El Bahiano. “Necesito adrenalina y madurar un proyecto aunque no tenga muy en claro el objetivo”
La trayectoria desde aquellos años ochenta, con rastas al frente de Los Pericos, a un presente con proyectos tan disímiles como armar una big band o una marca de cerveza artesanal
“Lo que pasa es que me aburro fácil; aunque sea una persona que hace canciones y sale de gira, me aburro fácil”, dice el flamante productor de cervezas artesanales. La frase queda sobre la mesa de café y guiará una charla de más de una hora, que no es de diván pero sí tocará algunos temas personales de este personaje de la música local conocido como Bahiano y que llegó a su punto más alto con Los Pericos.
Vive en un barrio tranquilo de Escobar. En el momento en que muchos tienen su merecido descanso (el fin de semana) él sale a trabajar. Canta por todo el país y a veces en el exterior. Y el resto de la semana lo dedica a otras tareas: “Soy de esos padres que llevan a los hijos al colegio y también los van a buscar”, dice. Pero quiere ocupar cualquier otro tiempo que le quede libre. Está en plena campaña de difusión de su marca de cerveza; está terminando de darle forma a su nuevo proyecto, una big band con la que hará un grandes éxitos celebratorios de su carrera. Los 30 años en la ruta de la música se le pasaron de largo (ya suman 18 con Los Pericos y 14 desde que comenzó como solista), pero las ganas de celebrar siguen. “Necesito constantemente adrenalina. Maduro un proyecto aunque no tenga un objetivo claro. Lo de hacer una big band tuvo que ver con eso. Me reformatee en varios modelos. Tríos, bandas pero sin vientos o completas. Pero volví a escuchar a la Brian Setzer Orchestra y una serie de grabaciones que replicaban música de los Stray Cats en una big band. Pensé qué pasaría si llevaba mis canciones a una sonoridad diferente, para festejar esos treinta años”.
Eso incluyen sus 18 años como frontman de Los Pericos y una carrera solista que lleva adelante desde 2004, con cinco discos editados. “Pensé que en algún momento la idea iba a decantar”, dice. Y así fue que apareció Daniel Camelo, director uruguayo de big bands, que hizo las orquestaciones. “Nos juntamos un día a charlar y me dijo que conocía mi repertorio y que sabía lo que yo quería hacer. Y ahí me animé. Al día siguiente ya tenían temas arreglados. Después de probarlos un poco en ensayo y en vivo me gustó lo que pasaba. Empecé a notar que las canciones estaban siendo bien representadas, aunque cambiaran los matices”. –¿Cómo querés que terminen sonando en un disco? –No tan Caribe ni rocksteady sino más americano. Más de big band aplicada a la canción. En un show en Gálvez, provincia de Santa Fe, pusimos la piedra fundacional en vivo. Pero todavía no nos sentamos a grabar y escucharnos. Tengo todavía un último disco con Sony aunque aun no hablamos de lo que quiero hacer. En principio, este formato me gusta, aunque sigo tocando en formato de banda. A veces por cuestiones de logística toco con banda, incluso tengo backing bands en México o Colombia, armadas con músicos locales. Son herramientas que uno puede utilizar y esos músicos te aportan cosas distintas. –En catorce años como solista, ¿en ningún momento pensaste en asociarte con otros músicos y volver a ser parte de una banda? –No, pero pasó algo curioso. Con la gente de Klub Los Auténticos Reggaementes (la banda que versiona temas de los Decadentes) me tocó ser un cantante dentro de un grupo que no me pertenecía. La pasé muy bien, me divertí mucho. Hicimos gira en México. No tenía preocupaciones, solo me ponía frente al micrófono y cantaba tres canciones. –¿Fue como volver a los veintipico?
–Cuando hicimos las fotos de la banda se eligió una pared grafiteada. Me sentí como cuando comencé. Qué mejor que ese lugar para una foto, ¿no? –¿Extrañas cosas de los veintipico?
