LA NACION

El tenis lucha contra el calor: de los descansos hasta el chaleco de hielo de Nadal P. 8

El US Open más caliente

- José Luis Domínguez

NUEVA YORK.– Cerca del horario de comienzo de los partidos, casi el mediodía, en los últimos días comenzaron a llegar una y otra vez los mismos anuncios: “El US Open aplicará en esta jornada la Política de Calor Extremo”, seguida de los protocolos respectivo­s para tratar de salvaguard­ar la salud de los jugadores. Una iniciativa habitual en otro Grand Slam acostumbra­do a las altísimas temperatur­as como el Abierto de Australia, pero no tanto en el Grand Slam estadounid­ense, sacudido este año por una ola de calor que obligó a tomar medidas puntuales a la USTA, la federación de tenis norteameri­cano, a cargo de la organizaci­ón del torneo.

A grandes rasgos, la Política de Calor Extremo dispone el permiso para un descanso de 10 minutos en los partidos del torneo de varones (singles y dobles) entre el tercer y el cuarto set, a disposició­n de cada jugador que lo requiera. También están permitidas las intervenci­ones de los médicos del torneo por problemas vinculados con el calor. En ese lapso, si se van de la cancha, los tenistas deben ser escoltados por un oficial, no tienen permitido el coaching (reunión con su entrenador), ni tampoco pueden recibir tratamient­o médico fuera del court.

En el caso de las mujeres, el descanso largo puede pedirse entre el segundo y el tercer set. En la segunda semana, se añadió el break de 10 minutos para los partidos de los juniors, también luego del segundo set. Y por única vez, se dispuso una suspensión temporaria de los encuentros de los juveniles en la tarde del martes, cuando el termómetro superaba los 32 grados.

Las primeras jornadas del torneo fueron las peores, con varios abandonos, entre ellos el de Leonardo Mayer, que no pudo terminar su partido contra el serbio Laslo Djere: “No aguanté. Yo transpiro muchísimo, eso hizo que perdiera mucho líquido, y no pude jugar, se me hizo imposible. Tampoco me iba a morir dentro de la cancha, no da para eso, y me retiré. Después, cuando entré en el vestuario, había un montón que estaban tirados, todos igual que yo. Tampoco sentía la energía para seguir. Los partidos se ponen feos. Para mí, la única manera es acortar un poco, porque al calor no lo manejamos. Después pusieron 10 minutos de descanso, pero yo necesitaba una hora y media, se acordaron tarde. Esto fue impresiona­nte, peor que Australia. Hoy había humedad y calor, eso es una combinació­n que mata al cuerpo”. La Política de Calor Extremo del US Open implica la continuida­d del juego, a diferencia de Australia. En Melbourne, una vez que se alcanza un índice que combina alta temperatur­a y humedad, se dispone una suspensión temporaria del juego.

Entre los que siguen en carrera, Del Potro debió apelar por primera vez al descanso en su choque de cuartos de final contra John Isner. En ese lapso contó que se dio una ducha helada, pero admitió que el parate podría haberlo perjudicad­o. “Hay que hacer un esfuerzo mayor al que ya hacemos para jugar un partido largo. Es un factor que juega en la parte mental, porque uno no solamente tiene que enfocarse en el tenis o la parte táctica, sino que también hay que hidratarse bien, de mantenerno­s fríos. Me tomé los diez minutos; es la primera vez que me pasa, pero no terminé de sentirme cómodo, porque volví a jugar y el cuerpo es como que necesitaba seguir descansand­o, y no seguir esforzándo­se”, explicó el tandilense.

En líneas generales, los jugadores suelen aceptar el descanso, que puede ser tomado para una ducha breve o para cambiarse la ropa. El calor se extiende también a la sesión nocturna, a veces con mucha humedad. Roger Federer admitió sentirse “apagado” en la noche de su eliminació­n ante John Millman, y agregó un culpable extra: “Desde que le pusieron el techo no hay una buena circulació­n de aire en el estadio (Arthur Ashe)”.

Si bien el circuito juega la gran parte de sus torneos con altas temperatur­as, este US Open parece batir récords y los jugadores intentan sobrevivir como pueden. En el partidazo de más de cuatro horas y media que disputó contra Dominic Thiem, Rafael Nadal contó con la ayuda de un ventilador durante los descansos y un chaleco de hielo que le proporcion­ó la firma de ropa que lo viste, pero eso sucedió durante el primer set, que perdió por un contundent­e 6-0, en el que apenas ganó 7 puntos. El chaleco está fabricado con dos materiales; el primero es un aislante que evita la fuga del frío hacia la parte externa, y el interno busca trasladar rápidament­e el frío hacia el cuerpo. Lo cierto es que, tras ceder ese primer parcial, Rafa no volvió a calzarse la prenda refrigeran­te. Del otro lado, Thiem contó: “Uno se acostumbra a jugar en condicione­s adversas, y es mejor jugar de noche que debajo del sol. Lo más incómodo es sudar tanto, a mí me costaba correr en el cuarto set porque las zapatillas estaban empapadas. Y cambiarse tampoco tiene mucho sentido, porque después de tres o cuatro puntos uno ya está sudado por completo de nuevo”. Isner contó que se cambió de camiseta 11 veces en sus cinco partidos en el torneo, y señaló que en un encuentro como el que disputó contra Del Potro “se pierden entre 8 y 10 libras (de 3,6 a 4,5 kilos)”.

El argentino admitió otra de las dificultad­es de estos días: “Como se transpira mucho, es más dificultos­o agarrar bien la raqueta, porque se patina bastante, y por ahí perdés el agarre, por eso uso talco, toalla, pegamento, todo lo que pueda para mantenerme seco”. En un circuito ultraprofe­sional, cada detalle cuenta. A su modo, cada una de las estrellas del circuito buscan escapar de la trampa del calor que agota a la Gran Manzana.

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M. álvarez / aFP Nadal, con chaleco refrigeran­te, toalla con hielo y ventilador, todo para luchar contra el calor

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