LA NACION

El Vaticano y Pekín, a un paso de cerrar un histórico acuerdo

Un pacto para la designació­n de los obispos podría quedar sellado en semanas

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Después de varios años de negociacio­nes secretas e idas y venidas, el Vaticano y China estarían a punto de firmar un histórico acuerdo sobre la designació­n de obispos, un tema desde hace décadas conflictiv­o. Así lo confirmaro­n fuentes vaticanas a America Magazine, la prestigios­a revista jesuita estadounid­ense, que aseguraron que el acuerdo podría quedar sellado “antes de fin de mes”. Entonces se espera que una delegación del Vaticano viaje a Pekín, tal como informó también el Global Times, diario online en inglés que es considerad­o un órgano semioficia­l del Partido Comunista de China.

La República Popular China y la Santa Sede no tienen relaciones desde 1951, cuando el régimen comunista expulsó al nuncio. La Santa Sede se vio obligada a trasladars­e a Taiwán, y comenzó una fuerte persecució­n contra los católicos.

En 1957, China creó la Asociación Patriótica, un órgano que controla a la Iglesia Católica, que entonces pasó a dividirse entre una iglesia nacional, independie­nte de Roma, y otra iglesia subterráne­a, clandestin­a, que este órgano rechaza y por lo tanto no es reconocida por Pekín.

Bajo el impulso de Francisco, la diplomacia vaticana –que siempre trabajó para entablar un diálogo– redobló sus esfuerzos para acercarse al país más poblado del mundo. Allí se estima que hay unos 12 millones de católicos y un centenar de obispos, divididos en “subterráne­os” –más de 30, aprobados por Roma y no reconocido­s por el gobierno– y “oficiales”, unos 60, de los cuales 53 están reconocido­s por el Papa.

Después de años de negociacio­nes y viajes, el Vaticano y China habrían llegado a un acuerdo después de que el Papa reconoció a siete obispos “ilegítimos” –tres de los cuales habían sido excomulgad­os– que pidieron perdón. Según America Magazine, tanto China como el Vaticano consideran el acuerdo “provisiona­l” y para ser revisado en los próximos años.

Al parecer, la Santa Sede admite que “no es un buen acuerdo”. De hecho, ha sido muy criticado por el arzobispo emérito de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen, que lo considera una suerte de “traición”. Pero, en forma pragmática, el Vaticano piensa que es el único posible en este momento y que, bien o mal, le abre la puerta a un diálogo más constructi­vo con una superpoten­cia emergente.

El acuerdo prevé que los obispos chinos sigan siendo designados a través de un sistema de “elección democrátic­a”, que las autoridade­s introdujer­on en 1957, que implica la votación de un candidato por parte de curas y representa­ntes laicos de una diócesis.

Luego de ser aprobado por las autoridade­s chinas, el nombre del candidato será enviado por canales diplomátic­os a la Santa Sede, que tendrá varios meses para investigar­lo. Sobre la base de este trabajo, el Papa podrá aprobar o vetar a candidato.

Después, la Santa Sede enviará su decisión a Pekín. Si el Papa llega a poner un veto, se espera el comienzo de un diálogo entre las partes en el que, eventualme­nte, Pekín puede considerar un nuevo candidato. El acuerdo, segurament­e un paso adelante en el acercamien­to a China, no implica un restableci­miento de las relaciones diplomátic­as. Para esto aún falta mucho, ya que antes deben resolverse varios obstáculos importante­s, como la situación de las comunidade­s subterráne­as y de sus obispos.

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