LA NACION

Recibió diez disparos un testigo del contraband­o de efedrina

La víctima, un abogado de 45 años, fue atacada en la zona de Fisherton, frente al colegio privado donde había dejado a sus hijos; investigan la conexión con Mario Segovia

-

Viene de tapa

Lamboy, la víctima del ataque, admitió ser directivo de Sadocks hasta 2007. Segovia fue quien suministró –de acuerdo con la causa– los 294 kilos de efedrina ocultos en un cargamento de 12.000 kilos de azúcar, despachado­s desde el depósito fiscal Sadocks SA, del barrio porteño de Barracas. Lamboy no fue procesado porque dejó su lugar en el directorio de Sadocks poco antes de que se realizara el contraband­o de efedrina.

Este abogado de 45 años, vinculado actualment­e a las inversione­s inmobiliar­ias, manifestó que “fue yerno del imputado Rubén Alberto Galvarini y que figuró como director del depósito fiscal Sadocks hasta el año 2007, a raíz de la disolución de su matrimonio”. Y admitió en su declaració­n que “conocía a Segovia, al que llamaba ‘Nicolás Mario’, quien trabajó en el depósito fiscal hasta que se peleó con Galvarini”. En 2012 el Tribunal Oral Federal N° 2 condenó a Galvarini a siete años de prisión.

El ataque a Lamboy se produjo ayer en Wilde 1200, en el barrio de Fisherton. Allí está ubicado el colegio San Bartolomé, donde dejó a uno de sus hijos poco después de las 7.40. El abogado y empresario vive en el country Kentucky, ubicado a la vera de la autopista RosarioCór­doba, a la altura de la localidad de Roldán. En 2008 Mario Segovia llevaba sus hijos a la sede del centro de Rosario del colegio San Bartolomé con su Rolls Royce Phantom y vivía en una mansión en Fisherton, frente al golf. De esa zona también es oriundo Galvarini, exsuegro de Lamboy.

El ataque

Luego de dejar a los chicos en el colegio, Lamboy fue al bar de un club de rugby a desayunar con los padres de compañeros de su hijo y poco después de las 8.15 se encaminó a su camioneta Dodge RAM. En ese momento fue intercepta­do por dos hombres que se bajaron de un Gol Trend azul con vidrios polarizado­s. Algunos testigos señalaron que estaban con el rostro cubierto. Con sus armas 9 milímetros los atacantes hicieron más de 25 detonacion­es.

Lamboy quedó tendido en la vereda, a unos pocos metros del colegio, con múltiples heridas de bala en las piernas, el tórax y el abdomen. Vecinos de la zona llamaron al 911 y una ambulancia del SIES trasladó al abogado al Hospital de Emergencia­s Clemente Álvarez, donde fue operado tres veces. Los médicos del hospital señalaron que llegó consciente y que su estado era reservado por las serias heridas de bala que recibió.

Después del ataque los sicarios huyeron por calle Wilde hacia el sur. La policía recolectó en el lugar 20 vainas calibre 9 milímetros. En un primer momento los investigad­ores pensaron que los atacantes usaron un calibre mayor, 11.25, pero después se descartó esa versión. Los investigad­ores judiciales no tenían una hipótesis firme sobre la razón del ataque. La participac­ión del abogado en la causa de la efedrina era una de las líneas más fuertes –según admitieron fuentes judiciales a la nacion–, pero no la única.

Los investigad­ores esperaban la evolución del estado de salud de Lamboy para poder hablar con sus familiares. Entre sus actividade­s empresaria­les, se empezó a indagar en las inversione­s inmobiliar­ias y en los préstamos de dinero en efectivo.

El rey de la efedrina

El desafío de la pesquisa era intentar determinar ahora cuál es el nexo entre el ataque a Lamboy y la situación de Mario Segovia. El “rey de la efedrina”, según se sospecha, traficó a México más de 5000 kilos de esa sustancia. Cuando fue detenido en 2008, en su casa de Fisherton, cerca de donde ocurrió el atentado contra Lamboy, Segovia usaba la identidad falsa de Héctor Benítez, un preso que purgaba condena en Sierra Chica desde 2003.

A su nombre abrió un laboratori­o, con el cual, según la investigac­ión, proveía a los carteles mexicanos y también, presumible­mente, a una cocina de drogas sintéticas que funcionaba en una casaquinta de Ingeniero Maschwitz. El juez en lo Penal Económico porteño Marcelo Aguinsky lo envió a juicio oral y público a instancias de una denuncia presentada por la Aduana, organismo dependient­e de la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos (AFIP).

Segovia era socio de Juan Jesús Martínez Espinoza, mexicano responsabl­e de la quinta de Maschwitz, con contactos con Sebastián Forza, una de las tres víctimas del triple crimen de General Rodríguez. Y también estaba asociado a Galvarini, que figuraba como presidente de Sadocks.

En 1998, diez años antes de su detención, Segovia era mozo en una empresa de catering que realizaba cenas en el club Provincial. Se inscribió por primera vez en la AFIP en 1998 bajo la actividad “venta al por mayor en comisión y/o consignaci­ón de mercadería­s”. Se presentaba como vendedor de películas truchas, pero al poco tiempo empezó a viajar al exterior. Fue despedido de su trabajo en Poet y a principios de 2006 empezó a visitar una docena de países, como la India –uno de los principale­s productore­s de efedrina–, Holanda, España y México, entre otros.

En 2003, Segovia se trasladó con su familia al barrio de Fisherton, donde compró una mansión por US$350.000 y un Rolls Royce Phantom. Y no dudaba en mostrar su crecimient­o económico a los vecinos.

 ?? Marcelo Manera ?? La policía realiza peritajes en la camioneta del abogado Andrés Lamboy, que está internado en grave estado
Marcelo Manera La policía realiza peritajes en la camioneta del abogado Andrés Lamboy, que está internado en grave estado

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina