El percusionista de Cypress Hill, radicado en Buenos Aires, habla sobre cómo llegó a componer la música de El marginal
Radicado en el país, el percusionista de Cipress Hill habla sobre el próximo show y el éxito de El Marginal
“No conocía a su familia ni sabía que era tan importante, pero acepté; le dije que sí sin saber quién era”
Apenas contesta el teléfono, Eric Bobo, percusionista de Cypress Hill, contesta en español: “¡Hola!” Pero segundos más tarde se ataja y dice que, aunque hace cinco años que está instalado en la Argentina con su mujer y su hijo, no está del todo preparado para responder en el idioma y que lo hará “mitad y mitad”. Finalmente, el 99% de sus palabras serán en inglés, su lengua materna. “Buenos Aires me encanta para vivir”, señala antes de hablar de los shows que va a dar con el grupo de hip hop que integra desde hace 25 años, como parte del Personal Fest en Córdoba, el 6 de octubre, y en el Museum porteño, el 13 del mismo mes. “La gente, la comida, toda la ciudad me gusta para hacer cosas”, dice.
Aunque confiesa que la decisión de establecerse en Buenos Aires no fue sencilla de tomar, explica que después de tanto viajar, con su familia entendieron que era lo mejor para ellos: “Ahora cada vez que tengo que salir de gira mis viajes son más largos que los de mis compañeros –se ríe–, pero termina siendo algo muy divertido”. Por suerte para él, el período de adaptación se vio acelerado por cuestiones laborales. Cuando Cypress Hill tocó en el Lollapalooza Argentina en 2015, Sebastián Ortega pasó a saludarlos al backstage y le propuso que hicieran música juntos. “Yo le dije que sí sin saber quién era”, se sincera el músico. “No conocía a su familia ni sabía que era tan importante, pero acepté porque me gusta trabajar, y hacer música para series y películas siempre me interesó”. ¿El resultado? Eric Bobo terminó componiendo las bandas de sonido de El marginal y Un gallo para Esculapio. “Trabajar en eso fue increíble y las series se volvieron repopulares, ojalá me sigan surgiendo cosas así”, sentencia.
Pero está claro que Cypress Hill es su principal ocupación. A poco de terminar una gira por los Estados Unidos, esta nueva visita del grupo tendrá como atractivo la participación de Master Mike (DJ de Beastie Boys, grupo del que Bobo también fue parte) como invitado. “Va a ser un show poderoso, vamos a tocar los clásicos y temas nuevos, queremos ofrecer algo distinto”, anticipa Eric, hijo de Willie Bobo, reconocido percusionista puertorriqueño de latin jazz que llegó a grabar con Miles Davis en Quiet Nights (1964) y Sorcerer (1967).
–Cuando entraste a Cypress Hill, no era tan común que un grupo de hip hop sume a un percusionista, sin embargo se dio como algo natural. ¿Creés que el componente latino fue el nexo entre vos y el grupo?
–Sí, definitivamente, yo era fan del grupo, ellos eran latinos... Era la mezcla ideal. La percusión fue muy importante en el primer hip hop, hasta que los DJ y los MC decidieron que no necesitaban nada más que ellos. Yo tengo un fuerte pasado de latin jazz gracias a mi padre y siempre me gustó el hip hop, y sabía que musicalmente podía combinar ambas cosas. Con los Be as ti e Boys y Cypress Hill pude hacerlo, pero en esa época nadie hacia eso. Te das cuenta de que funciona cuando lo ves en vivo, el sonido es muy diferente y funciona. Construimos una unión musical muy fuerte con Cypress Hill, alcanzamos muchas cosas juntos, y parece que fue ayer que empecé a tocar con ellos. –Para Cypress Hill III:
Temples of Boom, tu primero disco en el grupo, ellos ya estaban consolidados, incluir a otro músico era un riesgo que no tenían por qué tomar en términos comerciales. ¿Qué recordás de esa etapa?
–Fue increíble, porque ya estaban reestablecidos, no necesitaban meter un percusionista ni nada, a decir verdad. Musicalmente siempre nos gustó arriesgar, no podés repetirte durante tanto tiempo. Éramos los únicos raperos que girábamos en festivales de rock, nos abrimos a esa audiencia. Los escuchábamos decir que no les gustaba el rap, pero sí Cypress Hill, fuimos un puente entre las tribus, creo que toda la imagen del grupo ayudó, las tapas de los discos y la tipografía parecen de una banda de heavy metal. –Y lograron mantenerse al margen de la guerra entre la costa este y costa oeste, y toda la locura del gangsta rap. –Es que estábamos de gira todo el tiempo, nos enfocábamos en eso, no nos metíamos en esas cosas negativas que lastimaban mucho a los grupos internamente. La gente creía que éramos gánsteres y cuando nos conocían se sorprendían de lo normales y tranquilos que éramos. La idea de trasladar la vivencia de las calles la dejábamos solo para la música, cuando lo llevás a un plano extramusical se vuelve peligroso para vos y para tú público. También, de alguna manera, ayudamos a recuperar la historia latina del hip hop, en sus comienzos no fue solo de negros, había muchas pandillas y artistas latinos en el Bronx. –¿Escuchás hip hop y trap latino?
–No soy un gran fanático, me parece demasiado repetitivo. Algunos me gustan, claro, pero en general no me suenan muy originales, los flows son siempre los mismos, demasiado regulares. Pero tampoco voy a decir que todo el hip hop latino es malo ni que todo lo nuevo apesta, porque no es así, nunca lo fue.
–Cypress Hill fue uno de los primeros grupos de hip hop en pedir por la legalización de la marihuana. Siendo que en los Estados Unidos ese tema ya está prácticamente superado, ¿creés que los nuevos raperos deberían hacer foco en otras causas?
–Es importante seguir militando sobre los beneficios de la marihuana porque todavía hay prejuicios, pero es cierto que ya no es riesgoso ir a comprarla, como muchos te lo pintan. La marihuana se compra en una farmacia, ¿dónde está lo peligroso ahí? En ese aspecto sí me parece un sinsentido. Podés cantarle a la marihuana si querés, pero tenés que reconocer que en la historia del hip hop fuimos pioneros. Ahora aparecieron raperos que decidieron cantarle al molly (el ingrediente activo del éxtasis), la heroína o el syrup (un preparado en base a jarabe para la tos), y no está bueno, porque eso no te trae ningún beneficio. Una cosa es combatir los tabúes y otra es glorificar algo que solo le hace daño a tu cuerpo y tu alma, no estás dando ningún servicio diciendo que tomar pastillas es lo mejor del mundo.