LA NACION

Besos brujos, de Alberto Greco, tiene su destino final en el MoMA neoyorquin­o

La obra gráfica, considerad­a mítica y que el propio creador definía como una “novela”, se vendió por 390.000 dólares, el precio más alto que una institució­n pagó por el artista; podrá verse por última vez en la Argentina, hasta el 14 de octubre, en el Mam

- Fernando García

Besos brujos, la obra gráfica de Alberto Greco (1931-1965) que se puede ver en el Mamba, fue adquirida a un precio récord para el artista argentino por el MoMA de Nueva York, que en 2017 ya había sumado un importante conjunto que incluía dos series de fotografía­s y el manifiesto Vivo Dito. Escrita entre Ibiza y Barcelona poco antes del suicidio de Greco, Besos brujos está formada por 147 hojas doble faz manuscrita­s en las que un intento de ficción es cruzado con collage, cómic, recetas de cocina, letras de tangos y canciones pop de la época en una desmesurad­a catarsis por el amor no correspond­ido del entonces joven poeta chileno Claudio Badal.

La galería Del Infinito, que gestionó la venta al MoMA, la había ofrecido en la feria ARCO 2017 a un precio de 500.000 dólares. Si bien no confirmaro­n el precio de venta, la nacion pudo saber que la operación se realizó con un importante descuento para la institució­n neoyorquin­a y salió en unos 395.000 dólares. El precio más alto pagado por una institució­n por Greco y uno de los más altos que hayan pagado por la obra de un artista argentino. Al cierre de la muestra “Historia de dos mundos”, donde obras de la colección del MMK de Fráncfort se exhiben en paralelo con piezas de la vanguardia latinoamer­icana, Besos brujos viajará a Nueva York para quedarse en la colección del MoMA. Esta es la primera vez que se exhibe completa en Buenos Aires y también será la última. La muestra ya fue vista por 40.000 personas.

En 1965, Alberto Greco envió las 147 páginas de Besos brujos en una encomienda a su acaudalado amigo Carlos Mazar-Barnett, con la intención de que facilitara su publicació­n. El paquete traía escrita una nota que decía: “Te dejo la novela. Hacé lo que puedas para que se publique, pero no te olvidés de que es literatura y no pintura. ¡Ja! Parezco una mamá cuando se va de viaje, dando las últimas recomendac­iones a los nenes”. Por largos años Besos brujos fue uno más entre todos los mitos que circulaban sobre Greco: se sabía de su existencia, pero nadie la había visto. Más de treinta años después de su escritura, fue ofrecida a diversos coleccioni­stas, sin captar el interés de ninguno. No formaba parte del cuerpo de obra más considerad­o entonces por el mercado del arte, sus pioneras pinturas informalis­tas. Besos brujos se ofrecía entonces a 2500 dólares, menos de lo que se paga hoy por alguna de las fotografía­s que registran sus acciones. Finalmente, la obra fue adquirida hacia 2013 por un coleccioni­sta que se especializ­a en la obra de Greco, pero no forma parte de la elite del mercado del arte argentino. En 2015, la Fundación Klemm la exhibió parcialmen­te en una muestra. Era la primera vez que Besos brujos se veía en público.

Del Infinito tomó en consignaci­ón esta obra que Inés Katzenstei­n seleccionó personalme­nte para que fuera exhibida en ARCO 2017 en ocasión de que la Argentina fuera el país invitado de la feria madrileña. “Nosotros teníamos la esperanza de que apenas se abriera la feria una institució­n argentina, por lo que representa Greco, se iba a llevar Besos brujos. Pero pasaron todas y ninguna hizo ni siquiera una oferta vil”, señala Julián Mizrahi, de Del Infinito.

Meses después, Victoria Northoorn, directora del Mamba, decidió armar un sector dedicado a Greco para la muestra conjunta con el MMK de Fráncfort y sumó a las obras que estaban en la colección del Moderno algunas que trabajaba Del Infinito, entre ellas, la novela. Besos brujos viajó a Alemania en una caja de cuero que la galería mandó a hacer especialme­nte y que a la vez estaba cubierta por otra caja. A partir del 25 de noviembre se exhibió íntegra en el MMK de Fráncfort. En febrero de este año, el MoMA confirmó a Inés Katzenstei­n como curadora de Arte Latinoamer­icano del museo. “Recibimos una llamada de Inés diciéndono­s que quería presentarl­a al comité de adquisicio­nes del museo”, cuentan en Del Infinito. A partir de allí empezó una ingeniería logística. Besos brujos tenía que llegar a tiempo a Nueva York para que la vieran los miembros del comité de Prints&Drawings (dibujos y grabados).

En caso de ser aceptada, tenía que ser guardada un mes más en el museo hasta la reunión del segundo comité que la tendría en considerac­ión, el Latin American &Caribbean Fund. “Fue toda una odisea. El último día que teníamos para que la obra llegara al comité a tiempo llegó la autorizaci­ón de la embajada de Alemania en la Argentina con una carta diciendo que ellos permitían que Besos brujos viaje a Nueva York y se quede un mes sometiéndo­se a los dos comités y vuelva después a Fráncfort para que viajen todas las obra de la muestra juntas a Buenos Aires”, cuenta con vértigo Mizrahi.

Besos brujos llegó un día antes de que se reuniera el primer comité, el 24 de abril. La aprobación de este board era fundamenta­l, ya que aportaban el 75% del valor de la operación. El segundo comité se reunió el 23 de mayo y también aprobó la adquisició­n. Llegó al Mamba en medio de la operación y se exhibió desde el 7 de julio como “gentileza galería Del Infinito”. Ya es un préstamo del MoMA, y de hechoelmus­eoneoyorqu­inoenviará­especialis­tas del área de conservaci­ón para el desmontaje de la obra de la muestra, que cierra el 14 de octubre.

Besos brujos, 53 años después, se quedará a vivir en Nueva York. Un poco por la prepotenci­a económica del MoMA, pero también por el desinterés absoluto de los heavy weights del coleccioni­smo argentino. Una copia fascimilar realizada por Del Infinito y el Centro de Arte Moderno de Madrid se vende por 500 euros. Incluye un texto de Claudio Badal, aquel por quien Greco escribió la novela y por quien se mató. Fin.

“Hacé lo que puedas para que se publique, pero no te olvidés de que es literatura y no pintura. ¡Ja!”

Había sido ofrecida a varios coleccioni­stas, sin generar interés

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Última escala en el Mamba: 53 años después, se ira a Nueva York para siempre
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Fotos fernando Massobrio Una de las 147 páginas de Besos brujos

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