Boca sigue sumando razones para soñar
Boca recuperó su vieja estirpe copera, fue más eficaz que vistoso y está cerca de las semifinales
Cuatro días antes del superclásico, Boca sigue sumando razones para soñar con que 2018 sí será su año en la Copa Libertadores. Anoche, se impuso 2-0 a Cruzeiro en la Bombonera con tantos de Mauro Zárate (foto) y Pablo Pérez. Dentro de dos semanas, viajará a Brasil para buscar el pase a semifinales. La jornada comenzó con un gran partido entre Independiente y River, cerrado sin goles debido a la gran actuación de los arqueros Armani y Campaña.
2 BOCa 0 CruzeirO se le reclamó a este Boca que recuperase su estirpe copera, que invocase a los espíritus de aquel gran equipo que comenzó a moldear Carlos Bianchi hace 20 años hasta monopolizar las primeras Copas Libertadores de este siglo que, al final, el milagro sucedió. En el momento justo y frente al rival indicado, Pablo Pérez se disfrazó por un instante de Juan Román Riquelme y, a los 35 minutos, le metió un pase sensacional a Mauro Zárate, que activó el modo Chelo Delgado on y definió con los tres dedos de su pie derecho ante la salida de Fabio para abrir una serie dificilísima.
El mismo Pérez volvió a inspirarse cuando faltaban 8 minutos y, desde la medialuna, del área la colocó junto al palo izquierdo, con la categoría que identificaba al ídolo de Don Torcuato, y sentenció el 2 a 0 que le permite a los conducidos por Guillermo Barros Schelotto a viajar con confianza a Belo Horizonte.
Fue apenas un espejismo. Ni Pérez, ni Zárate, ni el equipo tuvieron una buena noche. El capitán xeneize alternó muy buenas con muy malas. Aciertos ofensivos con pases fallidos infrecuentes en él. El exVélez todavía sigue buscando su lugar en el equipo y en el campo de juego, porque se lo ve en todos lados, y al mismo tiempo no pisa fuerte en ninguno. Porque sus cartas más fuertes, el toque rápido, el pique y la descarga, en varias ocasiones las desperdicia por intentar hacer la pausa o hacer la individual cuando la acción exige la descarga.
El antiguo “Chicho Chicho Chicho, huevo, huevo, huevo” mutó en lo que ya es un hit en la Bombonera: “Olé, olé, olé, Negro, Negro”. Lo de Barrios no deja de sorprender. El dueño del medio campo azul y oro también marcó un gol anoche, y no porque haya inflado la red rival sino porque sacó de la línea un toque suave de Robinho ante el achique de Andrada que, de haberse convertido en el transitorio 1 a 1, Cruzeiro se hubiera vuelto a Belo Horizonte con las valijas llenas de confianza para el desquite. Si Boca finalmente accede a las semifinales, un alto porcentaje del pasaje lo pagó anoche Barrios.
La presencia de Nández y del colombiano anticipaban un planteo mucho más combativo y áspero, que las noches de Libertadores suelen exigir y que Boca parece haber aprendido a jugar. Algo similar había ocurrido en San Pablo, cuando enfrentó a Palmeiras, y en Barranquilla, cuando tambaleó por la cornisa de la eliminación en la etapa de grupos frente a Junior. En ambos casos, con un juego más vinculado al roce que al lujo, rescató empates que resultaron fundamentales para seguir en carrera.
Cruzeiro, que salió decidido a faltarle el respeto a Boca y a los 30 segundos ya tenía un córner a favor, fue retrocediendo durante la primera etapa, algo que aprovechó el conjunto que conduce Guillermo Barros Schelotto, que, por momentos, tenía a sus 10 hombres en el terreno rival.
Pavón sigue sin acercarse al homTanto
bre fundamental e insustituible que disputó 69 partidos oficiales consecutivos y se ganó un lugar en el Mundial. Desde que volvió de Rusia, el N 7 no es el mismo. Quien más padece la baja es su socio, Benedetto, que se mantuvo en su hábitat natural, el área, pero fue generoso para ceder el protagonismo cada vez que la jugada determinaba que lo más beneficioso para el equipo era rebotar la pelota.
Cuando quedaban 15 minutos y su presencia pasaba completamente inadvertida, el VAR entró en acción, y el árbitro Éber Aquino expulsó al zaguero Dedé, el mejor jugador de Cruzeiro, por interpretar que tuvo mala intención en una jugada casual en la que chocó su cabeza con la del arquero de Boca. Inentendible.
Se harán largas las próximas dos semanas para Boca. Porque hasta que en el calendario aparezca el viaje a Belo Horizonte, para que el 4 de octubre defina con Cruzeiro a uno de los protagonistas de las semifinales, habrá otros compromisos muy importantes. Por lo pronto, el fervor que vivióanochelaBombonerasetomará apenas un breve respiro antes de que las gargantas vuelvan a enrojecerse dentro de tres días, cuando el conjunto de la Ribera recibirá a River.
Por eso, con el correr de los minutos y para distraerse de lo que sucedía en el césped, donde Cruzeiro dominaba las acciones y se acercaba cada vez con más peligro a Andrada, los hinchas comenzaron a palpitar el superclásico. Aunque la cabeza de todo el pueblo xeneize está puesto en esa obsesión llamada Copa Libertadores.