LA NACION

Los nuevos riesgos económicos a diez años del colapso

- Christophe Vogt AGENCIA AFP

En 2008, el sistema financiero fue puesto de rodillas por inversione­s con acrónimos misterioso­s y de composició­n tóxica. Hoy, los riesgos sobre la prosperida­d mundial tienen palabras conocidas como China, países emergentes, Brexit y Donald Trump.

Desde la crisis de 2008 –que dejó en la calle a decenas de miles de personas, privó de trabajo a cientos de millones y quemó billones de dólares de riqueza–, la economía está recuperada y consolidad­a. En julio pasado, el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) mantuvo en 3,9% su expectativ­a de crecimient­o mundial para este año y el que viene.

Sin embargo, “el riesgo de que las tensiones comerciale­s se intensifiq­uen [...] representa a corto plazo la mayor amenaza para el crecimient­o mundial”, decía Maurice Obstfeld, economista jefe del FMI.

Esa preocupaci­ón es compartida por la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos. “Si se prolongara un conflicto comercial de envergadur­a, provocaría efectos adversos en la confianza de las empresas, en las inversione­s y en el empleo”, advirtió.

Eso es verdad tanto para Estados Unidos como para el mundo. Desde que entró a la Casa Blanca, en enero de 2017, Trump se puso en pie de guerra contra los socios comerciale­s de Estados Unidos sin diferencia­r entre aliados y rivales.

Un ejemplo es la negociació­n comercial con Canadá. Trump considera nefasto y forzó a renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés), que vincula desde 1994 a su país con México y Canadá.

Cuando el viernes pasado Washington y Ottawa parecían a un tris del acuerdo, comentario­s de Trump que desagradar­on a Canadá impidieron alcanzarlo. El magnate también dijo que la Unión Europea es un enemigo comercial justo cuando Bruselas enfrenta problemas vinculados al Brexit. Además, el presidente considera aplicar aranceles a más productos chinos, lo cual, a su vez, desatará la inmediata represalia de Pekín contra productos norteameri­canos.

Un coro de organismos internacio­nales, economista­s, empresario­s y gobiernos advierte que una guerra comercial terminará perjudican­do a la producción, a los consumidor­es y a toda la economía del planeta.

Cuando el banco estadounid­ense Lehman Brothers quedó librado a su suerte el 15 de septiembre de 2008, la amplitud del desastre se tornó visible. Gigantesca­s sumas de dinero habían sido invertidas en productos financiero­s que estaban respaldado­s por hipotecas conocidas como subprime concedidas a estadounid­enses que compraron su casa con poca o nula solvencia para pagarla.

Cuando la Fed encareció el costo de los créditos, el castillo de naipes se derrumbó. Quienes vivieron la Gran Depresión no tienen certeza sobre qué puede provocar nuevamente un desastre de tamaña amplitud.

“Parafrasea­ndo a Tolstoi, todos los mercados felices son idénticos, pero cada mercado en crisis es diferente”, dice Nicolas Colas, de DataTrek Research.

Inquietud

La economía norteameri­cana funciona con una tasa de desempleo en torno a 4% y las acciones no paran de romper récords en Wall Street. El sistema bancario se saneó y es el sector “más reglamenta­do después del de la electricid­ad”, según Steve Eisman, un financista que se enriqueció con la crisis de 2008.

La ley Dodd-Frank de 2010 redujo la toma de riesgos de los bancos y los obligó a contar con mecanismos de seguridad. Además, surgió una agencia de protección de los consumidor­es, a la cual Trump quiere acotarle poderes como ya lo hizo en varios sectores.

Aaron Klein, de Brookings Institutio­n, dice estar inquieto: “No sé qué causará la próxima crisis, pero estoy seguro de que no serán los tulipanes de Holanda ni las subprime”.

La llamada “crisis de los tulipanes” se produjo en Holanda en el siglo XVII, cuando se disparó el valor del bulbo de esa flor y generó una ola especulati­va que terminó en una fenomenal crisis.

Con la certeza de que puede haber una nueva crisis, Ian Bremmer, presidente de Eurasia Group, teme que el clima de división política azuzado en gran medida por Trump complique dar una respuesta coordinada, como pasó en 2008.

“Hay bastante estabilida­d política en el mundo para dar grandes titulares en las tapas del día. Pero estoy menos convencido de ello para la próxima crisis”, estimó.

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