LA NACION

Es inestable que el mercado coordine la distribuci­ón del ingreso

- opinión Marina Dal Poggetto La autora es economista y directora de Eco Go Consultore­s

Al arranque de la gestión actual de cambiemos el objetivo de la política económica era claro. Después de años de populismo había que devolverle­s rentabilid­ad a los sectores exportador­es, de servicios públicos y energético­s como condición necesaria para reestablec­er el crecimient­o en una economía que estaba estancada desde 2012. Y que tenía además una tasa de inversión muy baja e ineficient­e y un nivel de consumo muy alto, algo que determinab­a sendos déficit gemelos (fiscal y externo) administra­dos desde fines de 2011 con “el cepo”.

la contracara de esta agenda era una caída en los salarios reales y en los márgenes de las empresas que venden al mercado interno. la agenda gradual se imponía a una agenda de shock para un Gobierno sin mayorías en el congreso y frente a una situación de partida de baja deuda en el mercado en un mundo donde abundaba el financiami­ento.

pero también es cierto que el ajuste gradual requería consistenc­ia, no solo en la dirección sino también entre las medidas. consistenc­ia entre la política energética, fiscal y monetaria que no estuvo desde el arranque y que en definitiva agravó los problemas al dolarizar los contratos energético­s, al aumentar el gasto previsiona­l –ya indexado por ley– y al llevar los pasivos remunerado­s del Bcra a más del 11% del pib. Y esto por forzar una meta de inflación no consistent­e con el gradualism­o fiscal ni tampoco con el esquema tarifario.

El corte al financiami­ento externo a principios de 2018 se dio sobre una economía mucho más expuesta y con un déficit externo de 5% del pib que duplicaba al de partida.

Sin controles de capitales (se removieron todos, incluyendo la obligatori­edad de liquidar exportacio­nes) se registró más deuda en dólares (incluyendo las LETE muy cortas que hoy se renuevan parcialmen­te contra pesos como un mecanismo de dolarizaci­ón mientras se pagan con dólares), con muchos pasivos remunerado­s del Bcra (bajaron de 11% del pib a 5% con la licuación y la dolarizaci­ón), y con una pérdida de reservas que ya acumula US$24.000 millones desde que arrancó la corrida el 24 de abril pasado (US$14.000 antes del ingreso de los dólares del FMI y US$10.000 desde entonces).

así, la posibilida­d de seguir devaluando en forma gradual financiand­o la fuga de capitales con dólares prestados llegó a un límite inestable que aceleró las preguntas sobre el programa financiero. El intento de llevar certeza al mercado anunciando en forma poco prolija la anticipaci­ón de los desembolso­s del FMI, terminó agudizando el salto del dólar el jueves pasado.

al mismo tiempo, se aceleró en la dirección correcta, pero en forma agresiva y peligrosa, la redistribu­ción del ingreso hacia los sectores exportador­es en detrimento de los que venden al mercado doméstico y los asalariado­s.

Es muy disruptivo que en democracia sea “el mercado” el que defina la distribuci­ón del ingreso. En 2015 las retencione­s eran inviables, hoy con el dólar a $38, consistent­e con un tipo de cambio real que duplica al de fines de la convertibi­lidad, son inevitable­s (y no solo al agro). aseguran que el ajuste, además de externo, sea fiscal con un fisco “apropiándo­se” de parte de un salto cambiario no controlado, sin sobrerreac­cionar sobre los sectores afectados por este último.

pero además moderan el traslado a precios de la devaluació­n. El esquema requiere otros acuerdos que acoten la dolarizaci­ón de los contratos firmados en servicios públicos y energía por el Gobierno, apuntando a un equilibrio difícil entre viabilidad política, cierre fiscal y señal a la inversión.

Si el miedo es la vuelta al populismo, luce correcto y sería bueno que este esquema sea apoyado para evitar forzar el péndulo para el otro lado a fin de limitar el riesgo de que este vuelva con más fuerza después.

Sobre todo cuando al mercado, además de la corrección fiscal y del sector externo, le preocupa la “gobernabil­idad”.

Había que devolverle­s rentabilid­ad a los sectores energético­s y exportador­es El ajuste gradual requería consistenc­ia en las medidas La posibilida­d de seguir devaluando en forma gradual con financiami­ento externo llegó a un límite

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