–Todo. Obviamente, la actividad que tenés a los 24, y las ganas de salir y olvidarte del mundo es algo que se extraña. Pero es natural que uno crezca, tenga hijos. A los 32 empecé a armar mi tropa familiar con mis hijos Candela, Tadeo y Santino. Asumí una responsabilidad que no sentí como obligación. –La carrera solista también debe ser una responsabilidad individual. –Totalmente. Pero también me pasó durante 18 años como frontman y nexo para muchas cosas. Solo que había que hablar en plural. Al momento de ser solista, ya tenés ese ejercicio y la costumbre solo que ahí sos directamente el paragolpes. –¿Qué cosas podés seguir haciendo como a los 20?
–Muchas cosas. Estudio marketing digital y gerenciamiento gastronómico y armé la marca de cerveza artesanal Kruner, que era una manera de armar algo a futuro y que la vida no solo pasara por el escenario. Son cosas en las que se piensan a medida que se crece. No es sano estar esperando un contrato o una convocatoria. A uno le gustaría estar siempre sobre el escenario. Pero también, como mi trabajo pasa los fines de semana, durante la semana me preguntan: ¿pero qué hacés acá en casa? ¿No tenés nada que hacer? –Ah, por ahí venía el asunto.
–[Se ríe]. Claro, hay un tema colateral. En realidad, podría haber sido vino, muchos colegas están metidos con el vino. Pero sacando el eslogan “del encuentro”, la cerveza es una bebida que me viene acompañando desde hace mucho tiempo y lo pensé como un emprendimiento lindo para encarar. Me refiero a ser un productor de cerveza. Y a partir de eso, vamos a hacer en El Marquee fiestas Kruner. Yo doy el puntapié con mi grupo pero después, la idea es tener bandas emergentes. Buscar los caminitos para que estas cosas se conecten. También para que la gente conozca otra faceta diferente de la del cantante.
–En general sos uno de esos artistas a los que se convocan de tantas fiestas argentinas y festivales porque podés lograr que la gente pase un buen momento. ¿Pensás en ese rol?
–Lo noté cuando hice el disco Rey mago de las nubes, que fue para mí la frutilla del postre del ciclo televisivo MP3. Fue después de haber estado con gente como La Mona Jiménez, Atilio Stampone o Rubén Blades. Grabé un disco que mucha gente no entendió. Porque solo entendía la parte divertida: canciones como “Home Sweet Home”, “Caliente”, “Párate y mira”, “El ritual...”. Y ahí fue cuando me pregunté si la gente quería palo y palo y gritar “jojoi”, o escuchar canciones como “Pupilas lejanas”, “Sin cadenas”, “Rey mago de las nubes” y “Príncipe azul”. El “jojoi” que se escuchó en el arranque de “Párate y mira” fue muy identificatorio. Quedó a fuego. Si me ven por la calle y me dicen “jojoi”, me cago de risa, porque eso construyó mi personalidad y me mantuvo. Pero también veo adonde me proponen tocar. No hay que hacer siempre el mismo show. No toda la gente reacciona igual ni canta tus canciones. Así uno va planteándose cosas a partir del público que tenés enfrente y para qué te quiere. –¿Cómo fue la experiencia con gente muy joven y de todo el país del programa de la TV Pública Una tarde en cualquiera? –Conducir un programa diario, de una hora y media, y multiplataforma, fue una de las mejores experiencias que me pasaron. Era el paso siguiente a un programa enlatado de entrevistas [MP3 música para el tercer milenio]. Y tuvimos entrevistados de distintas posturas. Políticos en campaña como Larreta, Alfonsín, Zamora o Myriam Bregman, en una época en la que se hablaba del voto a partir de los 16 años, ante unas tribunas colmadas de adolescentes. Eso me acercó a otros lugares sociales que uno sabe que existen pero no los conoce tan de cerca. Ahí aprendí un montón. Mi hijo, ahora de 16, venía y escuchaba cómo se habla desde drogas hasta embarazo adolescente. También había crudeza y yo trataba de tejer algo con todo eso. Y darles la posibilidad a todos para que hablen. La base que traía era haber estado ante diferentes públicos de diferentes países. Eso te va forjando. Tocar en el mismo bar para la misma gente es fácil. –Forjaste tres décadas de carrera. ¿Qué pasó que no pudiste celebrarlos cuando quisiste? –Se apilaron muchos festejos en la misma compañía discográfica. Incluso mis excompañeros pudieron hacer un Pericos & Friends con las canciones que todos conocemos [editado por Music Brokers], pero yo no pude hacer un disco que junte toda mi historia y el ahora.