LA NACION

El último adiós a De la Sota convocó a figuras de todo el arco político

- Gabriela Origlia

Córdoba. Casi dos horas le llevó ayer al cortejo fúnebre de José Manuel de la Sota recorrer los cinco kilómetros que separan el Centro Cívico del cementerio San Jerónimo. Una multitud –como la que pasó por la capilla ardiente– acompañó el paso de los autos. Hubo flores y palabras de aliento para las hijas del exgobernad­or de Córdoba, quienes con las ventanilla­s bajas retribuían el saludo.

El cortejo partió con dos horas de demora porque el desfile de gente no cesaba en el velatorio. A media mañana llegaron el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y el juez de la Corte Suprema Juan Carlos Maqueda.

La salida del féretro fue acompañada por los Federales de Güemes, bomberos y policías que escoltaron el camino; la gente arrojó flores y aplaudió de manera respetuosa.

Antes de la partida habló el gobernador Juan Schiaretti, quien destacó las caracterís­ticas de “estadista” de De la Sota.

Varias veces se quebró el gobernador en la despedida y fue interrumpi­do por aplausos. Terminó, una vez más, llorando y abrazado con las hijas del exmandatar­io. “Fue, sin dudas, la mayor figura del peronismo de Córdoba en la historia; el mayor dirigente que tuvimos y también en el orden nacional”, dijo.

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Diego lima La salida del féretro, ayer, camino al cementerio San Jerónimo

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