Blindan el tribunal donde serán juzgados Los Monos
Las audiencias empiezan hoy entre amenazas
ROSARIO.– Con un despliegue de seguridad inédito comenzará hoy en los tribunales federales de Rosario el juicio por narcotráfico contra 32 miembros de la banda Los Monos, que participarán del debate desde sus lugares de detención. Ninguno de los acusados, que están detenidos por otras condenas, estará presente en el juicio por razones de seguridad, a pesar del intenso operativo dispuesto por la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).
Por primera vez será juzgado por comercialización y producción de estupefacientes uno de los líderes de Los Monos, Ariel Máximo Cantero, alias Guille. El hermano de Claudio Cantero, alias Pájaro, asesinado en mayo de 2013, fue condenado por la Justicia provincial el 9 de abril pasado por asociación ilícita y un homicidio.
El prólogo de este juicio estuvo atravesado por una ola de 16 atentados contra edificios judiciales de Santa Fe y domicilios vinculados a jueces e investigadores que participaron en la causa que terminó con fuertes condenas contra los líderes de la organización narcocriminal.
Ante este clima de violencia surgieron dudas sobre dónde se realizaría el juicio y se cuestionaron las condiciones de seguridad del edificio de la Justicia Federal, ubicado en bulevar Oroño, en pleno centro de Rosario. Se terminó de definir hace menos de un mes que los imputados que están detenidos no asistirían a las audiencias, sino que seguirían el juicio a través de un sistema de videoconferencia móvil que posee la Gendarmería Nacional. Los únicos imputados que participarán del debate son los que están con prisión domiciliaria.
Luego de que se decidiera que no se iba a trasladar a los detenidos al tribunal, se montó un operativo de seguridad dentro y en las inmediaciones del edificio, con más de 200 efectivos. Se instalaron escáneres de la PSA en los dos ingresos y se dispuso un sistema digital de identificación para los empleados y funcionarios, que tienen una credencial especial que los habilita a permanecer en el edificio.
Desde hace una semana las fuerzas de seguridad realizan un operativo de “esterilización” del edificio durante la tarde. Se realiza una inspección exhaustiva con perros para detectar explosivos y se “sellan” los ingresos para garantizar que nadie pueda entrar. También se llevará adelante un control desde el aire, con un helicóptero y drones para monitorear los movimientos en la zona, en la que durante el día hay un intenso tráfico. Se prevé que será restringida la circulación en las inmediaciones del tribunal.
A pesar de las inéditas medidas de seguridad, los empleados del tribunal admitieron que es complicado el sistema, pero que prefieren que funcione un operativo de seguridad que garantice que el juicio transite bajo condiciones de normalidad. Los propios empleados, a través de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación, exigieron condiciones de seguridad antes del juicio porque se sentían desprotegidos para llevar adelante sus funciones.
El rol de las mujeres
En la causa se investigaron los contactos y los engranajes –hay 32 imputados– que servían al líder de Los Monos fuera de los muros del penal para mantener la producción, adquisición y la distribución de cocaína y de marihuana.
En ese rol las mujeres del entorno de la organización cobraron un papel clave: Vanesa Barrios, Jessica Lloan y Celestina Contreras –detenida el 1° de julio pasado en el barrio Las Flores, unas horas después del casamiento de Lionel Messi, que se hizo a 300 metros de allí–, y una decena de familiares y amigos se dedicaron a mantener a flote la empresa narco. Lo hacían a través de la provisión a una red de búnkeres de venta de estupefacientes que, aun estando presos, seguían bajo control de los Cantero. “Vos tenés que preocuparte por el negocio y poner gente a trabajar… Así ¿cómo vamos a levantar el negocio?”, le dijo Guille desde la cárcel a su pareja.
La investigación en el fuero Federal se inició por el eslabón más débil de la cadena narco y fue en ascenso hasta llegar a los líderes de la banda: la provisión de un búnker ubicado en la zona sur de Rosario, cuyos movimientos empezaron a ser observados por agentes de la Policía Federal.
Desde ese momento, la labor de la fiscalía apuntó a desentrañar a los responsables de los distintos roles y jerarquías, desde los “soldaditos” encargados de custodiar los puntos de venta hasta los encargados de proveer el estupefaciente, incluyendo a quienes facilitaban el almacenamiento y la logística.
Los fiscales señalaron que Cantero y Chamorro, y Vanesa Barrios y Jesica Lloan, sus respectivas parejas, eran “el eslabón superior de la organización”. Los hombres detenidos se comunicaban con sus concubinas a fin de determinar los ingresos económicos de la empresa narco, coordinar el pago de determinadas deudas y conseguir armamento.