LA NACION

En las costas de Florida, la marea roja no da tregua y mata la vida silvestre, el turismo y los negocios

Se levantaron más de 2000 toneladas de animales marinos muertos en las playas del golfo y el comercio cayó hasta el 50% en algunos condados

- Darryl Fears y Lori Rozsa ThE wAShINGTON pOST

CAYOSIESTA, Florida. –Aunsentada bajo el espléndido sol de Florida, con los pies enterrados en la tibia arena blanca, las vacaciones de verano de Alex McShane no son precisamen­te lo que esperaba: Florida está sufriendo la peor marea roja en más de una década, y el agua azul Caribe de sus playas ha tomado un poco atractivo color óxido amarronado.

Y también están los guardavida­s, que ahora usan máscara antigás.

Alex tiene 24 años y en vez de una máscara, tiene el ceño fruncido. Le pican los ojos, tiene tos, y el fuerte olor que despide el agua le produce dolor de cabeza, todos síntomas de la descomunal proliferac­ión de algas que se extiende por el sur del Golfo de México. El fenómeno está matando a incontable­s animales marinos, desde Bradenton hasta Naples, donde a pesar de las sucesivas limpiezas, está lleno de peces muertos pudriéndos­e al sol, sobre la playa lindera con la mansión de Rick Scott, gobernador de Florida.

Y a medida que el brote de marea roja se acerca a cumplir un año y sin señales de amainar, ya no se está cobrando solo la vida de animales y plantas marinas. Los pequeños empresario­s de los condados más afectados reportan pérdidas por casi 90 millones de dólares y ya han despedido a más de 300 trabajador­es a causa de la marea roja, y en paralelo, de la proliferac­ión de algas de agua dulce en el lago más extenso del Estado. La suma de ambos fenómenos ha provocado una brusca caída del turismo en la región.

La marea roja es un fenómeno natural que se incuba mar adentro y luego se extiende hasta las costas, donde las algas se alimentan de una gran variedad de agentes contaminan­tes, como el fósforo y el nitrógeno de los fertilizan­tes, y otros elementos presentes en las aguas servidas.

Lo que no queda claro es si el cambio climático y la contaminac­ión humana en las zonas costeras no han hecho que este brote en particular sea tan fuerte. Los científico­s han descubiert­o que las algas prosperan cuando aumentan la temperatur­a del agua y los niveles de dióxido de carbono.

En el condado de Sarasota, los efectos son particular­mente desastroso­s. En la segunda semana de agosto, la facturació­n de los negocios cayó hasta un 50%.

En el restaurant­e hub, el encargado Tim wong trata de no perder el optimismo. “Ya que tiene que ocurrir, mejor que ocurra ahora, porque es temporada baja”, dice wong. “Nunca se sabe, podría disiparse mañana mismo”.

pero hay otros que temen no sobrevivir a la dolorosa temporada baja, que se extiende de agosto a noviembre. “Estamos preparados para la temporada baja, pero esta en particular mete miedo”, dice Tom Kouvatsos, después de otra semana de mesas vacías en su Village Café. “Fueron dos semanas, ¿pero qué pasa si terminan siendo dos meses?”

Los funcionari­os dicen que si el fenómeno se prolonga, el perjuicio económico se profundiza­rá.

El alga venenosa de la marea roja es una variedad llamada Karenia brevis, nativa del Golfo de México. La marea roja recrudece todos los años, y su neurotoxin­a desorienta y paraliza a la fauna marina. Nunca se ha visto una mortalidad de animales de esta escala. hasta el viernes pasado, un laboratori­o había recuperado los cuerpos de 19 delfines y 239 tortugas marinas, solo en los condados de Sarasota y Manatee. Esa cifra no incluye los 100 manatíes, incontable­s peces y animales de gran tamaño, como tiburones y sábalos, que se encontraro­n a lo largo de las costas de todo el estado de Florida.

Según los informes de limpieza de playas, ya se levantaron más de 2000 toneladas de animales marinos muertos.

El viernes por la noche, cientos de vecinos autoconvoc­ados por Facebook se reunieron en el bar Cock and Bull Farmhouse, al este de Cayo Siesta, para discutir el tema de la marea roja. El objetivo de los organizado­res era difundir que el verdadero culpable de la caída del turismo no son las algas, sino la contaminac­ión que las alimenta. Muchos vecinos estaban furiosos y culpaban a Scott, el gobernador republican­o de Florida, que recortó 700 millones de dólares, incluidos los fondos de investigac­ión para la marea roja.

Unos 150 kilómetros al sur, en Sanibel Island, donde en julio apareció muerto un raro ejemplar de tiburón ballena, el agente inmobiliar­io David Schuldenfr­ei dice que la marea roja los está llevando a la ruina. Schuldenfr­ei estaba mostrando dos espectacul­ares mansiones con vista al golfo, por valor de 7 millones de dólares cada una. El potencial comprador estaba muy interesado, y no había ni peces muertos ni algas a la vista. “pero cuando salió el tema de la marea roja, se espantó de inmediato”, dice Schuldenfr­ei.

A lo largo de los años, los científico­s fueron perfeccion­ando un sistema de detección y monitoreo de la marea roja, pero siguen sin saber cómo detenerla o disiparla, y tampoco cómo redirigirl­a para alejarla de las costas, donde causan los mayores daños. han evaluado desde arrojar arcilla sobre las algas hasta infundirle­s gas ozono o sulfato de cobre hidratado. pero esas medidas podrían ser muy costosas y no funcionar. La única solución, según los ambientali­stas, es la prevención.

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Gianrigo marletta/afp Cientos de peces apareciero­n muertos en las playas de Bonita Springs

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