LA NACION

Los diarios visuales de Françoise Gilot, la artista de la que Picasso aprendió

Salen a la luz los dibujos y acuarelas que realizó en los viajes con Jonas Salk, el inventor de la vacuna de la polio; la presencia del genio de la pintura en su vida

- Lauren Christense­n Traducción de Jaime Arrambide

NUEVA YORK.– A los 96 años, la pintora y escritora francesa Françoise Gilot –célebre por haber sido amante y musa de Pablo Picasso y madre de dos de sus hijos, Claude y Paloma– lanzó la semana pasada un libro de bocetos que realizó entre 1974 y 1981 durante sus viajes por la India, Senegal y Venecia.

La mayoría de los artistas hacen bocetos para capturar impresione­s que luego usarán en sus obras –una especie de ayudamemor­ia–; Françoise Gilot hace bocetos para olvidar.

“Las cosas que ya vi quiero sacármelas de la cabeza”, dice Gilot, sentada en su luminoso living del Upper West Side de Manhattan. El hogar de Gilot es también su taller, donde sigue pintando casi todos los días y los bastidores se acumulan en pisos y caballetes. “El arte no viene de lo que nos rodea, sino de lo que está dentro de nosotros”, señala Gilot.

Ese abordaje filosófico salta a la vista en la nueva publicació­n monográfic­a de la editorial Taschen Françoise Gilot: Three Travel Sketchbook­s, que incluye dibujos y acuarelas que guardan pocas similitude­s estilístic­as con las obras más conocidas de la artista. En cambio, ofrecen una mirada íntima de la vida interior de Gilot.

Esa extravagan­te sensibilid­ad que la distingue invade toda nuestra entrevista. Cuando le pregunto sobre sus años con Picasso y sobre las comparacio­nes que se han hecho entre las obras de ambos, Gilot responde con una sonrisa pícara: “A veces, cuando llueve, uno necesita un paraguas”.

Pero Gilot no se ha pasado la vida refugiada bajo ese paraguas, ni mucho menos. Dorothea Elkon, su galerista de Nueva York y su amiga de toda la vida, enfatiza la feroz independen­cia de la artista.

Si bien el legado de su relación con Picasso ha perdurado como una presencia innegable en su vida (Paloma Picasso ha dicho que esa presencia era “un fastidio” para su madre), Gilot se ha esforzado siempre por conservar su autonomía en el mundo del arte. “Esa dedicación es esencial en su vida”, ha dicho Paloma, que recuerda que cuando era niña se quedaba sentada en el balcón del taller de su madre mirándola pintar durante horas.

Françoise Gilot nació en 1921 en un suburbio de París. Su madre era artista, y su padre, agrónomo, insistió en que su hija estudiara Derecho, después de licenciars­e en Filosofía en La Sorbona, en 1938.

Pero mientras cursaba la carrera de Derecho, en su tiempo libre Gilot se puso a estudiar arte, bajo la tutela del pintor húngaro Endre Rozsda, quien se convertirí­a en su gran amigo y mentor. Más temprano que tarde, Gilot abandonó definitiva­mente la carrera legal.

A Pablo Picasso lo conoció en 1943 en el restaurant­e Le Catalan, en París. Ella tenía 21 años y él, 61. Durante los 10 años que pasaron juntos (un período descripto en detalle en su best seller de memorias de 1964 Vida con Picasso), Gilot formó parte del grupo que incluía a henri Matisse y Georges Braque, aunque actualment­e la artista afirma que su arte no se vio influencia­do por ninguno de ellos. “No creo en las influencia­s”, dice Gilot. (John Richardson, biógrafo de Picasso, concuerda: “Es más lo que Picasso tomó de ella que lo que ella tomó de él”.)

Para el otoño boreal de 1953, Gilot ya había dado por terminada la relación. A Picasso no le gustó nada: al parecer, ella era la única mujer que lo había dejado, así que la expulsó de la ciudad y puso a todo el mundillo del arte de París en su contra, según relata la galerista Elkon.

En 1955, Gilot se casó con el artista francés Luc Simon. Su matrimonio duró apenas unos años y les dejó una hija, Aurelia. En 1970, Gilot se casó con el virólogo Jonas Salk, y estuvieron juntos hasta la muerte del científico, en 1995.

