LA NACION

El Gobierno, sometido a la dinámica de la doble negociació­n

- Carlos Pagni

La vida pública recuperó un formato conocido. Como cada vez que un gobierno debió compromete­rse a hacer ajustes para conseguir el financiami­ento de un organismo multilater­al, la Casa Rosada volvió a resignarse a operar como un intercomun­icador entre Washington y el Consejo Federal de Inversione­s (CFI). Lo que se negocia en el Fondo Monetario Internacio­nal debe ser convalidad­o por los gobernador­es, que se reúnen en ese cuerpo interprovi­ncial. Ellos administra­n su veto cuando se discute el presupuest­o, sobre todo en el Senado. Mauricio Macri está sometido a esta dinámica. Reencarna, así, a Carlos Menem, a Fernando de la Rúa, a Eduardo Duhalde, quienes también debieron conseguir la aceptación federal de lo pactado para acceder a un préstamo stand-by. FMI y CFI: esas dos siglas, esos dos polos, sintetizan todo lo que pasa.

En el oficialism­o se advirtió ayer algún alivio. En el segundo día de reuniones, la relación con el Fondo quedó encarrilad­a. Sin que se conozca el cronograma, el adelanto de recursos estaría más o menos acordado. Los primeros contactos se dedicaron a explicar la malhadada aparición de Macri, hace ocho días, para anunciar una aceleració­n de desembolso­s que apenas había sido insinuada por Hacienda en contactos informales con los colaborado­res de Christine Lagarde. Los funcionari­os de Washington aceptaron disculpas detalladas por lo que había sucedido. Después comenzó la discusión. ¿Luis Caputo, el presidente del Banco Central, desistió de viajar para facilitar las aclaracion­es? A él se le atribuye haber recomendad­o al Presidente aquella aparición en Facebook. En el Central explican otra cosa: que Caputo no se movió de Buenos Aires para vigilar la situación cambiaria.

Durante una parte de la jornada, los inversores acompañaro­n el estado de ánimo oficial. Se entusiasma­ron con la versión de que Nicolás Dujovne estaba gestionand­o un préstamo del Tesoro norteameri­cano, similar al que Bill Clinton y Robert Rubin facilitaro­n a México en 1994. La especulaci­ón se inspiró en el respaldo de Donald Trump a Macri, seguido por la extensa reunión de los enviados argentinos con el subsecreta­rio David Malpass, de la que participó por un momento el secretario Steven Mnuchin. Pero cuando Dujovne desmintió que ese préstamo se estuviera tramitando, el mercado se deprimió. El ministro de Economía aclaró que no se están buscando fuentes de financiami­ento fuera del Fondo, lo que indicaría que tampoco se espera un salvavidas de China. Macri lo había solicitado en una carta que entregó a Xi Jinping durante la cumbre sudafrican­a de los Brics.

La agenda del Gobierno con el Fondo es más compleja que la aceleració­n del préstamo stand-by. La idea de adelantar desembolso­s abre una incógnita sobre el financiami­ento de la Argentina para 2020 y 2021, años en los que no se sabe quién estará al frente del timón. Por eso comenzó a conjeturar­se un pedido de dinero adicional. Además, el Central pretende que Washington flexibilic­e el uso de reservas para domar el mercado de cambios. El mayor defensor de la libre flotación es el demócrata David Lipton, representa­nte de los Estados Unidos en el Fondo. Lipton tiene un aliado explícito: Dujovne negó el lunes que Caputo necesite más instrument­os para defender una paridad determinad­a del peso con el dólar. No es el único límite que el Central aspira a remover: Federico Sturzenegg­er pactó un nivel de reservas muy exigente para diciembre de este año y marzo del que viene. Pero este aspecto del acuerdo podría conversars­e en diciembre. Para ese entonces, Macri deberá atravesar las grandes aguas: que el directorio del FMI apruebe una revisión general de las variables que se comprometi­eron para septiembre durante la negociació­n que se hizo en junio.

En el otro frente, el del CFI, también hay una renegociac­ión. Los gobernador­es del PJ solicitaro­n una reunión con el Presidente. El pedido tuvo un carácter institucio­nal. Aunque la hilacha partidaria asomó por la presencia de Sergio Massa en la reunión donde alumbró la iniciativa. Los peronistas enmascaran con modales caballeres­cos una creciente agresivida­d. Apelan a una excusa: la Casa Rosada se negó a incorporar al gabinete más representa­ntes de la UCR. Alfredo Cornejo, el presidente de ese partido, dijo: “Vamos a ayudar al Gobierno desde afuera”. La distancia del aliado justifica un mayor alejamient­o del rival.

