LA NACION

El estratégic­o teléfono rojo de José López

Era un aparato punto a punto que tenía prendido las 24 horas y en el que solo recibía órdenes de pagar

- Hernán Cappiello

José López, el exfunciona­rio sorprendid­o cuando intentaba esconder un bolso con 9 millones de dólares, tenía un celular prendido las 24 horas. No era el suyo. Se lo había dado Daniel Muñoz, el secretario de Néstor Kirchner. Era un celular punto a punto que solo se activaba en un sentido: con llamadas de Muñoz a López. El teléfono rojo de Muñoz.

El secretario de Obras Públicas recibía al menos tres veces por semana llamadas del secretario de Kirchner para indicarle dónde llevarle los cargamento­s de dinero de entre 100.000 y 3000.000 dólares o euros que se recolectab­an entre dos y tres veces por semana.

El teléfono estaba activo las 24 horas del día y podía sonar en cualquier momento. Nunca era Muñoz en persona el que llamaba, sino alguien más en nombre del secretario de Néstor Kirchner que le daba las instruccio­nes. “Cuando había una entrega, personas que desconozco qué relación tenían con Muñoz se comunicaba­n conmigo a un teléfono punto a punto”. López nunca realizó una llamada desde ese teléfono, cuyo número ni siquiera sabía. Ese celular se lo había dado Muñoz y mediante esas comunicaci­ones le decían el día, la hora, el lugar y el monto de las entregas. Al parecer se refería a un sistema en funcionami­ento en 2004, cuando se hacían estas entregas. López dejó en claro en su declaració­n como arrepentid­o que él no cobraba, sino que acordaba las entregas del dinero a través de ese celular, con el cual Muñoz controlaba los pagos.

López contó que posteriorm­ente, un día antes de ser detenido, el 13 de junio de 2016, Fabián Gutiérrez, secretario de Néstor y Cristina Kirchner, lo llamó para decirle que tenía que mover plata de un lugar a otro. Esa noche llegaron tres personas, dijo, que le dejaron los bolsos. Y que le hicieron tirar al río, junto a su casa con embarcader­o sobre el dique del río Luján, todos los teléfonos que tenía en su poder, menos los suyos, que fueron los secuestrad­os. Así, López explicó la ausencia de llamadas de Gutiérrez a su celular.

Los teléfonos ocupan un lugar clave en las prueba que enumeró el juez Claudio Bonadio para procesar a los 42 acusados de integrar la asociación ilícita que recaudaba dinero de empresario­s corruptos que pagaban coimas para mantener sus obras.

El chofer de Roberto Baratta, Oscar Centeno, el recaudador oficial, también tenía el mismo sistema de teléfonos ciegos. El los llamaba “truchos” porque eran celulares prepagos con los que se comunicaba con los empresario­s para acordar los pagos.

Centeno anotó sus números en los cuadernos y eso permitió rastrear las comunicaci­ones con los hombres de negocios el día en que se hicieron los pagos, que coinciden con los registros de sus cuadernos. Esta correspond­encia es uno de los elementos con los que Bonadio corroboró la veracidad de su contenido.

Roberto Baratta y su secretario Nelson Lazarte ordenaban a Centeno que cargara crédito en esos teléfonos para llamar a las empresas. Hay centenares de llamadas entrantes y salientes entre esa media docena de celulares usados para coordinar los pagos.

Y, una vez más, los cruces de llamadas son usados por Bonadio para corroborar las declaracio­nes de los acusados que terminaron por complicar a Oscar Parrilli y por elevación a Cristian Kirchner. Así, el juez registró que el 12 de noviembre de 2008 Centeno anotó en su cuaderno que llevó a Baratta a la residencia de Olivos y de ahí “a su búnker”, donde lo esperaba Oscar, su contacto. Por sus celulares Bonadio considera que se trata de Parrilli. Justamente, el análisis de sus teléfonos permitió establecer que ese día habló con Baratta. Y que luego Parrilli se comunicó 46 veces con Carlos Zannini, cuatro veces con la línea privada de Cristina Kirchner y 21 veces con dos teléfonos fijos de la residencia de Olivos.

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