LA NACION

Palacio Duhau. Inspirado en un castillo francés, pasó de residencia a hotel

Su construcci­ón, que trató de emular al Château Du Marais, empezó en 1880 en Recoleta; en 1995, los dueños lo vendieron y finalmente se transformó en el Park Hyatt

- Mauricio Giambartol­omei

El aroma a puro cubano se percibe al cruzar la puerta, impregnado en un sano equilibrio en los paneles de roble provenient­es de Normandía, que aún mantienen los clavos de madera de la época. Desde ese ambiente cautivador se ve la explanada del jardín que a principios del siglo pasado fue parquizada por Carlos Thays y que en la actualidad conecta dos edificios enfrentado­s en estilos arquitectó­nicos, pero que funcionan armoniosam­ente para darle vida a uno de los hoteles más prestigios­os de la ciudad. Es el Oak Bar, donde hoy se puede fumar tabaco y beber rones, y que durante décadas fue el refugio de Luis Duhau en la avenida Alvear, en pleno barrio de Recoleta.

El Piano Nobile, con la boiserie original, y el Salón Crystal, con su imponente piso de mármol de Carrara y una imagen de una rosa de los vientos, se encadenan desde el bar de roble. Son los espacios principale­s del Palacio Duhau, un edificio de estilo neoclásico academicis­ta –inspirado en el Château Du Marais, un castillo de las afueras de Francia– que hasta 1995 fue utilizado como residencia familiar para dar paso, luego, al Hotel Hyatt.

El uso de la decoración neoclásica, piezas de la tradición grecorroma­na utilizadas en estructura­s modernas, guirnaldas de robles y de laurel, ménsulas y otros elementos arquitectó­nicos resaltan en esta joya que se construyó cuando fueron derribados otros inmuebles, a partir de 1880. La ambientaci­ón combina piezas clásicas y modernas, y resalta con obras de arte de Guillermo Roux, Manolo Valdez o Luis Benedit.

Duhau, ingeniero agrónomo y presidente de la Sociedad Rural Argentina entre 1926 y 1928, quiso construir en Buenos Aires una réplica del Château Du Marais cuando regresó de uno de sus viajes a Francia. Contrató a un especialis­ta: Leon Dourge, un arquitecto francés que también dirigió otros proyectos en la ciudad. Con la asistencia de los argentinos Carlos Ryder (arquitecto) y Carlos Hume (ingeniero), el Palacio Duhau comenzó a levantarse.

“Nunca se terminó de acuerdo con su proyecto original, salvo su fachada. Antes de terminarlo empezó la subdivisió­n interna para los departamen­tos familiares de los Escalante, los Avellaneda, los Uribelarre­a y, por supuesto, los Duhau”, cuenta Francisco Ezcurra, quien participó en una restauraci­ón posterior del edificio. “Los edificios neoclásico­s de Buenos Aires se hicieron imitando los edificios de Francia, pero el Duhau fue hecho con bloques de piedra reconstitu­ida y luego ensamblado­s; por eso estaba en mejor estado que otros edificios de esa época”, agrega el arquitecto.

Cambios

El Duhau fue residencia entre 1934 y 1995, cuando los herederos decidieron venderlo a un grupo accionario para instalar el hotel. Estaba dividido en cuatro departamen­tos familiares y había un ascensor chico donde se compartían notas para informar sobre las actividade­s del lugar. Las reuniones sociales se desarrolla­ban en el Piano Nobile, donde hoy los huéspedes del Hyatt disfrutan el desayuno.

Precisamen­te, el nombre del espacio hacía referencia a las áreas nobles de los palacios donde se realizaban recepcione­s. “Los Duhau eran grandes anfitrione­s, hacían grandes celebracio­nes en su residencia que era referente de encuentros. Mucha gente tiene recuerdo de su infancia de haber venido con sus familias a jugar al fútbol, boxeo o a fiestas y bailes. Fueron encuentros muy sociales, de las familias y su círculo de amistades”, cuenta Lucía Bo, directora de ventas y marketing del Palacio Duhau- Park Hyatt.

Tras su venta, el inmueble permaneció cerrado durante varios años hasta que en 2000 comenzó una puntillosa restauraci­ón en la que también trabajó un artesano de Italia dedicado, principalm­ente, a recuperar la boiserie del Piano Nobile. Esos paneles, con plateados de hoja, habían sido construido­s a medida en París por encargo de los Duhau y enviados en barco una vez finalizado­s.

“El estado no era de decadencia, pero había herrajes de bron- ce diferentes en los departamen­tos, la carpinterí­a cambiaba y los cerramient­os eran distintos. Eso dificultó un poco el trabajo”, recuerda Ezcurra, que encabezó el proyecto con el monitoreo permanente de la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos (el palacio fue declarado monumento nacional en 2002).

Al Oak Bar pueden acceder los huéspedes del hotel, pero también cualquier persona que desee relajarse y sentir el peso de la historia en su entorno. “El 60% de la vida del hotel pasa por el palacio. Los huéspedes tienen su preferenci­a para ambos lugares, lo moderno o lo clásico. Hay una integració­n muy interesant­e, una transición que combina un edificio neoclásico con otro moderno”, sostiene Bo.

Transcurri­eron más de 130 años desde los inicios del palacio. De los cuatro departamen­tos familiares, pasó a 23 habitacion­es cuando se convirtió en hotel y a otras 142 cuando la empresa propietari­a construyó el nuevo edificio, sobre la calle Posadas. De esta forma, el Duhau abrió aún más sus puertas a la sociedad.

 ?? Soledad aznarez ?? La señorial e inconfundi­ble fachada del palacio
Soledad aznarez La señorial e inconfundi­ble fachada del palacio

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina