Cuatro relatos insólitos de la causa de los sobornos
Las declaraciones de los detenidos y arrepentidos escondieron algunas curiosas revelaciones, según consignó la resolución del juez
La causa de los cuadernos de las coimas esconde imperdibles relatos en primera persona de quienes quedaron detrás de los procesamientos. Aquí una selección:
El día en que Norberto Oyarbide creyó que moría en un baño de un restaurante a manos de un cuchillo Tramontina. “Entre algunos detalles, intentaron matarme en el restaurante El Mirasol que está en el Paseo de la Recova. Estaba solo en el toilet, me estaba secando las manos. Se abre la puerta e ingresa un señor mucho más alto que yo y se instala a mi espalda en una actitud provocativa, chocando su cuerpo con el mío. Extrajo de su bolsillo del saco un cuchillo de los típicos Tramontina y me pinchó la espalda sin lastimarme. Yo no adopté ningún comportamiento, permanecí inmóvil y me limité a oírlo. Dijo: ‘Vos merecés morir porque sos un sorete por haber sobreseído a los máximos delincuentes de este país’”. El exjuez relató así el fin de aquella historia: “Yo seguía sin mirarlo más allá de que había un espejo delante de mí. Pensé que ese era el minuto exacto de mi muerte”.
El empresario que le pagó coimas por adelantado a Baratta y no logró nada a cambio. Durante 2009, Claudio Glazman, un directivo del Grupo Liberman, dijo que por fuera de los intereses del grupo se acercó a Roberto Baratta para pedirle que “arbitrara los medios para que De Vido dispusiera la venta por remate de tres terrenos ferroviarios ubicados en la ciudad”. Baratta accedió a considerar el pedido y le reclamó US$1.000.000. Glazman empezó a pagar puntualmente a su contacto en el gobierno. En total aportó, según sus dichos, 1,5 millones de pesos entre junio y septiembre de 2009 en las oficinas de Emma de la Barra 353, en Puerto Madero. Diligente, entregó sus bolsos con dinero en el estacionamiento de su oficina y, alguna vez, en la cochera de Galerías Pacífico. También en Recoleta, San Telmo y el centro. El tiempo pasó y, mientras pagaba, Baratta dejó de atenderlo. Nunca le cedió terrenos y, claro está, tampoco devolvió el dinero.
El lobby de Olazagasti para encontrarle un productor musical a Facundo, el hijo de Julio De Vido. Cuenta Jorge “el Corcho” Rodríguez en su declaración: “Olazagasti me llama y me pide si podía tomar un café, porque me quería contar un proyecto. Yo lo voy a ver y me cuenta que el hijo de Julio De Vido, Facundo, era músico”. El secretario del ministro le dijo que tocaba hacía un par de años y le pidió si lo podían escuchar. Según el Corcho, la banda era muy buena y entonces grabaron un disco. El problema surgió con el segundo.
“En 2011, como Facundo tenía problemas de adicción, ahí aparece como contacto en la relación Nelson Lazarte. Porque Facundo necesitaba contención, y de hecho venía con dos acompañantes terapéuticos”, finalizó. Gerardo Ferreyra y su fuerte rechazo al dólar.
El empresario de Electroingeniería dijo que entregó dinero al gobierno para financiar las campañas y que Néstor Kirchner le pidió que invirtiera en medios. Pero Ferreyra aclaró sobre los pagos: “Los hice en moneda nacional porque no desarrollamos la cultura del dólar. Tengo aversión personal hacia el dólar, porque es un instrumento de dominación”.