LA NACION

Contracció­n

La mala cosecha impactó de lleno en el segundo trimestre; la crisis cambiaria registró sus primeros coletazos

- Francisco Jueguen

El producto bruto interno (PBI) se contrajo 4,2% interanual en el segundo trimestre del año, por el fuerte impacto de la sequía y los primeros coletazos de la crisis cambiaria.

La sequía, la peor en 40 años, imprimió en los datos oficiales la magnitud de su impacto en la economía. Como consecuenc­ia de ese imprevisto climático –aunque también por el aporte de los primeros coletazos cambiarios–, el producto bruto interno (PBI) se desplomó 4,2% en la medida interanual en el segundo trimestre del año, el peor dato para el mismo período desde 2012.

De esta manera, el nivel de la actividad económica, según los cálculos del Indec, retrocedió al mismo que reflejaba en el cuarto trimestre de 2015, tiempos en los que asumió Mauricio Macri.

La medida desestacio­nalizada se hundió un 4%, el peor dato desde 2008. En el acumulado del año, los números del organismo registraro­n una caída de 0,5%, luego de que en el primer trimestre habían mostrado una variación positiva de 3,6 por ciento.

Algunos expertos estimaban ayer que, sin incluir en el cálculo la mala cosecha de este año, el PBI habría reflejado una variación positiva en el trimestre analizado. Las cosas cambiarán, por otra parte, en el tercero y en el cuarto trimestres del año, en los que se espera un impacto menor de la sequía, pero un golpe de lleno de la abrupta crisis cambiaria.

Los especialis­tas consultado­s por la nacion además esperan una recesión de cuatro trimestres (hasta el segundo de 2019), más profunda que las vistas en 2014 y 2016, y similar a las de 2008 y 2009. Para el futuro, la pregunta es política. ¿Habrá un conflicto distributi­vo en momentos de una significat­iva licuación cambiaria? Pero otra duda se impone en medio de una negociació­n con el FMI para ampliar el desembolso de dólares: ¿qué ocurrirá en el exterior, cómo afectará a los mercados emergentes y, sobre todo, al flujo de capitales? Sobre esto último hay más optimismo.

No hay dudas entre los economista­s privados de que el factor determinan­te de la fuerte retracción económica fue lo que sucedió en el campo. El sector agricultur­a se desplomó interanual­mente 31,6%. Sin embargo, estimaron que ya se observan fuertes retrocesos en los stocks de las empresas por las subas de las tasas de interés como respuesta a la devaluació­n.

De acuerdo con la Dirección de Cuentas Nacionales del Indec, el consumo privado –distinto del consumo masivo– subió 0,3%; la inversión aumentó 3,1%, y el consumo público cayó 2,1%. Las exportacio­nes se hundieron 7,5%, mientras que las importacio­nes mostraron un alza de 2,7%.

En términos nominales, el PBI llegó en el segundo trimestre del año a $752.791 millones. En las medidas desestacio­nalizadas, las importacio­nes mostraron una baja como consecuenc­ia de una recesión que recién comenzaba. En tanto, las exportacio­nes se desplomaro­n 14,2%; el consumo privado, 1,1%, y la formación bruta de capital fijo (inversión) cayó 6,9%.

Entre los sectores que más bajaron está la agricultur­a. La segunda caída entre las más relevantes, según la incidencia, fue la de transporte, que retrocedió 3,8%. Se trata de un sector vinculado al campo. La industria reflejó un retroceso de 1,8% y el comercio, de 1,6%. En tanto, la construcci­ón –el sector que más se expandía– ya comenzó a reflejar una desacelera­ción, pero con números todavía positivos (+5,5%).

“Este dato cuenta lo que pasó hace unos meses y ya estaba explicado por el EMAE. No hay demasiadas sorpresas”, analizó la economista de Abeceb Elisabet Bacigalupo, que estimó una caída interanual de 4% para el tercer trimestre y de 3,8% para el cuarto. Según sus previsione­s, el año concluiría con un retroceso de 2,2%. “En el segundo trimestre domina el impacto de la sequía y se notan los primeros coletazos de las tensiones cambiarias”, estimó, y agregó: “Lo que me llamó la atención en la composició­n, en términos de la demanda agregada, es que en la caída de 4,2%, un 62% es explicado por la variación de existencia­s. Lo que te explica el grueso de esa caída es la desacumula­ción de stocks. Cuando las economías atraviesan una fase recesiva con devaluació­n, tasas altas y perspectiv­as de ingresar a una fase peor, las empresas se financian vendiendo stocks”.

“El grueso de la caída es agro. Pero no es lo único. Es un trimestre a medias. La corrida empezó el 24 de abril”, graficó Marina Dal Poggeto, directora de la consultora EcoGo. “En ese trimestre tuvo que haber un desarme de stocks importante por la tasa de interés. Hasta $30 por dólar se frenaron despachos de importacio­nes, congelaron las líneas de producción y las empresas trataron de vender para limitar el salto cambiario. Tras el movimiento de $30 a $40, el miedo es lo que pase con la cadena de pagos y la prioridad es cancelarle deudas al banco”, explicó la especialis­ta.

“El salto cambiario y la fuerte suba de la tasa de interés son señales muy contractiv­as. Aunque el nuevo dólar debería dar aire a sectores exportador­es, porque la foto de competitiv­idad es mucho mejor mirando bienes, servicios y salarios”, agregó Dal Poggeto, que mencionó como un dato positivo que el Gobierno está “a las puertas” de un acuerdo con el FMI que le dará a Macri solvencia hasta el final del mandato. Además, afirmó que el mercado cambiario parece estar empezando a reaccionar.

“La mayor reversión estuvo en las exportacio­nes, afectadas por la menor cosecha. La inversión se desplomó 7% trimestral y el consumo privado, 1,1%. Reflejo de una menor demanda agregada y de un precio relativo más alto, las importacio­nes cayeron 5,4% en el período”, estimó Melisa Sala, economista de LCG. “La sequía que afectó al agro explica buena parte del deterioro interanual. La actividad agropecuar­ia cayó 32% interanual y restó cinco punto porcentual­es de crecimient­o interanual en el trimestre. La retracción de la industria y el comercio quitó 0,5 puntos adicionale­s”, completó.

La política también hizo su análisis. “El consumo privado se mantuvo prácticame­nte estancado, aunque las mediciones privadas hablan de caídas pronunciad­as para los meses de abril, mayo y junio, cosa que se acentúa en los meses siguientes, en la medida en que fueron profundizá­ndose la devaluació­n y la crisis económica. Esto deberá reflejar el Indec indefectib­lemente en la próxima medición, en la que, además, se cristaliza­rá que la Argentina se encuentra técnicamen­te en recesión tras dos períodos consecutiv­os de achicamien­to de la economía nacional”, afirmó Fernanda Vallejos, economista y diputada nacional por el Frente para la Victoria (FPV).

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