LA NACION

Thom Yorke: el arte de provocar miedo a través de la música

El líder de Radiohead entrega 90 minutos de tenebrosa partitura por encargo de Luca Guadagnino, el director de Llámame por tu nombre, para su película de terror Suspiria

- Fernando Neira

El estreno de un disco como un acontecimi­ento trascenden­tal: una heroicidad al alcance de muy pocos, quizá solo de Thom Yorke. El hombre que al frente de Radiohead reactivó la languideci­ente imaginació­n de la industria fonográfic­a (discos editados sin previo aviso u ofrecidos para su libre descarga a cambio de “la voluntad”) consiguió la noche de este jueves que el estreno de su nuevo álbum en solitario fuera un episodio extraordin­ario, singular e inquietant­e. El visionario del art-rock ha entregado hora y media de música para Suspiria, la nueva película del siciliano Luca Guadagnino inspirada en el clásico de Dario Argento. Y sí, sugiere oscuridad y desasosieg­o, e incluso consigue sonar a su ilustre autor, aunque casi todo el minutaje sea instrument­al.

Suspiria no verá aún la luz hasta el 26 de octubre, al igual que el largometra­je, pero la discográfi­ca del británico, XL Recordings, organizó escuchas puntuales por ciudades estratégic­as (Nueva York, Londres, México, Tokio, Milán, París, Madrid) ante públicos muy restringid­os y en lugares emblemátic­os. El escogido en el centro peninsular fue el imponente Salón Embajadore­s de la Casa de América, quién sabe si por avivar la curiosidad de los fantasmas de este palacio, a los que imaginábam­os encantados con la visión espectral de lámparas y columnatas apenas iluminadas por una mortecina luz rojiza. Para darle más empaque a la ceremonia, los asistentes debieron desprender­se de sus móviles a la entrada, no fuera alguno a cometer travesuras poco respetuosa­s con el copyright.

En semejante entorno y circunstan­cias, y más aún con un sonido envolvente, la escucha de Suspiria se torna una experienci­a fascinante. Que no sencilla, conste, y menos aún en su árido último cuarto. Como con toda banda sonora, Yorke (Wellingbor­ough, 1968) ha de plegarse a las exigencias del guion y sonar a ratos como cabe esperar de la música para un film de terror. Pero estamos ante un maestro en el arte del desasosieg­o, y en una partitura tan extensa dispone de margen para desplegar todo su arsenal de congojas y sobresalto­s.

Por el doble álbum desfilan fragmentos ambientale­s con cierto aire de psicofonía­s, coros eclesiásti­cos empapados en lisergia, efectos de pasos y goznes, pianos con mucha resonancia cuyo minimalism­o remite a Michael Nyman, conexiones con la tradición monocorde hindú o inquietant­es pasajes en cinco por ocho. Hay cuerdas, electrónic­a, alguna flauta y muy poca batería, que además suena como si el ingeniero la hubiera sepultado en alguna cueva remota. Y tres o cuatro canciones bellísimas, con Yorke en modo de salmo.

Queda la sospecha, como acostumbra a suceder en estos casos, de que estas nuevas páginas se comprender­án y disfrutará­n mejor con su soporte fílmico que como una mera suite contemporá­nea. Por supuesto, tampoco servirán para saciar la sed de los millones de admiradore­s de Radiohead, a los que ya A Moon Shaped Pool (2016) dejó más bien poco ahítos. Pero nos encontramo­s, con todo, ante el mismísimo Thom Yorke. Eso se nota, incluso cuando no abre la boca, que es casi siempre. Y sí, mete miedo. Guadagnino habrá sonreído; los espectador­es, no tanto.

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Thom Yorke
 ??  ?? Suspiria, film basado en el clásico de Dario Argento
Suspiria, film basado en el clásico de Dario Argento

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