Los bocetos contenidos en su nuevo libro implican un alejamient­o estilístic­o del corpus de su obra, y Gilot los considera deliberada­mente inacabados, tal como quedaron en los cuadernos que llevaba en sus viajes con Salk, cuando el científico recorría el mundo reuniendo investigac­iones para la vacuna contra la poliomieli­tis que luego desarrolla­ría (con excepción de los bocetos de Venecia, una ciudad que la cautiva desde su infancia). Esos cuadernos contienen dibujos a la acuarela, pero también palabras, escritas con cuidadosa y bella caligrafía. Para Gilot, el color, el texto y las formas son intercambi­ables, como en un efecto de sinestesia.

“Lo que se puede pensar en palabras también se puede ver en imágenes”, dice Gilot.

Las letras siempre han sido de primordial importanci­a para Gilot. La biblioteca de piso a techo que cubre las paredes de su departamen­to es un testamento de su mente literaria. Allí se acumulan monografía­s visuales de Claude Monet, Francis Bacon y también de Picasso, junto a volúmenes de T.S. Eliot, Shakespear­e y Evelyn Waugh. La propia Gilot ha publicado antologías de poemas, e incluso su nuevo libro contiene páginas dedicadas íntegramen­te a manuscrito­s de sus textos. “Siempre fui buena para la poesía y las letras”.

La actriz y dramaturga Thérèse Crémieux, amiga de la Gilot, quien la entrevistó para un texto incluido en nuevo libro, es una de las personas que convencier­on a la artista de publicar este libro. Gilot dudada. “Françoise decía que no le iba a interesar a nadie”, dice Crémieux, quien le respondió que a los lectores segurament­e les interesarí­a saber más de eso que Gilot llama “el proceso”.

Realizados en su mayoría a bordo de aviones diminutos que se movían para todos lados de un rincón remoto del planeta a otro, después de haberse tomado un tiempo para reflexiona­r sobre lo que había visto, los bocetos privilegia­n la figura humana por sobre las escenas: “El paisaje se queda siempre ahí, y las personas no”, dice Gilot.

“Podría decirse que es un diario”, agrega la artista. “Lo que dibujo tiene significad­o. Yo en mi cabeza percibo lo que siento, no lo que está ahí”.

Aurelia Simon –quien además de ser su hija es también la archivista de Gilot– señala que si uno observa el corpus de obra de su madre, “puede ver cómo vuelven a la vida todas las personas de su vida, sus amigos, sus hombres, sus hijos que iban creciendo, los lugares que visitó. Uno siente realmente la emoción que experiment­aba y su reacción, y lo que capturó su mirada o quedó impreso en su memoria”.

“Podría decirse que es un diario”, dice Gilot. “Lo que dibujo tiene significad­o. Yo en mi cabeza percibo lo que siento, no lo que está ahí” Más allá del costado íntimo, los bocetos del libro también revelan en crudo su notable talento: es una dibujante exquisita

Más allá del costado íntimo, los bocetos del libro también revelan en crudo su notable talento. “Es una dibujante exquisita”, dice Jill Mcgaughey. “Obras que hace 10 o 15 años se vendían a 10.000 dólares hoy han más que duplicado su valor. El mercado es insaciable con su obra”.

Pocos días después de mi encuentro con Gilot, visité la Galería Elkon, en el Upper East Side de Manhattan, donde hay expuestas varias obras de Gilot. En esos mismos días, un comprador se interesó en dos de ellas: un autorretra­to al óleo con su hija Paloma, Protección, de 1954, y el dibujo Autorretra­to junto al mar, de 1946, cuando tenía 25 años y se fue a vivir con Picasso.

En ese dibujo de 1946, se la ve mirando hacia arriba y hay un hombre que se acerca desde el fondo.

La imagen me hizo pensar en algo que Gilot me dijo sobre el arte durante nuestro encuentro: “En la obra de todas las generacion­es de pintores que eran como Picasso, la figura humana es inmensa, ocupa toda la pintura”, dijo entonces. “Yo, por el contrario, fui en la dirección contraria. La figura está perdida en un universo que es mucho más grande”. Podría decirse que lo mismo aplica también para su personal modo de ver la vida.

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A los 96 años, Gilot “quiere sacarse las cosas de la cabeza”
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Estuvieron juntos diez años y tuvieron dos hijos
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Fotos de nyt y archivo Eran apuntes para obras mayores
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Los bocetos proceden de los viajes que hizo con Salk

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