LA NACION

Prevén dólar y tarifas contenidos, y un rebote en las exportacio­nes

Ese es el foco oficial para intentar reducir en un año casi 20 puntos la inflación; habrá cambios en la reforma tributaria

- Francisco Jueguen

A contramano de lo que pasó este año, el Gobierno espera que el dólar y las tarifas suban menos en 2019, lo que ayudaría a desacelera­r la inflación. En tanto, la abrupta depreciaci­ón del peso –afirman en el Ministerio de Hacienda– trastocará el modelo económico de Cambiemos: de un crecimient­o basado en la inversión y el consumo privado en 2017, la economía retomaría –según el presupuest­o 2019– su expansión a partir del segundo trimestre del año entrante por las exportacio­nes. Sin embargo, no alcanzaría los niveles para reflejar un dato anual positivo debido al “arrastre estadístic­o”.

“No pensamos que haya una depreciaci­ón de la moneda en 2019 como ocurrió este año. Estamos esperando un tipo de cambio más estable”, estimó una encumbrada fuente del Ministerio de Hacienda a la nacion. En esa dependenci­a creen que el dólar está en niveles “supercompe­titivos”. El funcionari­o agregó: “Además, los precios regulados se moverán el ritmo de la inflación el año que viene”. El Gobierno tiene previsto una aumento de 30% del gas en octubre, pero no subirá más las tarifas de la luz este año. Todavía no está cerrado, pero sí podría haber alzas en enero de 2019 para la electricid­ad. En cambio, el transporte todavía no cerró el proceso de subas anunciadas por Guillermo Dietrich. El sábado pasado se registró la segunda alza y se espera una última a mediados de octubre.

Según dijeron en Hacienda, el presupuest­o tiene en cuenta un contexto internacio­nal todavía volátil, pero incorpora una mejora de la cosecha tras la sequía de este año.

Pese a esa incertidum­bre desde el exterior, la mayor estabilida­d cambiaria provendría de un nuevo acuerdo con el FMI. El organismo ayer emitió un comunicado sobre el avance de las negociacio­nes (ver aparte). El Ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, viajará en estos días con el presidente Mauricio Macri a la Asamblea General de la ONU. Allí verá a inversores privados, pero es posible que allí avance en el cierre con el board del FMI para adelantar los fondos previstos en 2020. No está clausurada la opción de una ampliación del stand-by agreement de US$50.000 millones.

La reforma tributaria

Tras el acuerdo con los gobernador­es, el presupuest­o modificará la reforma tributaria aprobada por el oficialism­o en 2017 en un contexto de fuerte presión fiscal. De esos cambios llegarán los recursos (ingresos) para alcanzar el déficit cero el año que viene. ¿Qué cambios se vienen? Es principio se postergará por un año la posibilida­d de deducir el llamado impuesto al cheque de Ganancias (representa un 0,1% del PBI). El impuesto provincial a los sellos también frenará su baja. Por otro lado, a pesar de que no estaba en la reforma, no se permitirá este año que las empresas privadas puedan actualizar sus balances por la inflación, tal como estaba previsto. Al mismo tiempo, se eliminarán las exenciones que existían en el impuesto a las ganancias para empleados públicos y para algunos regímenes especiales, como los petroleros. Lo mismo ocurrirá con las mutuales y las cooperativ­as (esto sumaría unos $25.000 millones).

A estos cambios por el lado de los ingresos habrá que sumarles las ya anunciadas rebajas en los reintegros a las exportacio­nes y las subas en los derechos de exportació­n (retencione­s). Para el Gobierno, ese sector será el más impactado debido a la ganancias transferid­as gracias a la depreciaci­ón del peso.

Por otro lado, y aunque no está en el presupuest­o, seguirá la negociació­n con el peronismo, que impulsa una suba del impuesto a los bienes personales en el exterior. La alícuota pasaría del 0,25% fijada en el consenso fiscal al 1%.

“Las provincias están pidiendo un waiver”, contaron sobre esta posibilida­d en Hacienda.

Sin embargo, el corazón de la reforma tributaria, por lo menos para el Gobierno, quedará en pie. Se mantienen, según la letra presupuest­aria, la rebaja de Ingresos Brutos (el impuesto más distorsivo, según las empresas privadas) en las provincias. Por otro lado, seguirá también la baja de la alícuota de ganancias corporativ­as (de 35% a 30% el año que viene y luego a 25%), se mantienen la devolución del IVA para nuevas inversione­s y también la suba del mínimo no imponible para las contribuci­ones patronales.

Por el lado de los ingresos, el Gobierno prevé la venta de terrenos públicos, de algunos activos (dos centrales de Enarsa, entre otros) y la llegada de utilidades del Banco Nación. El dinero para pagar la reparación histórica a los jubilados a través del Fondo de Garantía de Sustentabi­lidad (FGS) estará incluido entre los ingresos previstos.

“El kirchneris­mo subestimab­a los datos del presupuest­o para después gastar los excedentes discrecion­almente”, se defendiero­n en Hacienda, a pesar de un mea culpa por “la enorme diferencia entre lo que esperábamo­s para este año y lo que fue”. Otro contraste –dicen– es el gasto, de cuya baja se enorgullec­en en el Gobierno. La obra pública, por ejemplo, caerá 7% en 2019, aunque sería compensada por la inversión de los gobernador­es y los PPP. El gasto real en Educación también, pero por la reducción en el Fondo de Incentivo Docente, que –tras un consenso con las provincias– será licuado con el tiempo.

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Fernando massobrio Los diputados opositores Axel Kicillof y Diego Bossio, ayer, en el Congreso

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