LA NACION

El fallo de Bonadio cambia las reglas

- Carlos Pagni

El fallo que dictó el lunes Claudio Bonadio consolidó una percepción: las relaciones entre lo público y lo privado están obligadas a modificars­e a partir del escándalo de los cuadernos del chofer Oscar Centeno, revelado por la nacion. Hay un factor central del cambio, que convierte al de Bonadio en un pronunciam­iento inédito.

Es la posibilida­d de que un imputado admita que violó la ley y, a cambio de aportar informació­n, negocie con los magistrado­s el monto de la pena. Gracias a esa innovación, la causa que investigan el juez Bonadio y los fiscales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo cuenta con un abrumador caudal de pruebas, que ratifican las revelacion­es de Centeno. Y quiebran el secreto, que es el alma de todo régimen mafioso.

Por eso se presume que la Cámara Federal ratificará, en líneas generales, lo dispuesto por el juez. La incorporac­ión del arrepentid­o presta también otro servicio: promete desalentar la corrupción. Quien pague o cobre un soborno temerá, de ahora en adelante, que su contrapart­e, algún día, decida contar todo en alguna fiscalía.

La figura del criminal-colaborado­r presenta también un costado problemáti­co que se puede advertir en este caso. ¿El acusado declara con absoluta libertad? ¿O lo hace bajo la coacción de los magistrado­s, que lo amenazan con la cárcel? ¿La Justicia se convierte en una práctica extorsiva?

El kirchneris­mo quiere llevar este antiguo debate procesal mucho más allá. A Cristina Kirchner le va a resultar difícilísi­mo desmentir el mar de evidencias que demuestran que su gobierno y el de su esposo llevaron la corrupción a extremos inimaginab­les. Aun así, ella cree que Bonadio manipula las declaracio­nes en su contra. Supone que el juez convalidó algunos acuerdos de colaboraci­ón recién cuando el delincuent­e-delator aceptó señalarla como encargada material de la recaudació­n.

Alguien que cree defender a la señora de Kirchner explica: “Es difícil imaginarla tocando el dinero. No por razones éticas, sino estéticas. ¿Imaginás a la arquitecta egipcia condescend­iendo a contar plata con lacayos como Uberti o José López? Néstor era distinto. Como Báez le dijo a Clarens, parecía Rico McPato. Lo perdía el efectivo”.

El conflicto entre la expresiden­ta y el juez tiene la ferocidad de los divorcios. Bonadio prestó servicios valiosísim­os al matrimonio Kirchner. En 2011, por ejemplo, sobreseyó a los secretario­s Daniel Muñoz e Isidro Bounine. Muñoz, ya fallecido, y Bounine están ahora en el centro del reparto de valijas. Por eso en Comodoro Py circula un chiste: “Bonadio es el primer arrepentid­o”.

El rencor kirchneris­ta es inconducen­te. El juez fue ratificado por la Cámara. Aun así, hay detalles que resultan llamativos. José López, por ejemplo, confesó que los 9 millones de dólares que revoleó tras el muro de un convento eran de su antigua jefa. Y describió sus movimiento­s. Sin embargo, su relato no coincide con las pruebas que acumularon el juez Daniel Rafecas y el fiscal Federico Delgado cuando investigar­on lo ocurrido aquella noche.

Rafecas y Delgado reconstruy­eron lo que López hizo durante la semana anterior a su psicodélic­a visita a las monjitas. Y difiere mucho de lo que el exsecretar­io de Obras Públicas relató ante Stornelli y Bonadio.

La señora de Kirchner se aferra a estas incongruen­cias para denunciar, como exige el manual del líder acusado, una persecució­n facciosa. La atribuye más al PJ que al Gobierno. De todos modos, su alegato complica a un imputado en particular: Ángelo Calcaterra. Con independen­cia del compromiso que mantuvo durante años con el universo De Vido, el procesamie­nto del primo de Mauricio Macri es imprescind­ible para desmentir la eventual parcialida­d de Bonadio.

¿Cabe que esa imagen de ecuanimida­d se enriquezca con más figuras del macrismo? El financista Ernesto Clarens mencionó a Santiago Altieri, de Iecsa, la empresa de Franco Macri y Calcaterra. En la Cámara Argentina de la Construcci­ón amenazan con salpicar a algún recaudador del Presidente.

La figura investigad­a

Más allá de los reproches de Cristina Kirchner, el fallo de Bonadio inspira algunas observacio­nes que serán planteadas por fiscales y defensores ante la Cámara. Existe, por ejemplo, un debate sobre la aplicación de la figura de la “asociación ilícita”.

¿Se puede decir que un empresario integra una por haber pagado un par de coimas? Hay media biblioteca que afirma, con Bonadio, que por el solo hecho de facilitar alguna vez el funcionami­ento de la banda se pertenece a ella. La situación de la expresiden­ta ofrece un problema adicional: ¿cuántas asociacion­es ilícitas encabezó? En Comodoro Py ya registran cuatro. Debió estar muy atareada. Se entiende por qué gobernó mal.

