Claves para controlar las siete malezas más difíciles
En el listado de las malezas, siete se destacan por su resistencia a los herbicidas. A continuación, las mejores prácticas para su combate.
Yuyo colorado: posee resistencia a glifosato y a otros herbicidas por lo que se requiere el empleo de herbicidas residuales distintos a los herbicidas inhibidores de ALS y tratamientos de repaso post-emergentes.
Rama negra: su principal pico de emergencia ocurre en otoño con un segundo flujo más leve a la salida del invierno. Es económicamente controlable con glifosato, herbicidas hormonales y con sulfonilureas durante su estado de roseta pequeña. A medida que avanza en su ciclo se torna más difícil de manejar y se debe recurrir al “doble golpe químico” o a métodos mecánicos. Pensamiento silvestre: es una maleza otoño-invernal, pero su presencia suele pasar desapercibida hasta la primavera. Allí florece y debe recurrirse a herbicidas quemantes para el control.
Sorgo de Alepo: maleza perenne primavero-estival con biotipos resistentes a glifosato y a graminicidas como haloxifop. Ni bien se detecta hay que actuar para evitar su dispersión en el lote. La prevención es la mejor herramienta.
Cloris: sensible a glifosato y otros herbicidas con actividad sobre gramíneas cuando las plantas no superan los 5 o 6 cm, en pre-macollaje o en sus inicios.
Pasto amargo: gramínea perenne de ciclo primaveroestival. De elevada resistencia a glifosato, es sensible a graminicidas selectivos post emergentes hasta 10-15 cm de altura, así como a herbicidas residuales con actividad sobre gramíneas.
Raigrás anual: con resistencia múltiple, es una maleza que por falta de monitoreo persiste hasta la primavera. Por su estado fenológico, los graminicidas pierden eficacia y debe recurrirse a técnicas de doble golpe o desecantes.