LA NACION

En carrera

River recuperó el gol y se ilusiona con llegar lejos en la Libertador­es: Racing quedó atrás, espera Independie­nte

- Andrés Eliceche

No necesitó River desplegar el aura de equipo copero, un sello de la era Gallardo, para ganar un viejo clásico del fútbol argentino, esta vez revestido con los colores de la Libertador­es, y agregarle un pequeño capítulo más a ese idilio que sus hinchas mantienen con el entrenador. Discutida en los escritorio­s hasta el aburrimien­to en los días previos, al final la serie más histérica de los 8os de final se resolvió con un 3-0 exagerado en el número pero no en el merecimien­to. Sin desarrolla­r un ejercicio de fútbol de alto vuelo, pero mejor en todos los aspectos del juego, River se quedó con el pase para enfrentar a Independie­nte después de abrir el arco rival, eso que no le salió en los cuatro partidos anteriores y que tanta falta le hacía. Rota esa barrera, otra vez se anota en la carrera internacio­nal, la que más lo atrae en los tiempos modernos. Así lo expresó el estadio en ese rugir del final.

Los estados emocionale­s impactan decisivame­nte en el desarrollo de este juego. Según avanza el guión dibuja un electrocar­diograma, con las subidas y bajadas que reflejan el andar del partido. Aunque hay excepcione­s: el Monumental describió una parábola riverplate­nse que fue en ascenso durante todo el primer tiempo al compás de un equipo que se hizo dueño del resultado y del juego, en ese orden de aparición. Los baches hacia abajo en toda esa etapa llevaron la camiseta de Racing, tímido desde el inicio, pesado en sus movimiento­s y aturdido a partir del gol de Pratto, consecuenc­ia de la mejor jugada de la noche.

Cualquier especulaci­ón naufragó con ese derechazo redentor del delantero: así se eliminaba la posibilida­d de una definición por penales –la ida terminó 0-0–, así que no había nada que cuidar. ordenado a partir de Enzo Pérez como un N°5 de posición, River fue a partir de la ventaja una amenaza latente, una formación concentrad­a en aprovechar las flaquezas defensivas del rival. La enjundia de Borré –mal canalizada tantas noches– tenía en Pratto quien lo sirviera; el talento de Quintero –aun con su empeño estéril de pretender que cada pase suyo sea de gol– y la vitalidad de Nacho Fernández conformaba­n un combo consistent­e para un Racing que nunca arrancaba.

¿Qué proponía Coudet? Ser ancho con Centurión –siempre en el centro de las miradas, empleó más energías en discutir que en jugar, hasta irse expulsado– y cadencioso con Neri Cardozo; tener control con Domínguez, vértigo con Zaracho y potencia con Lisandro López y Bou. Tan poco cosechó de todo eso que desnudó que con el plan A desactivad­o por el gol de Pratto, lo que fallaba (o le faltaba) era la convicción para ponerse a la altura de su necesidad. Tan mal pisado andaba que la tormenta que amenzaba la zona del estadio se desató solo sobre sí mismo: un tiro libre mal gestionado en ataque por Cardozo terminó, diez segundos después, en el gol de Palacios en el otro arco.

El entrenador –muy aplaudido antes del comienzo– buscó mejores ideas con Pol Fernández, mientras River ya acomodaba su cuerpo para estacionar­se más cerca de Armani: Quintero era volante decidido y no enganche, y Pérez cada vez más patrón del medio. Debía Racing salir a remolcar una serie con todo en contra, incluso sus fantasmas: los golpes sucesivos que sufrió en el final del semestre pasado –eliminado de la Copa Argentina y regalar la clasificac­ión a la próxima Libertador­es– entraban a jugar también. Tantos kilos en la mochila, al final, fueron imposibles de convertirs­e en soluciones. No tuvo tampoco el envión de encontrar un gol que lo reanimara, ni siquiera en las tres ocasiones que lo merodeó: claro, estaba Armani.

Ese final de remolinos, empujones y algún golpe de más –que les valió la roja a Enzo Pérez y Centurión– fue un fogonazo que no cambió la perspectiv­a. Todo había sido resuelto demasiado tiempo antes. Gallardo, el más ovacionado de la noche, disfrutaba esta vez camuflado en un palco por una sanción. El acto había concluido con la sonrisa de River, otra vez.

 ?? Daniel jayo ?? Lucas Pratto parece tomar vuelo en el festejo del primer gol, que aturdió definitiva­mente a Racing; el 3-0 clasificó a River para los cuartos de final
Daniel jayo Lucas Pratto parece tomar vuelo en el festejo del primer gol, que aturdió definitiva­mente a Racing; el 3-0 clasificó a River para los cuartos de final
 ?? MAuRO ALFIERI ?? pratto supera a orban; el delantero abrió el resultado y cortó la racha sin goles de river
MAuRO ALFIERI pratto supera a orban; el delantero abrió el resultado y cortó la racha sin goles de river

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