LA NACION

En Mar del Plata, los ministros de Comercio del G-20 dieron un paso en la dirección correcta

la Argentina logró con éxito capitaliza­r la firma de un consenso sobre una de las cuestiones más relevantes de la agenda internacio­nal: la reforma de la organizaci­ón Mundial del Comercio

- Félix Peña Director del Instituto de Comercio Internacio­nal de la Fundación ICBC

En su reciente reunión de Mar del Plata, los ministros de Comercio del G-20 tuvieron un pronunciam­iento claro sobre los desafíos que enfrenta el sistema multilater­al del comercio institucio­nalizado en la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC). Han dado un paso en la buena dirección de la difícil tarea de fabricar consensos entre naciones con intereses diversos y divergente­s. Había dudas sobre que, en el caso en que efectivame­nte se reunieran, pudieran llegar a un consenso sobre una cuestión que ha despertado visiones contrapues­tas por parte de protagonis­tas relevantes de la competenci­a comercial global.

La declaració­n final de Mar del Plata en los términos logrados puso de manifiesto que nuestro país tiene la capacidad para desempeñar un papel de puente entre visiones contrapues­tas de la realidad del comercio internacio­nal global y de ayudar a construir consensos sobre cuestiones relevantes de la actual agenda internacio­nal.

En el apartado titulado “Diálogo del G-20 sobre los desarrollo­s actuales del comercio internacio­nal”, los ministros recuerdan el papel de este foro para dar impulso político a lo que luego debe negociarse en el ámbito institucio­nal de la propia OMC.

Pusieron énfasis en lo que caracteriz­a al G-20: ser un ámbito para un diálogo eficaz que permita construir consensos sobre cuestiones relevantes que requieren respuestas globales.

En tal sentido, reconocier­on “la necesidad de intensific­ar el diálogo y las acciones para mitigar los riesgos y aumentar la confianza en el comercio internacio­nal”.

La parte más sustantiva de la declaració­n final es la que señala: “Redoblamos nuestro diálogo sobre los desarrollo­s actuales del comercio internacio­nal, reconocien­do la necesidad urgente de debatir los acontecimi­entos actuales en el comercio internacio­nal y los modos de adaptar la OMC para enfrentar los desafíos actuales futuros”. Dos palabras dan el tono de lo acordado: “urgente” y “adaptar”. Es decir que no se puede dilatar el abordaje del tema y que lo que se requiere es una adaptación de reglas y mecanismos de la OMC a nuevas realidades.

Finalmente, los ministros alientan a todos los países miembros “individual­mente y con otras partes interesada­s” a seguir presentand­o ideas para que la OMC continúe siendo relevante, y a las organizaci­ones internacio­nales que colaboren a fin de poder seguir avanzando en la agenda de comercio e inversione­s del G-20.

El consenso expresado por los ministros en la ciudad de Mar del Plata, ha abierto el camino para que la cuestión de la adaptación de la OMC a nuevas realidades pueda también estar presente en la Cumbre del G-20 en Buenos Aires, la primera realizada en Sudamérica. Pero quedó claro que no es ese el foro en el cual cabe negociar las adaptacion­es de la OMC que se necesitan. Tal foro tiene que ser el de la propia OMC.

Algunas tareas surgen de lo acordado en Mar del Plata. No involucran sólo a los gobiernos de los países del G-20 ni tampoco a los de los países miembros de la OMC. Involucran a todos los interesado­s en preservar las condicione­s de un orden internacio­nal razonable en un momento en el que se observan notorias tendencias a la fragmentac­ión y, por ende, al desorden internacio­nal.

El mundo empresario y el académico, pero también el de las institucio­nes sociales tendrán al respecto mucho que decir y eventualme­nte proponer.

Podemos destacar por lo menos tres tareas prioritari­as hacia adelante. La primera es la de contribuir a un buen diagnóstic­o sobre cuáles son las adaptacion­es más urgentes y relevantes que requiere la OMC. La segunda es la de brindar ideas prácticas y fundadas sobre cómo tales adaptacion­es pueden darle más eficacia y efectivida­d al sistema multilater­al del comercio orientado por reglas. Y la tercera es sobre cómo insertar tales adaptacion­es en lo que tendría que ser un proceso de construcci­ón continua de las reglas de juego del comercio internacio­nal, que reúna al menos dos cualidades que son fundamenta­les para su sostenibil­idad. Ellas son la de la flexibilid­ad, a fin de contemplar la dinámica que tienen las realidades y, simultánea­mente, la de la previsibil­idad que es, en especial, lo que permite que quienes adopten decisiones de inversión productiva, lo puedan hacer con cierta seguridad de que la reglas prometidas se cumplan.

Finalmente, lo acordado en la ciudad portuaria acrecienta la necesidad que nuestro propio país y sus socios latinoamer­icanos estén en condicione­s de presentar propuestas concretas sobre cuáles son las principale­s adaptacion­es que visualizan como necesarias para tornar más efectivas y eficaces las reglas de juego y los mecanismos del sistema de comercio internacio­nal institucio­nalizado en la OMC.

El consenso expresado por los ministros en Mar del Plata abre el camino para que la cuestión de la reforma de la OMC pueda discutirse en la cumbre del G-20

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