Cayó el salario real y el empleo empieza a mostrar números negativos
El ingreso promedio real de los trabajadores registrados bajó 4,3% en junio; el empleo total registrado entre enero y junio muestra 90.220 puestos menos
La preocupación por el impacto de la crisis cambiaria en los salarios y el empleo se profundiza. Tanto que en el Gobierno comenzaron –contaron a la nacion– a tantear a empresarios y sindicatos, y a diseñar “herramientas” con el objetivo de contener sectorialmente la devaluación, la inflación, las elevadas tasas de interés y los potentes efectos de la sequía. Los encargados de sondear las diversas posibilidades son el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, que se reunió con la CGT –que ayer anunció un paro para el 25 de septiembre– y el ministro de Producción, Dante Sica, que hizo lo mismo con hombres de negocios en los últimos días. Los instrumentos son variados, pero todavía, dicen, es pronto para darlos a conocer.
La preocupación oficial no es para nada injustificada. Por primera vez en semejante magnitud, el salario promedio real de los trabajadores registrados retrocedió 4,3% en junio, mientras que el salario mediano cayó 3,3%, según datos oficiales. En ese mismo mes, la inflación fue la más elevada en los últimos dos años y en doce meses acumulaba un 29,5%. En tanto, la variación anual de la remuneración media era de 23,9%. La de la mediana, de 25,2%.
El impacto en el empleo registrado también es preocupante para el oficialismo. El empleo total registrado entre enero de este año y junio muestra 90.220 trabajadores menos. El cambio de tendencia es evidente cuando se compara con el mismo período del año pasado: entonces se sumaron 3000 trabajadores nuevos. Claro que, en la mirada relativa, no parece reflejo de una crisis profunda en el mercado laboral si se tiene en cuenta que aquí trabajan 12,2 millones.
Los datos registrales particularmente de junio tampoco son para nada auspiciosos. Ese mes se perdieron 13.100 trabajos registrados privados (-0,2%) en la serie desestacionalizada. Es la primera variación negativa desde enero pasado. Por otro lado, por primera vez en muchos meses, diez diferentes sectores de la actividad privada mostraron datos mensuales en rojo. Los más perjudicados fueron la industria (-0,5%) y la construcción (-0,7%). Los mayores retrocesos se dieron entre los trabajadores asalariados privados (-0,2%) y los autónomos (-0,3%). Sin embargo, hay buenos datos: el arrastre anual es todavía positivo. En un año se sumaron 29.600 trabajadores al sector privado, lo que significa un alza de 0,5 por ciento.
“El empleo resiste a la turbulencia económica”, afirmó Ergasto Riva, director general de Estudios Macroeconómicos y Estadísticas Laborales de Trabajo en la clásica reunión de fin de mes que se realiza en la cartera que conduce Triaca. “Mucho está asociado a las cadenas de valor del campo por el impacto de la sequía y el freno de la obra pública, que además profundiza la caída de la construcción y la industria”, analizó el especialista.
En el informe que analiza el empleo registrado total –privado y estatal– se observó un retroceso de 0,2%, el primero desde febrero. Son 21.200 empleados menos. Sin embargo, en la medida anual se manifestó un alza de 1,1% (133.800 trabajadores más).
El Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en el que se basa el trabajo del Ministerio de Trabajo, solo recupera lo que ocurre en el sector formal. Pero la situación económica también golpea a los trabajadores no registrados. “El sector informal viene ya desde el primer trimestre, pero más fuertemente desde el segundo y el tercero, registrando una reducción de horas de trabajo y el achicamiento de la venta de bienes y servicios en el cuentapropista o el negocio informal”, indicó a la nacion Agustín Salvia, coordinador del Observatorio de la Deuda Social de la UCA.
“La estrategia de los hogares más pobres es buscar más trabajos eventuales o basados en la autoexplotación a través del mercado de consumo que aún hoy sostienen los planes sociales”, estimó el sociólogo. “Eso hace que haya cierta demanda mínima. Pero a nivel general hay una caída del trabajo informal y una pérdida de horas de trabajo a la que se suma la menor demanda que explican la pérdida de poder adquisitivo entre los registrados”, agregó.
En ese sentido, los ingresos de la media registrada fueron en junio $42.398 y de la mediana, $34.830. Ambas remuneraciones tuvieron en junio variaciones anuales, como se dijo anteriormente, por debajo de la inflación. En ese camino debe leerse el intento oficial de mejorar algunas paritarias en los últimos días, como la de bancarios o estatales. El Gobierno minimiza el dato. “En junio de 2018, el aumento real acumulado de los doce meses del promedio salarial fue 1% y del mediano 2% con respecto a 2017”, estimaron.
El futuro no reparte tampoco datos promisorios. Según la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL), para julio se espera una evolución mensual negativa de 0,3%. Comparado con el mismo mes del año pasado, la caída será de 0,2%. Las expectativas de generación de empleo de julio, relevadas en agosto, muestran una muy leve alza neta de 1,6%, casi en el mismo nivel que registraba el período de devaluación que se vivió en 2014.