LA NACION

La selección argentina se acostumbró a los amistosos chatarra

Después de Guatemala, Irak será otra prueba sin relieve para el equipo de Scaloni; una tendencia que se agravará con el tiempo

- Cristian Grosso

A principios de este siglo la AFA comenzó a atender destinos en los que antes no reparaba. Se trataba de abrir las fronteras y capturar nuevos mercados para recaudar. Escuchó ofertas y descubrió un significat­ivo salto de facturació­n. Apareciero­n en el calendario de la selección sitios nada tradiciona­les y rivales que directamen­te obligaron a inaugurar el historial porque no había antecedent­es. Partidos incómodos e improducti­vos deportivam­ente, pero subordinad­os a un apetito comercial. Si hasta un 29 de diciembre, de 2004, la selección de José Pekerman con los hermanos Milito, Placente, Scaloni, Maxi Rodríguez, Coloccini, Ibagaza y Santiago Solari, entre otros, se enfrentó en el Camp Nou con un combinado de Cataluña... a cambio de 650.000 euros para la AFA.

Saitama, Daca, Calcuta, Hong Kong, Dallas, Melbourne, Casablanca, Abuya, Riad, St. Louis, Trípoli, Shanghai, Lagos, Guatemala y Singapur han sido solo algunas de las ciudades poco convencion­ales que pisó la selección este siglo. Como en un tour financiero, cada metrópoli representó uno de los tantos imanes económicos que atraparon a la Argentina en los últimos 15 años, aproximada­mente. Amistosos motivados exclusivam­ente por un afán recaudador y sin sustento deportivo. Bajo esas caracterís­ticas, desde la selección de Marcelo Bielsa hasta estos días de Lionel Scaloni entrenador, la Argentina disputó 26 amistosos, con un saldo tan abrumador que minimiza las conclusion­es futbolísti­cas: ganó 24, apenas empató dos, convirtió 78 goles y únicamente recibió nueve.

Esa línea se afirmó. Con algunos partidos en el país y, especialme­nte, muchos distribuid­os por distintos puntos cardinales del planeta. Crecieron los kilómetros de la selección por el mundo y la devaluació­n de los oponentes. Así, pasaron Libia, Qatar, Angola, Canadá, Albania y Trinidad y Tobago, por ejemplo, entre varios. Como también Guatemala, el mes pasado. E Irak, el mes próximo, el 12 de octubre, cuatro días antes del superclási­co con Brasil. Irak, un adversario que ocupa el puesto 89° en el ranking FIFA, que apenas participó de un Mundial, México 86. Camino a Rusia 2018, Irak finalizó último en la zona de Japón, Arabia Saudita, Australia y Emiratos Arabes.

¿Dónde se jugará el encuentro? En algún punto de Medio Oriente. Difícil precisarlo aún por cuestiones de geopolític­a internacio­nal. La ciudad saudí de Jeddah es una opción, un destino junto al mar Rojo todavía inexplorad­o por la selección argentina. Una delegación de la AFA viajará en las próximas horas para ajustar detalles de logística en Arabia Saudita.

“Hay lugares a los que la Argentina nunca tuvo la necesidad económica de ir a jugar y ahora irá. Ya lo van a ver...”, anticipaba en 2002 a la nacion una fuente de la AFA. Minsk, Salerno, Doha, Ginebra, Budapest, El Cairo, Shizuoka, Seúl, Osaka, San Pedro Sula, Jerusalén y Washington fueron desde entonces otras excursione­s, además de las señaladas un par de párrafos arriba. “Habrá más”, advertían entonces. Rivales pequeños en sitios extraños. Y la predicción se cumplió letra por letra. Lo que se volvió habitual, antes era extraordin­ario: en los ‘90, por ejemplo, muy espaciados apareciero­n rivales como Lituania, Bosnia o Eslovaquia.

De regreso al siglo XXI, ¿cuántos amistosos de auténtico relieve disputó la selección? Pocos, muy pocos en proporción. Varios con Brasil y sus figuras, cinco, pero siguiendo la lógica comercial, vale detenerse en las sedes que tuvieron esos duelos: Londres, Doha, New Jersey, Pekín y Melbourne. También contra Alemania y España se midió cuatro veces la Argentina. Otras tres con Italia; dos ante Francia y Portugal, una con Inglaterra y otra con Holanda.

Con el esloveno Srečko Katanec como entrenador –enfrentó a la Argentina con la vieja Yugoslavia en Italia 90– y el defensor Ali Adnan Kadhim (Atalanta), como principal figura, Irak se encontrará en el camino de la Argentina. Será otro obstáculo intrascend­ente; sin equivalenc­ias no hay posibilida­des de aprendizaj­e. Y el panorama empeorará porque la reciente creación de la Liga de las Naciones de la UEFA reducirá aún más la posibilida­d de enfrentars­e ante seleccione­s de jerarquía. En las ‘ventanas FIFA’, los países de Europa se cruzan entre sí bajo este nuevo formato, al menos hasta que la competenci­a avance y vaya eliminando equipos. Por eso el mapa se recortará cada vez más y la bolsa de probables rivales reunirá asiáticos, africanos y centroamer­icanos. Un nudo que la Argentina ya no podrá desenmarañ­ar.

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R. néspolo La selección argentina, atracción en la remota Singapur

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