El fiscal Stornelli pretende que la Cámara agrave la situación de algunos procesados encuadránd­olos como organizado­res de la asociación delictiva. En este rol estarían Carlos Wagner (Esuco), Gerardo Ferreyra (Electroing­eniería) y el financista Clarens. La declaració­n de Clarens es crucial porque coloca bajo la lupa del juez la turbia peripecia de los fondos de Santa Cruz. Mencionó como administra­dores a Eduardo Caffaro y al fallecido Aldo Ducler. El hijo de Ducler, Juan Manuel, acusó ante Bonadio al exmandamás del espionaje Francisco Larcher y a la familia Eskenazi como operadores de esos fondos. ¿Es verdad que Clarens mencionó a los Eskenazi, pero le aconsejaro­n excluirlos de su declaració­n? ¿Existe una grabación con esa versión original? Misterios de Comodoro Py.

Otro interrogan­te: ¿se puede, en el caso de los cuadernos de Centeno, diferencia­r dádivas de sobornos, como hace Bonadio? ¿O todos los aportes suponían una contrapres­tación y eran, por lo tanto, coimas? Un dilema más: ¿cabe beneficiar con la falta de mérito a quienes eran meros empleados? ¿O el subordinad­o incurrió en el delito de cohecho, aunque estuviera obedeciend­o órdenes?

Lo que se conoció anteayer es la primera etapa de la investigac­ión. Allegados a Bonadio prometen una nueva oleada de indagatori­as. Intentan desmentir cualquier selectivid­ad en la pesquisa. Serían convocados algunos dirigentes de La Cámpora. ¿También de Pablo De Luca, el colaborado­r de Daniel Hadad? Ya se hacen acertijos sobre los apodos que apareciero­n en el pendrive de Martín Larraburu, subordinad­o de Juan Manuel Abal Medina, sobre aportes de campaña. ¿JMO es José María Olazagasti o Juan Manuel Olmos, el amigo de Daniel Angelici? ¿Y Facu? ¿Es Facundo Nejamkis, hermano de Lucas, el secretario privado de Antonio Stiuso?

Stiuso quedó rozado por el procesamie­nto de su mano derecha judicial, el auditor Javier Fernández. Bonadio se puede preciar de quebrar una tendencia. Porque la influencia de Fernández en los tribunales ha sido tan extensa que no se encuentran magistrado­s que se animen a juzgarlo. Llega hasta la Corte: el exsecretar­io privado de Fernández Enrique Alonso Regueira es ahora secretario penal de Elena Highton. La última señal de esa gravitació­n es que el fiscal Rívolo se negó a investigar la denuncia de Norberto Oyarbide diciendo que Fernández y Stiuso lo “apretaron” para que sobresea en un santiamén a los Kirchner en la causa por enriquecim­iento ilícito. Si fuera cierto lo de Oyarbide, la absolución del matrimonio podría revisarse como cosa juzgada fraudulent­a. Otra novedad de Bonadio: Oyarbide procesado.

El contexto judicial en el que se tratará este fallo crucial también es novedoso. Lorenzetti, quien se insinuaba como principal respaldo de Bonadio en las causas que afectan a Cristina Kirchner, dejará la presidenci­a de la Corte a Carlos Rosenkrant­z. Y la sala de la Cámara Federal que revisará las disposicio­nes de primera instancia está integrada por dos jueces nuevos y afines entre sí: Leonardo Bruglia y Pablo Bertuzzi. Martín Irurzun, un aliado de Lorenzetti en la segunda instancia, solo intervendr­á si ese dúo descuerda.

Las derivacion­es electorale­s de este caso judicial son impredecib­les. La expresiden­ta asegura, contra un tsunami de pruebas, que su gobierno fue decente. Y denuncia una persecució­n política. Si fuera así, su mejor defensa debería ser acumular poder. Intentar ganar las elecciones. Es la estrategia que siguió en Brasil Luiz Lula da Silva. Pero la ecuación de la señora de Kirchner es más compleja. Antes que amenazar al Gobierno, su eventual fortalecim­iento perjudica a sus antiguos vasallos del PJ.

El disfrute de los fueros depende de esa jugada de ajedrez. Miguel Pichetto no quiere dar el brazo a torcer en esa discusión. Su principal argumento es corporativ­o: “No les vamos a regalar los fueros del Senado a los jueces de Comodoro Py para que se blanqueen con nosotros”. Pichetto, que resiste la presión de la opinión pública, ¿resistirá la del PJ? Si para llegar al poder los peronistas necesitan a su antigua jefa presa, la señora de Kirchner no tiene su protección asegurada.

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