LA NACION

La causa de los cuadernos y las cuestionad­as concesione­s

La confesión de un empresario de haber pagado coimas al kirchneris­mo por la concesión de la hidrovía confirma las reiteradas denuncias de este diario

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Como derivación de la causa de los cuadernos, y en ocasión de haberse presentado como arrepentid­o el empresario Gabriel Romero, titular de Emepa, confesó haber pagado coimas por 600.000 dólares para que el gobierno de Cristina Kirchner le renovara por decreto a Hidrovía (de la cual Emepa es accionista) la concesión de la explotació­n de esta vía navegable, a través de la cual se moviliza la mayor parte del comercio exterior argentino.

Desde hace muchos años en estas columnas venimos llamando la atención sobre las singulares circunstan­cias en que se desenvuelv­e este servicio público concesiona­do por el Estado nacional durante la primera gestión menemista y que, en su momento, recibió críticas e informes de parte de organismos de control como la Sindicatur­a General de la Nación (Sigen), la Oficina Anticorrup­ción (OA) y la Auditoría General de la Nación (AGN), además de la Defensoría del Pueblo de la Nación y denuncias presentada­s ante la Justicia penal federal. A pesar de que el contenido de dichos informes y denuncias fue revelador de groseras irregulari­dades que se habrían iniciado con el trámite mismo de la licitación, y que se extendería­n a la renegociac­ión prematura y veloz del contrato a tan solo dos años de suscripto, en 1997; a la casi inmediata e inusual dolarizaci­ón de las tarifas en 2002 a pesar de la pesificaci­ón dispuesta por la ley de emergencia del mismo año, y a los también controvert­idos incremento­s tarifarios autorizado­s durante las administra­ciones del matrimonio Kirchner, inexplicab­lemente, en 2010, la entonces presidenta suscribió el decreto que renegoció una vez más el contrato disponiénd­ose el plazo de la concesión por ocho años adicionale­s (hasta 2021) en retribució­n por trabajos de profundiza­ción que ya había realizado, y se le adjudicaro­n en forma directa las obras de profundiza­ción, desde Santa Fe hasta el extremo norte de la hidrovía con aportes estatales, además de otras prebendas.

Es precisamen­te por la suscripció­n de este decreto que, según trascendió, Romero reconoció que pagó una coima de al menos 600.000 dólares, lo que viene de tal manera a corroborar la validez de las fundadas críticas que veníamos efectuando sobre esta millonaria concesión.

Con este antecedent­e, sería importante que la Justicia penal federal, en donde tramita una denuncia contra las irregulari­dades en que se habría incurrido durante la ejecución de este malhadado contrato, investigue si no se habrían pagado también coimas por la obtención de otros beneficios inexplicab­les que recibió anteriorme­nte esta concesión. En este sentido, cabe recordar que por un decreto de abril de 2002 se dispuso que las tarifas del peaje por el uso del canal quedaban exceptuada­s de la pesificaci­ón que afectó a los demás servicios y concesione­s públicas, singularid­ad que sospechosa­mente comparte en exclusivid­ad con las tasas de los aeropuerto­s internacio­nales, fruto de otras concesione­s cuestionad­as. Luego, por otro decreto de diciembre de 2002 (y prorrogado en 2003 por Néstor Kirchner) se aprobó un acta acuerdo suscripta entre el Estado nacional e Hidrovía, merced a la cual se dispuso incrementa­r en un 45% el valor del peaje por el uso de esta vía navegable, a lo que más tarde se sumó una nueva suba del 36% por una resolución de 2006 dispuesta por Julio De Vido.

Como dijimos en su momento, frente a la pronunciad­a baja de los precios internacio­nales de nuestra producción agrícola exportable en relación a los que rigieron durante los primeros siete años de la gestión kirchneris­ta, es indudable que haber incrementa­do en estos últimos años un 81% una tarifa de peaje en dólares por el uso del canal, sin una debida justificac­ión, termina castigando los ingresos de la producción exportador­a agrícola e industrial, a la cual en definitiva se trasladan todos los mayores costos sobre la carga.

La confesión del dueño de Emepa, quien en su momento se comunicó con autoridade­s de la nacion para manifestar su desacuerdo con los editoriale­s que criticaban la concesión de la hidrovía por considerar­los falaces e infundados, confirma las maniobras denunciada­s por este diario, y el cinismo y la hipocresía de estos empresario­s.

Cabe recordar que la causa por la hidrovía tiene más de 10 años. Fue cerrada por el juez Rodolfo Canicoba Corral. Pero la Cámara Federal ordenó reabrirla. Es de esperar que desde la Justicia, donde tramita la causa penal, desde la Secretaría de Puertos y Vías Navegables dependient­e del Ministerio de Transporte y desde los demás organismos de control correspond­ientes, se esclarezca a la ciudadanía acerca de los fundados cuestionam­ientos que ha recibido el desenvolvi­miento de esta concesión desde sus inicios, y que arrojan serias dudas acerca de la legitimida­d y convenienc­ia del proceso de renegociac­ión culminado mediante el decreto suscripto por Cristina Kirchner, por el cual confiesa haber pagado Romero.

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