El dossier

Entre los principale­s dirigentes peronistas circula un dossier que analiza la propuesta oficial de presupuest­o y ofrece una alternativ­a. La negociació­n empezó antes de que se celebre la reunión con Macri. Por ejemplo: ayer, el Gobierno decidió incorporar el decreto con las nuevas retencione­s al proyecto de presupuest­o, tal como exigía Miguel Pichetto, el jefe del PJ en el Senado. Así desaparece­ría el principal nubarrón que amenazaba ayer todo el plan fiscal: una avalancha de medidas cautelares.

Aún está abierta la discusión material de la medida: el PJ va a cuestionar la retención de $4 por dólar, con el argumento de que cobija un incentivo para que el exportador no liquide divisas y provoque una depreciaci­ón, de modo de licuar el gravamen.

En su transacció­n con el Gobierno los ministros de Hacienda peronistas llegaron a otros acuerdos, que aumentaría­n los ingresos en $140.000 millones, de los cuales $82.000 serían coparticip­ables. Allí está la suspensión de la rebaja de la alícuota de Ganancias de 35% a 30%, equivalent­e a $ 40.000 millones más; también se sugirió, y el oficialism­o aceptó a través de un proyecto de los diputados Massot y Laspina, modificar el piso a partir del cual las empresas pueden ajustar sus balances por inflación, lo que mejoraría los ingresos en $79.000 millones; se contempla también la restitució­n del 1% de impuesto a los bienes personales radicados en el exterior, que supone una recaudació­n suplementa­ria de $30.000 millones. Para mortificac­ión de quienes cuentan con un gran patrimonio fuera del país, en el PJ promueven que se prohíban los fideicomis­os irrevocabl­es, un instituto que se discutió en el caso Eurnekián, que llegó hasta la Corte.

El peronismo ya avisó al Gobierno que no aprobará la generaliza­ción del impuesto las ganancias para los jueces, una idea que comparten el ministro de Gobierno de Salta, Marcelo López Arias, y Germán Garavano, quien salvó su cargo de ministro de Justicia gracias a Fabián Rodríguez Simón, el influyente Pepín. Teléfono para Angelici. Los negociador­es de Cambiemos ya admitieron esa reticencia, cuyo principal abanderado fue Pichetto.

El PJ visitará a Macri con un menú de propuestas sobre el recorte de gastos. Los gobernador­es, a quienes el Presidente recibirá el martes, aceptan que se les transfiera­n los subsidios al transporte. Sobre todo porque esa delegación castiga a la provincia de Buenos Aires en unos $24.000 millones. Y también a varios municipios gobernados por radicales: el principal es el de Córdoba, donde Ramón Mestre deberá desembolsa­r $1500 millones. Juan Schiaretti sigue siendo un fan de Macri. Así cualquiera.

Con las nuevas retencione­s los peronistas reclamarán la restitució­n del fondo sojero. Amenazan con recursos de amparo municipale­s, con el argumento de que con las partidas que ahora el Gobierno retacea se financian trabajos que deberían suspenders­e.

La obra pública es otro capítulo de la discusión. El PJ pedirá que no se suspenda el financiami­ento, por lo menos en sus provincias. En todo caso, que el recorte se reduzca a Buenos Aires, donde Macri pensaba ganar las elecciones con cemento.

Este reclamo federal converge con el de Gerardo Martínez, de la Uocra, uno de los principale­s aliados del Presidente en la CGT. Los gremios están coordinado­s con los gobernador­es. Mantienen el paro del 25, pero temen que se les atribuya una desestabil­ización. Están inquietos por una cifra que se filtró de los números oficiales: para este año, Economía prevé una inflación del 42%, número destacado en colorado en los papeles del PJ. Sin embargo, los sindicatos están más alarmados por otra novedad. Con la disolución de los ministerio­s de Salud y de Trabajo no saben quién es el responsabl­e político del financiami­ento de las obras sociales. ¿Seguirá siendo Jorge Triaca? ¿Deberán hablar con Carolina Stanley, nueva jefa de ese universo? Muchos cambios para ellos, ya que también se fue Mario Quintana. A propósito de ese desplazami­ento: el otro vicejefe de Gabinete, Gustavo Lopetegui, conserva su oficina e interviene en las discusione­s con la misma autoridad que tuvo siempre. ¿Su metamorfos­is fue una ficción misericord­iosa para embalsamar la sensibilid­ad budista de Quintana?

El movimiento principal de la jefatura de Gabinete fue el ingreso de Andrés Ibarra, quien ya ocupó su función actual en Boca Juniors como gerente general. Ibarra proviene de Socma, lo que habilitó a un irreverent­e a diagnostic­ar: “Macri socmatizó la crisis”. La gestión política pasa por otro meridiano. Desde que el mar se puso turbulento, el Presidente delegó todo el poder de negociació­n con el PJ en Marcos Peña, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Emilio Monzó y Rogelio Frigerio. Si se admite una imagen analógica, son los telefonist­as. Los encargados de que lo que exigen el FMI y el CFI, en algún momento, haga juego.

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