El Vaticano y Pekín, a un paso de cerrar un histórico acuerdo
Un pacto para la designación de los obispos podría quedar sellado en semanas
ROMA.– Después de varios años de negociaciones secretas e idas y venidas, el Vaticano y China estarían a punto de firmar un histórico acuerdo sobre la designación de obispos, un tema desde hace décadas conflictivo. Así lo confirmaron fuentes vaticanas a America Magazine, la prestigiosa revista jesuita estadounidense, que aseguraron que el acuerdo podría quedar sellado “antes de fin de mes”. Entonces se espera que una delegación del Vaticano viaje a Pekín, tal como informó también el Global Times, diario online en inglés que es considerado un órgano semioficial del Partido Comunista de China.
La República Popular China y la Santa Sede no tienen relaciones desde 1951, cuando el régimen comunista expulsó al nuncio. La Santa Sede se vio obligada a trasladarse a Taiwán, y comenzó una fuerte persecución contra los católicos.
En 1957, China creó la Asociación Patriótica, un órgano que controla a la Iglesia Católica, que entonces pasó a dividirse entre una iglesia nacional, independiente de Roma, y otra iglesia subterránea, clandestina, que este órgano rechaza y por lo tanto no es reconocida por Pekín.
Bajo el impulso de Francisco, la diplomacia vaticana –que siempre trabajó para entablar un diálogo– redobló sus esfuerzos para acercarse al país más poblado del mundo. Allí se estima que hay unos 12 millones de católicos y un centenar de obispos, divididos en “subterráneos” –más de 30, aprobados por Roma y no reconocidos por el gobierno– y “oficiales”, unos 60, de los cuales 53 están reconocidos por el Papa.
Después de años de negociaciones y viajes, el Vaticano y China habrían llegado a un acuerdo después de que el Papa reconoció a siete obispos “ilegítimos” –tres de los cuales habían sido excomulgados– que pidieron perdón. Según America Magazine, tanto China como el Vaticano consideran el acuerdo “provisional” y para ser revisado en los próximos años.
Al parecer, la Santa Sede admite que “no es un buen acuerdo”. De hecho, ha sido muy criticado por el arzobispo emérito de Hong Kong, el cardenal Joseph Zen, que lo considera una suerte de “traición”. Pero, en forma pragmática, el Vaticano piensa que es el único posible en este momento y que, bien o mal, le abre la puerta a un diálogo más constructivo con una superpotencia emergente.
El acuerdo prevé que los obispos chinos sigan siendo designados a través de un sistema de “elección democrática”, que las autoridades introdujeron en 1957, que implica la votación de un candidato por parte de curas y representantes laicos de una diócesis.
Luego de ser aprobado por las autoridades chinas, el nombre del candidato será enviado por canales diplomáticos a la Santa Sede, que tendrá varios meses para investigarlo. Sobre la base de este trabajo, el Papa podrá aprobar o vetar a candidato.
Después, la Santa Sede enviará su decisión a Pekín. Si el Papa llega a poner un veto, se espera el comienzo de un diálogo entre las partes en el que, eventualmente, Pekín puede considerar un nuevo candidato. El acuerdo, seguramente un paso adelante en el acercamiento a China, no implica un restablecimiento de las relaciones diplomáticas. Para esto aún falta mucho, ya que antes deben resolverse varios obstáculos importantes, como la situación de las comunidades subterráneas y de sus obispos.