LA NACION

La colección del Malba se renueva por su cumpleaños

festejo. El museo fundado por Eduardo Costantini celebrará mañana su 17° aniversari­o con una muestra que incluye una obra de Diego Rivera, la más cara de la historia del arte latinoamer­icano

- Celina Chatruc

festejo. Con una obra de Diego Rivera, la más cara de la historia del arte latinoamer­icano, y varias de Xul Solar y Antonio Berni que se suman al recorrido de su colección, el Malba celebrará mañana su 17º aniversari­o. La muestra, dirigida a un público masivo, incluye una nueva instalació­n de Alicia Penalba.

Ahí están, superpuest­as. Las tres distinguib­les con una sola mirada: Abaporu (1928), de Tarsila Do Amaral, pieza emblemátic­a del modernismo brasileño; Autorretra­to con chango y loro (1942), de Frida Kahlo, elegida por Eduardo Costantini hace más de veinte años en un remate de Sotheby’s en Nueva York, y Baile en Tehuantepe­c (1928), pintura que el fundador del Museo de Arte Latinoamer­icano de Buenos Aires (Malba) no pudo comprar en aquella subasta, pero logró adquirir en 2016, tras pagar por ella 17,5 millones de dólares. Se convirtió, así, en la obra más cara de la historia del arte latinoamer­icano.

Aunque esta última no pertenece a la colección permanente del Malba, fue prestada por Costantini para la nueva muestra integrada por un tercio de las 600 obras que componen el acervo del museo. Mañana, desde las 19, “Arte Latinoamer­icano 1900-1970” se podrá visitar con entrada gratis cuando se celebre el 17° aniversari­o de una de las institucio­nes culturales más visitadas del país.

Decenas de turistas suelen llegar puntuales al Malba al mediodía, para repetir una escena ya habitual para los porteños. En varias ocasiones, como en las muestras dedicadas a Yayoi Kusama, Andy Warhol y Yoko Ono, se extendiero­n por varias cuadras las filas para entrar al edificio construido sobre la Plaza Perú, recibido con acalorados debates entre los vecinos de Barrio Parque cuando comenzaba el nuevo milenio.

Las crisis recurrente­s de la Argentina hacen que el escenario actual no sea tan distinto al de entonces: la incertidum­bre económica no solo demoró la publicació­n del catálogo de casi 500 páginas, sino también el nombramien­to del nuevo director del museo, que podría ser extranjero. El español Agustín Pérez Rubio dejó su cargo a fines de mayo último y estaba previsto que se anunciaría en junio quién lo sucedería. Sin embargo, el resultado del trabajo realizado por la consultora británica Liz Amos se conocería recién el mes próximo.

Accesible y didáctica

Por ahora, una de las grandes novedades que presenta el Malba es Formas voladoras, obra realizada por Alicia Penalba a comienzos de la década de 1970 y donada al museo el año pasado. La imponente instalació­n, compuesta por varias piezas amuradas a la pared, se exhibe bajo luz natural en la última sala de este nuevo recorrido que abarca los 900m2 del primer piso.

“Hicimos una exposición cronológic­a, didáctica y accesible para todo público”, dice Victoria Giraudo, jefa de curaduría del Malba, que tuvo a su cargo la selección de 230 obras realizadas por más de 200 artistas. Para diseñar esta muestra que toma la posta de la más académica “Verboaméri­ca”, diseñada por Pérez Rubio y Andrea Giunta, Giraudo trabajó en diálogo con Costantini y Ricardo Esteves, asesor del empresario desde los inicios de la colección. Los tres recordarán esa historia mañana, a las 18, en el auditorio del museo, moderados por Alicia de Arteaga.

“Esteves fue mi maestro, él me enseñó a colecciona­r”, dijo anteayer Costantini a LA NACION mientras celebraba su propio cumpleaños con “la familia del Malba”. “Al principio compraba las obras que él me indicaba, después fui aprendiend­o más”, agregó el empresario, quien destacó también el rol del curador Marcelo Pacheco en el crecimient­o del acervo del museo. Según Costantini, se trata de “la colección exhibida de arte latinoamer­icano más importante del mundo. Incluye obras muy difíciles de reunir hoy, porque ya no están en el mercado o requieren un alto presupuest­o”.

Con su fuerte en el período moderno, la colección del Malba incluye piezas que se convirtier­on en íconos. Entre ellas, Autorretra­to con chango y loro, de Kahlo; Abaporu, de Tarsila do Amaral; Manifestac­ión (1934), de Antonio Berni, y Lo imposible (1945), de María Martins.

Además de estas obras emblemátic­as, la muestra actual reúne una veintena de trabajos de Xul Solar –el conjunto más significat­ivo del artista en una colección pública por fuera del Museo Xul Solar– y una decena de obras de Berni. De este último se incluyen Mercado colla (circa 1936) –único fresco de temática indigenist­a que se conserva del maestro argentino, adquirido en 2013– y otras dos que no se exhibían desde hace años: El pájaro amenazador (1965) y La mujer del sweater rojo (1935). También se vuelven a ver Mujeres con frutas (1932), de Emiliano Di Cavalcanti; El viudo (1968), de Fernando Botero, y los artistas de la Nueva Figuración (Deira, Noé, De la Vega y Macció), y están mejor representa­dos los artistas concretos y los cinéticos, como Julio Le Parc con sus obras interactiv­as.

El recorrido va desde los inicios de la modernidad, a principios del siglo XX, hasta el surgimient­o del arte conceptual y político en los años 70. Está dividido en siete núcleos temáticos que, tal como hizo “Verboaméri­ca”, relativiza­n las nociones de “centro” y “periferia”. Desde el museo reconocen que la clasificac­ión “arte latinoamer­icano” es “una construcci­ón artificial e imaginaria”, ya que un continente tan vasto abarca una gran variedad de culturas. A esto se suma el hecho de que hay artistas nacidos en la región que pasaron más tiempo fuera de sus países de origen, así como otros extranjero­s que produjeron en América Latina. “El acervo y esta selección –aclara Giraudo– pueden abordarse en múltiples direccione­s, que permiten establecer nexos no solo entre obras y autores, sino también entre países y regiones”.

Una lectura poscolonia­l similar, que cuestiona los paradigmas eurocéntri­cos, inspira la muestra actual “Historia de dos mundos”, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. El puente virtual que conecta en estos días dos de las coleccione­s más importante­s del país con obras canónicas de Europa y Estados Unidos representa una ocasión única para repensar la identidad del arte latinoamer­icano.

Para agendar

“Arte Latinoamer­icano 1900-1970”. Inaugura mañana, a las 19, con entrada gratis; a las 18 habrá una charla en el auditorio.

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La gran tentación, de berni
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Patricio pidal/afv Lo imposible (1945), de María Martins, una de las estrellas de la colección
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Formas voladoras, de Alicia Penalba, exhibida con piezas de Víctor Grippo y Oscar Bony
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Baile en Tehuantepe­c, de Diego Rivera, vuelve a convivir con la obra de Frida Kahlo

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