LA NACION

Clarens entregó una lista de obras en las que hubo coimas

El financista “arrepentid­o” presentó un pendrive con 120 casos en los que él intervino

- Diego cabot

Después de idas y venidas, de amagar con contar y después apelar a la falta de memoria, el financista Ernesto Clarens se sentó frente al fiscal Carlos Stornelli dispuesto a ganar la libertad durante el proceso a cambio de un testimonio contundent­e. Llegó y relató cómo era el sistema de coimas. Pero, además, le sumó a la causa de los cuadernos algo de tecnología: dejó un pendrive con un listado de 120 obras que tenían incluido un sobrepreci­o, que él recaudaba.

Clarens inició su testimonio con la historia de cómo llegó al sur. Dijo que fue asesor financiero de otra constructo­ra, Gotti, y que ese trabajo lo llevó a Río Gallegos. Contó que en ese momento, con Néstor Kirchner como gobernador, la empresa tenía varios problemas para cobrar sus contratos con la provincia. Habló, entonces, de su arte con los números para cambiar el rojo por azul en los números de la compañía.

Pero sin dudas la parte más importante de la declaració­n fue cuando relató cómo era su rol central dentro de la estructura del sistema de retornos que se montó en torno a la obra pública.

Entonces entregó el archivo. Según sus dichos, en esa planilla que se adjuntó a la causa, está el detalle de 120 obras. Confirmó que alrededor de 95 tenían que pagar retornos y el resto eran limpias y transparen­tes. Él era el encargado de juntar esa plata, que empezaba con una obra pública “ganada” por una constructo­ra. A diferencia de Roberto Baratta, que retiraba la plata personalme­nte, sobre todo, de empresas energética­s, Clarens tenía que descontar los certificad­os de obra que se pagaban a medida que el proyecto tenía algún grado de avance.

El procedimie­nto era simple. Las compañías cobraban su certificad­o de obra y, luego, todos caminaban a las oficinas del financista. Inmediatam­ente, el dueño de Invernes aplicaba una quita del 20%. El 10% era retorno, el monto que entregaba después a los emisarios de Néstor Kirchner; el porcentaje restante se computaba al pago por el costo de generar dinero en negro.

Luego nombró algunas compañías y dio nombres de los empresario­s, que en general llegaban en persona o por intermedio de algún ejecutivo de confianza que se encargaba de la tarea. Pero, sin dudas, la materia prima para seguir con la investigac­ión estaba en el archivo digital.

El dinero que recolectab­a en concepto de retornos era entregado a Daniel Muñoz, el secretario privado de Néstor Kirchner, fallecido en 2016. Hubo alguna mención de los diálogos que tuvo con el hombre que recolectab­a los bolsos en el departamen­to de la calle Juncal, adonde Clarens reconoció que llevaba bolsos. Relató que ambos habían comentado lo complicado que era trabajar con el expresiden­te y las particular­idades que tenía el trato con Cristina Kirchner.

Sobre la distribuci­ón de tareas que había dentro del esquema recaudador, el financista dijo que por su oficina peregrinab­an los empresario­s del mundo vial. Justamente esos fueron descriptos por el dueño de Esuco, Carlos Wagner, en su declaració­n, con la cual se ganó la libertad. Entonces, el presidente de la Cámara de la Construcci­ón durante el kirchneris­mo contó que aquellos miembros del club de la obra pública se reunían en Venezuela 136, donde funcionaba la cámara de empresas viales, la “camarita”, como se la conocía en el mundillo del asfalto. En ese lugar se repartían los proyectos y las licitacion­es.

Esos empresario­s llegaban después de la adjudicaci­ón a las oficinas de Clarens. Era, claramente, otra vertical de recaudació­n que no se tocaba con la que tenía a su cargo Baratta en el Toyota del chofer Oscar Centeno.

El financista dijo que, en realidad, su proceder era legal. Consistía en cambiar cheques o certificad­os de obra. Y pese a la poca memoria que había exhibido hace unas semanas, recordó detalles interesant­es de aquellos años de dólares frescos y cepo cambiario.

Clarens reveló también que alguna vez Daniel Muñoz le pidió cambiar la moneda de entrega y pasar de dólares a billetes de 500 euros y contó, además, que no existían cuentas en el exterior, ya que los beneficiar­ios finales de aquella recaudació­n preferían el efectivo.

El viernes, el fiscal Stornelli había pedido retirar del expediente la primera acta firmada con Clarens como arrepentid­o y, además, solicitó su detención. Luego, el financista extendió su declaració­n y aportó nuevos datos.

El juez Claudio Bonadio citó a Clarens para hoy y debe definir si lo acepta como arrepentid­o.

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