LA NACION

Zárate sigue lejos de su mejor versión, pero cotiza en goles

El delantero abusa de individual­ismo, aunque les regala festejos a los hinchas en la Copa

- Franco Tossi

En el último receso, la consigna de Guillermo Barros Schelotto y la dirigencia encabezada por Daniel Angelici apuntó a incorporar nombres de jerarquía con el objetivo prioritari­o de luchar por ser campeón de América tras 11 años. Y entre otros apuntados, Boca fue a fondo por Mauro Zárate, siendo consciente­s de que Carlos Tevez no estaba en su mejor momento, en una llegada que causó mucha polémica. Es cierto que el exhombre de Vélez, hasta acá, no se consolidó como una figura del equipo. Sin embargo, ya tiene el cartel colgado: es el refuerzo de la Copa Libertador­es. A tal punto de que los tres goles que anotó desde su arribo fueron en esa competició­n.

No aparece, deambula. Cuando recibe la pelota, los murmullos impaciente­s de las tribunas de la Bombonera empiezan a caer sobre el campo de juego con potencia: él mismo reconoce que muchas veces no puede controlar su egoísmo y, entonces, toma confianza para hacer la individual. Y a veces, claro, abusa de ello. En cierto modo, provoca fastidio, sobre todo en un partido como el de anoche, en el que Boca precisaba del toque rápido para contrarres­tar a un Cruzeiro que se mostró ordenado.

De hecho, el equipo brasileño solo se desarticul­ó tras una segunda pelota de un córner que tomó Pablo Pérez afuera del área y engañó a los que pensaron que remataría al arco: metió un pase filtrado para Zárate, que definió tres dedos ante la salida del arquero Fabio, a los 35 minutos de la primera mitad. Sin gritarlo, se paró con seriedad ante la euforia de los hinchas, casi desafiante, pero sin cometer exabruptos. Y tras estar varios segundos paralizado, disfrutó de su tercer festejo con la camiseta azul y oro.

Y aunque con el correr de los minutos su sintonía no cambió, no dejó de mostrar su voracidad por el gol: a los 12 minutos del segundo período, cuatro minutos antes de ser reemplazad­o (con evidentes signos de bronca) por Sebastián Villa, el palo le negó el segundo gol tras un remate desde media distancia.

De todas maneras, el futbolista de 31 años dejó en claro algo que deberá tener muy en cuenta si quiere brindar una versión mucho más agradable y destacada: con el tanto convertido entendió que el desarrollo del partido pedía todo lo contrario a lo que en la mayoría del tiempo circula por su mentalidad individual­ista. Es por eso que las (pocas) veces que se desprendió rápido de la pelota, demostró que su técnica y calidad es distinta. Y fue en esos momentos en los que se acopló a la velocidad que a los Barros Schelotto les gusta.

Un gol más que hace en el certamen continenta­l. Porque ya le había convertido dos a Libertad, de Paraguay, por los octavos de final. En la ida, cuando se produjo su primer encuentro en la Bombonera, ano- tó el 2-0 definitivo de aquella noche lluviosa con una gran jugada individual con la que dejó a la vista esa cualidad que buscaba el Mellizo. Y en la revancha, en Asunción, convirtió en gol una lujosa asistencia de vaselina de Darío Benedetto.

En la Superliga, en tanto, no pudo convertir hasta el momento: se verá si su momento llega el domingo ante River en el superclási­co (17.45 hs). De todas maneras, poco les importa a los fanáticos y a Guillermo. Porque mientras siga aportando sus goles en la Libertador­es, la gran obsesión, Boca se puede ilusionar con concretar un anhelo que no lo deja dormir.

Sin dudas, goles que constituye­n una buena noticia para el atacante que en el último partido en la Paternal, con Argentinos Juniors, había tenido escasos minutos en la cancha y que, además, no termina de encontrar comodidad en la posición de mediapunta que le asigna el entrenador boquense.

Aunque su nivel desde su llegada no es para destacar, perdió aún más terreno cuando Guillermo le dio la responsabi­lidad de ser el centrodela­ntero ante Estudiante­s (derrota 2-0) y Huracán (0-0), encuentros en los que prácticame­nte no tuvo contacto con el balón. No obstante, en la noche copera se destapó en un escenario ideal. Y eso debiera servirle como aliciente para todo lo importante que se avecina.

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