 por la norteamericana Alison Bechdel, como “un gran ejemplo de un musical que también es una buena obra de teatro, que cuenta una historia que te atrapa de movida”. Kotliar viaja unos cuantos años más atrás, hasta el clásico A Chorus Line, de Kirkwood, Dante y Hamlisch, estrenado en Broadway a mediados de los 70: “Primero la vi en cine y me entusiasmé mucho, pero cuando vi el musical me di cuenta de que la película no era tan buena. Es una obra que me impactó, que cambió completamente mi percepción del género”. Y Rojo elige Rent, el musical de Jonathan Larson basado en la ópera La bohème de Giacomo Puccini que se estrenó en Broadway en 1996: “Había visto en YouTube versiones de El fantasma de la ópera y Drácula, pero cuando vi la película (se refiere al film dirigido por Chris Columbus estrenado en 2005) me partió la cabeza. Rent fue para mí un antes y un después. Cambió la idea que yo tenía de lo que podía ser un musical”, confiesa el actor, que está acompañado en escena por un elenco que integran Mariano Zito, Micaela Racana, Francisco Eizaguirre, Walter Canella, Patrissia Lorca, Clara Lanzani, Arturo Sporleder, Nicolás Souza y Martina Iglesias.