LA NACION

Santiago Doria se lució en Madrid con su versión de La discreta enamorada

El realizador, que el año pasado ganó el premio ACE de Oro 2017, llevó su puesta de la obra de Lope de Vega al emblemátic­o Festival de Teatro Clásico de Almagro

- Laura Ventura

“Me llama siempre la atención la visión de Lope de la mujer: es inteligent­e como ninguna

MADRID.– En pleno “destape”, poco después de la muerte de Francisco Franco, una compañía argentina viajó a España para presentar Orquesta de señoritas, de Jean Anouilh. La crítica se enamoró de este elenco, al que apodó “los siete magníficos”. Uno de aquellos intérprete­s era Santiago Doria (Premio ACE de Oro 2017), quien acaba de regresar con otro septeto elogioso. Su versión de La discreta enamorada, de Lope de Vega, se presentó en el Festival Internacio­nal de Teatro Clásico de Almagro, en el emblemátic­o Corral de Comedias de esta ciudad de Castilla-La Mancha, donde el mismísimo “Fénix de los ingenios” estrenó esta pieza, en 1606. El realizador, además, obtuvo la Berenjena de Plata, la máxima distinción que este evento entrega a sus artistas destacados.

“Lope, ¿podemos entrar en su casa? ¿Le parece bien, Lope?”, cuenta Doria que bromeaba con Mariano Mazzei, uno de los actores de La discreta enamorada, quien, además, había protagoniz­ado la maravillos­a Quien lo probó lo sabe, de Mariano Moro, donde componía al prolífico autor del Siglo de Oro español. Además de Mazzei, Ana Yovino (ganadora del ACE por esta labor), Irene Almus, Mónica D’Agostino, Pablo Di Felice, Francisco Pesqueira y Gabriel Virtuoso le dieron vida a esta adaptación que se estrenó el año pasado en plena avenida Corrientes (Centro Cultural de la Cooperació­n), “un acto temerario”, bromea Doria sobre esta apuesta que le mereció el ACE de Oro. El espectácul­o regresará para despedirse con algunas funciones más a los escenarios porteños y tiene aún una larga vida por delante. Además de poder disfrutars­e en Teatrix, regresará en el verano de 2019 a España, y a esta producción se sumará otra adaptación de Doria: El lindo don Diego, de Agustín Moreto.

“Que te salgan bien las lentejas en el país de las lentejas es genial”, festeja el director. Entre 1977 y 1978, además de recorrer España con la obra de Jean Anouilh ( junto con Hugo Caprera, Alberto Busaid, Esteban Peláez, Alberto Fernández de Rosa, Carlos Marchi y Zelmar Gueñol, dirigidos por Jorge Petraglia), Doria dirigió dos espectácul­os, uno de ellos, en el Reina Victoria, con la mítica Florinda Chico y con una joven actriz que debutaba sobre las tablas: Luz Casal.

No es la primera vez que Doria realiza adaptacion­es de obras del teatro clásico español: La verdad sospechosa y La celosa de sí misma son algunas de ellas, además de una versión de La discreta enamorada que había representa­do en el Botánico, hace treinta años. “Lope era un gran seductor, con tantos hijos, amantes y esposas que tuvo. Me llama siempre la atención la visión de Lope de la mujer: es inteligent­e como ninguna”. Con vestuario del siglo XVII y acento neutro, la música es uno de los elementos claves en esta puesta, con partituras de Gaby Goldman. “Hagamos una música azarzuelad­a”, le propuso Doria al director musical.

Dirigir una obra del teatro clásico español tiene varias complejida­des. Doria primero adaptó la extensión, ya que la versión original tenía una duración de tres horas, y le quitó términos o expresione­s arcaicas. “Después viene el trabajo con los actores con la ‘prosificac­ión del verso’. Hay que abrirlo, es decir, hay ideas que van desde la mitad de un verso hasta la mitad de un segundo verso. Hay que encontrar en ese verso cada palabra, cada intención. También está el ‘verso compartido’ entre varios personajes. Cada comedia es una pequeña pieza musical. Una vez que el actor la entiende, la memoriza y la empieza a sentir, aparece la palabra en acción. Si no entrás en esa melodía, te salís del pentagrama, y si esto ocurre, te perdés acción, verdad, musicalida­d”, resume su compleja tarea. “La palabra ‘discreta’ con el tiempo se ha ido deformando. Significa saber hacer las cosas como se deben hacer. Cuando alguien dice que alguien es discreto, no significa que sea callado, sino que hace las cosas bien, medidas, con discernimi­ento”, explica este pedagogo, un hombre de teatro, un auténtico artista discreto. Discreto en un sentido clásico, en pleno siglo XXI.

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Gentileza mónica d’agostino Santiago Doria, en el Corral de Comedias

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