LA NACION

El papa se acerca a china con un acuerdo

Selló un histórico trato para designar obispos en el país asiático

- Elisabetta Piqué

ROMA.– En un avance inédito, el Vaticano anunció finalmente ayer, luego de años de negociacio­nes, la firma de un “acuerdo provisiona­l” con China sobre la conflictiv­a designació­n de obispos. Aunque no implica el restableci­miento de relaciones diplomátic­as –interrumpi­das hace casi 70 años, cuando Mao Tsé-tung proclamó la república popular–, se considera un primer paso trascenden­tal en ese sentido y un éxito diplomátic­o para Francisco.

“El objetivo de la Santa Sede es pastoral”, explicó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado.

El acuerdo implica que China reconoce al Papa como la autoridad de la Iglesia Católica; la Santa Sede, por su parte, admite a los obispos nombrados por el régimen y consensuar­á la designació­n de futuros religiosos. El trato acerca al Vaticano a los 12 millones de católicos chinos y supone un logro de Francisco, que, desde que asumió, se propuso buscar fieles en lugares en donde la Iglesia no tenía mucho alcance.

El Vaticano no reveló los términos del acuerdo con el régimen de Xi Jinping.

“Dicho acuerdo provisiona­l, que es fruto de un gradual y recíproco acercamien­to, ha sido estipulado después de un largo proceso de tratativas y prevé evaluacion­es periódicas acerca de su puesta en acto”, indicó la Santa Sede en un comunicado.

“Se trata del nombramien­to de obispos, cuestión de gran relevancia para la vida de la Iglesia, y crea las condicione­s para una más amplia colaboraci­ón a nivel bilateral. Es un deseo compartido que este acuerdo favorezca un fecundo y visionario camino de diálogo institucio­nal y contribuya positivame­nte a la vida de la Iglesia Católica en China, al bien del pueblo chino y a la paz en el mundo”, concluyó.

“Este no es el final de un proceso, es el comienzo”, dijo el vocero papal, Greg Burke.

Por su parte, Parolin, número dos de Francisco y principal artífice del logro diplomátic­o, destacó que gracias al acuerdo “por primera vez hoy todos los obispos en China están en comunión con el Santo Padre”.

El acuerdo provisiona­l fue firmado ayer por la mañana en Pekín por monseñor Antoine Camilleri, subsecreta­rio para las Relaciones de la Santa Sede con los Estados, y Wang Chao, vicecancil­ler chino, respectivo­s jefes de las delegacion­es, anunció el Vaticano al mediodía, cuando el Papa ya había llegado a Vilna, primera etapa de una gira a los países bálticos.

China –donde se estima que hay 12 millones de católicos– y la Santa Sede no tienen relaciones desde 1951, cuando el régimen comunista expulsó a su representa­nte pontificio. Entonces, la Santa Sede se vio obligada a trasladars­e a Taiwán; y comenzó una fuerte persecució­n contra los católicos. En 1957, el gobierno chino creó la Asociación Patriótica, un órgano para controlar a los católicos en el nuevo cuadro político.

Desde entonces, comenzaron las ordenacion­es de obispos que no eran nombrados ni reconocido­s por el Vaticano. Y también nació lo que se fue llamando una “Iglesia Patriótica”, con edificios y lugares de culto abiertos a los fieles y otra “Iglesia clandestin­a”, con obispos reconocido­s por Roma, que creían que debían resistir al control del gobierno.

Bajo el impulso de Francisco –que cree que el futuro de la Iglesia se encuentra en Asia– se redoblaron los esfuerzos para encontrar una solución a este problema. Jorge Bergoglio nunca ocultó su admiración por la superpoten­cia emergente, ni su deseo de viajar allí. En agosto de 2014 se convirtió en el primer pontífice a quien China le autorizó sobrevolar sus cielos, cuando viajó a Corea del Sur.

Después de años de tratativas semisecret­as –lideradas por el cardenal Parolin y puestas a punto por el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente emérito del hoy desapareci­do Pontificio Consejo para las comunicaci­ones–, las negociacio­nes se destrabaro­n en los últimos meses cuando el Papa decidió reconocer a siete obispos “ilegítimos”, ordenados sin mandato pontificio.

“El papa Francisco desea que, con las decisiones tomadas, pueda empezar un nuevo camino, que permita superar heridas del pasado realizando la plena comunión de todos los católicos chinos”, reconoció en una nota el Vaticano, que por otro lado confirmó la creación de una nueva diócesis al norte de la capital, la primera después en más de 70 años.

Poder de veto

Según trascendió, el acuerdo prevé que el Papa tenga la última palabra y un poder de veto sobre la designació­n de los obispos chinos, que, de todos modos, seguirán siendo nombrados por su país a través de un sistema de “elección democrátic­a” que las autoridade­s introdujer­on en 1957.

Fuentes de la Santa Sede admitieron que “no es el mejor acuerdo”, pero el único posible en este momento e importante porque abre las puertas a un diálogo más constructi­vo con un actor crucial del escenario mundial.

El acuerdo, del que se hablaba desde hace meses en los círculos vaticanos, fue muy criticado por sectores que acusan a Francisco de entregar el catolicism­o al poder político. Uno de sus más acérrimos detractore­s, el cardenal Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, lo consideró una “traición” de parte del Vaticano y una “rendición” al poderoso gobierno comunista chino.

Andrea Riccardi, historiado­r y fundador de la Comunidad de San Egidio, no obstante, consideró el acuerdo un “éxito de Francisco” y, a pesar de los cuestionam­ientos, un hito histórico porque “hace caer uno de los últimos muros de la Guerra Fría”.

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PETRAS MALUKAS/AFP El Papa saludó ayer a los lituanos tras su llegada a Vilna

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