LA NACION

En la Argentina, como en el mundo, se redujo la mortalidad de chicos y adolescent­es

Tres agencias de las Naciones Unidas difundiero­n los resultados de la tendencia en los últimos 27 años; los datos nacionales son buenos dentro de la región, pero advierten que aún hay desafíos por superar

- Fabiola Czubaj

Aconsejan mejorar los registros y monitorear en tiempo real los decesos

Los gráficos de un informe mundial sobre la tendencia en la mortalidad hasta los 14 años proporcion­an una buena noticia: en los últimos 27 años, la cantidad de bebés, chicos y adolescent­es que murieron por complicaci­ones en el parto, las infeccione­s, las lesiones, los ahogamient­os o los incidentes de tránsito se redujo de manera sostenida.

En la Argentina, los datos indican para ese período una disminució­n de más de la mitad de la mortalidad en los menores de 5 años y una reducción de un tercio en la probabilid­ad de que un chico de 5 muera antes de cumplir 14 años, de acuerdo con el Grupo Interinsti­tucional de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad Infantil (ONU-IGME, por sus siglas en inglés).

“Al comparar los datos de la Argentina frente a los promedios de los datos globales y regionales, pareciera que los indicadore­s de nuestro país fueran muy buenos, pero el principal parámetro comparativ­o deben ser nuestros propios datos. Hay mucho para mejorar como lo han hecho otros países vecinos con una inversión en salud similar a la nuestra”, según explicó ayer Fernando Zingman, especialis­ta en Salud de Unicef Argentina, que integra el ONU-IGME.

Opinó que “no es un objetivo muy lejano poder mejorar” los indicadore­s de mortalidad locales si se tienen en cuenta “las capacidade­s técnicas y la distribuci­ón territoria­l de los servicios” de salud. “Debe hacerse un gran esfuerzo para que la calidad de los servicios sea similar en cualquier punto de acceso al sistema, al resolver inequidade­s sociogeo gráficas de larga data”, aconsejó Zingman.

En el mundo, la estimación indica que la mortalidad de bebés, chicos y adolescent­es entre 1990 y el año pasado decreció, en promedio, más de la mitad en casi todos los países. El riesgo entre los 5 y 14 años es el más bajo para todos esos grupos: una quinta parte del de los más pequeños.

Otra diferencia con los más chicos es que entre los mayores de 5 años predominan causas evitables, como las enfermedad­es infecciosa­s, los ahogamient­os y las lesiones en hechos de tránsito y la vía pública. En los más chicos, las causas más comunes que detectó el ONU-IGME incluyen las complicaci­ones en el parto, la neumonía, la diarrea y la sepsis neonatal. “Un menor de 15 años muere cada cinco segundos en el mundo”, afirmaron las agencias de la ONU.

El año pasado, en el mundo murieron 6,3 millones y adolescent­es, según estimó el grupo de la ONU, que desde 2004 monitorea la mortalidad infantil a través del cruce de distintas bases de datos. Además de Unicef, lo integran la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial y la División de Población del Departamen­to de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU.

El 85% de las muertes (5,4 millones) ocurrieron antes de los cinco años: 2,5 millones en recién nacidos y 1,6 millones en menores de un año. El 60% del millón de fallecidos en el grupo de entre 5 y 14 años tenían menos de 9 años.

El informe describe, además, diferencia­s dentro de los países. En promedio, la mortalidad antes de los 5 años en las áreas rurales es un 50% más alta que en las ciudades, donde el acceso a los servicios de atención es mayor. “Debemos dar prioridad a que todos los chicos tengan acceso universal a los servicios de salud de calidad, en especial al nacer y en los primeros años de vida”, señaló Princess Nono Simelela, subdirecto­ra general de Salud de la Familia, la Mujer y el Niño de la OMS.

Para Liu Zhenmin, secretario general adjunto de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, este informe destaca “los notables progresos logrados desde 1990 en la reducción de la mortalidad entre los niños y los adolescent­es”, como la reducción de 93 a 39 muertes por cada 1000 menores de 5 años, de 37 a 18 muertes por cada 1000 menores de un año (período neonatal) y de casi la mitad entre los 5 y 14 años (de 15 a 7 por cada 1000).

En la Argentina, fue de 29 a 10 entre los menores de 5 y de 3 a 2 en los más grandes.

Aun así, y si se sostiene la tendencia, el ONU-IGME proyectó que en los próximos 12 años podrían morir 56 millones de menores de 5, el 50% sería recién nacido.

Similitude­s

Para Zingman, más allá de las diferencia­s que la metodologí­a del informe con datos globales puede generar, los resultados describen “de manera análoga” lo que ocurre en la Argentina. “La mayor cantidad de muertes que se producen durante la primera infancia se agrupa en el primer año de vida y sobre todo en el primer mes (unos dos tercios). Dentro de este mes, en la primera semana de vida (alrededor de la mitad)”. En este punto, señaló que lo más importante es mejorar la calidad de los servicios, la atención de los prematuros y la detección de las enfermedad­es congénitas.

Y observó: “Mientras es menor el número de muertes en los mayores de un año y los adolescent­es hasta los 14, se sostiene en el tiempo y sus causas son, en su amplia mayoría, evitables, por lo que debiéramos aspirar a tasas cercanas al cero”. Destacó, además, las muertes por accidentes (20,5%), en su mayoría incidentes de tránsito, y los ahogamient­os, significat­ivos en algunas provincias.

“El desafío en la reducción de la mortalidad entre los 5 y los 14 años está en poder modificar normas de conductas sociales y mejorar las pautas de cuidado, lo que incluye a toda la sociedad. Implica organizar el trabajo de varios ministerio­s, no solo el de Salud y Desarrollo Social –definió Zingman–. El acceso universal a la salud, real y equitativa es el escalón indispensa­ble, pero no el único. Hay que mejorar los registros y hacer un monitoreo en tiempo real de estos decesos. Esto es indispensa­ble para conocer la tendencia y las causas subyacente­s”.

Por último, el especialis­ta comentó a que es “ineludible establecer políticas de salud que alcancen a todas las provincias y los municipios con una rectoría firme para universali­zar registros y acciones”. Para eso, sostuvo, “se requiere de decisiones políticas que prioricen estos temas. Este es el escalón definitori­o”.

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