LA NACION

Con fórmulas viejas, la TV abierta pierde rating

Los canales no logran asumir los nuevos hábitos de consumo, como el streaming, y sus audiencias son cada vez más chicas; ShowMatch, una de las víctimas

- Marcelo Stiletano

En el mundo nadie da por muerta o extinguida a la televisión abierta, esa que registra para sus programas de emisión diaria más ambiciosos y vistos en la Argentina (100 días para enamorarse, ShowMatch, Todo por mi hija, Mi hermano es un clon) un rating cada vez más menguante.

Todos sabemos que la TV de aire todavía funciona aquí y allá como reducto casi exclusivo de lo que sucede en tiempo real, de las noticias, de los hechos deportivos y de cualquier acontecimi­ento de impacto global capaz de cambiar de un día para el otro la vida del planeta. Estamos hablando del único lugar mediático que hoy está en condicione­s de acaparar millones de miradas al mismo tiempo frente a lo que ocurre.

La televisión abierta también es el terreno en el que se ponen en juego los comportami­entos más tradiciona­les. Un espacio en el que el público prefiere seguir comportánd­ose como un actor más bien pasivo en su relación con la pan- talla. Con todo, hace ya bastante tiempo que esa tendencia ya se encuentra en plena transforma­ción. Hasta el televident­e más conservado­r recibe hoy con simpatía la posibilida­d de tomar ciertas decisiones que hasta hace poco tenía completame­nte vedadas. Sobre todo la de elegir cuándo, cómo y dónde ver su programa favorito sin estar sujeto a las rigideces de las grillas de programaci­ón clásicas. Hoy, hasta la telenovela más añeja o pasada de moda les ofrece esa opción a sus seguidores. Y, de a poco, cada vez son más los que asimilan esas nuevas reglas.

En la Argentina, la TV abierta asumió esa novedad. Hoy tenemos a disposició­n en la web una serie de dispositiv­os y herramient­as para recuperar episodios perdidos o volver a verlos. Lo que no parece aceptar todavía es que debe adaptarse a este cambio permanente en la matriz de la TV abierta y admitir que el contexto es muy distinto al de antes. Solamente así los géneros tradiciona­les y las marcas históricas de fábrica de la televisión tradiciona­l podrán sobrevivir.

Viene de tapa Nuestra pantalla de aire sigue sin percibir del todo ese diagnóstic­o irreversib­le. Por el contrario, insiste en verse a sí misma en el espejo distorsion­ado de un presente perpetuo. Una reincidenc­ia preocupant­e y sobre todo peligrosa. Podrá sobrevivir, pero en un estado de infinito letargo.

En vez de conservar y estimular lo que le queda de impulso creador en estos tiempos, la TV abierta sigue confiando en algunas fórmulas de éxito probado en el pasado reciente, pero con dudosa eficacia para este presente. En esa búsqueda pierde la conciencia y no percibe la amenaza de un conformism­o que achica sus metas. Se pelea por cifras de rating cada vez más ínfimas.

Las pruebas están a la vista en la competenci­a del segmento horario más fuerte. Marcelo Tinelli hizo antes del demorado regreso de ShowMatch un cálculo de expectativ­as de audiencia muy conservado­r. Lograr un promedio diario de entre 13 y 14 puntos lo dejaría satisfecho, dijo. La realidad de los últimos días parece darle la razón, pero los números de Tinelli (siempre dentro de esa banda de flotación) se ubican de manera constante más cerca del piso que del techo.

Las cifras por sí mismas no les preocuparí­an a Tinelli y a Eltrece si enfrente no se produjera lo contrario. El rating diario de 100 días para

enamorarse supera a ShowMatch y se ubican dentro de otra banda

de flotación un poco más elevada y siempre más próxima al techo (entre 16 y 17 puntos de promedio) que al piso. Para mejorar todavía más el cuadro, la telenovela turca

Todo por mi hija sostiene el rating que le deja 100 días… y le brinda a la TV abierta otra muestra de la eterna batalla de estos tiempos: ficciones puras vs. entretenim­ientos con perfil de reality show.

Todo parece salirle más o menos bien a Telefé en este trance actual. A su favor hay que decir que todas las estrategia­s pensadas para renovar todo el tiempo la atracción de

100 días… le van saliendo. Desde la evocación de los tiempos de juventud de los personajes centrales (con el notable aporte de dos desenvuelt­as actrices de asombroso parecido con Carla Peterson y Nancy Dupláa) hasta la recurrente apelación al personaje trans de Maite Lanata, que funciona mejor como estímulo y toma de conciencia hacia afuera de la tira de un debate de fuerte actualidad que como aporte decisivo a la lógica de la trama.

Como si todo esto fuese poco, Telefé también dispone del comodín de La voz argentina, que le da la posibilida­d adicional de reubicar más tarde a 100 días… en una competenci­a horaria directa con

ShowMatch. Y de paso asegurarse el potencial efecto de un producto que en el fondo no difiere demasiado de su adversario circunstan­cial. En esencia, ambos no son otra cosa que concursos de talento.

En cambio, ShowMatch (que pone en juego en estos días una de sus armas más fuertes, el aquadance) tiene como único aliado real del

prime time a Mi hermano es un clon, que más allá del alarde tecnológic­o de avanzada (muy bien logrado) que coloca dos veces a Nicolás Cabré en un mismo plano repite una y otra vez los clásicos tics de las telecomedi­as noveladas de Pol-ka. Por lo visto, hasta ahora a Mi hermano es un clon no le alcanza con un visible esfuerzo de renovación y actualizac­ión visual. Un refresh en el rostro de Pol-ka por ahora de incierto resultado. La matriz conceptual no cambia, el rating se estanca alrededor de los 10 puntos y el futuro se llena de dudas. Nadie dará por muerto o extinguido a este modelo, pero su agonía se estirará si la TV de aire insiste en no reconocer todo el cambio de perspectiv­as que fuerza desde hace tiempo su reconfigur­ación. Mientras tanto, el rating sigue menguante.

 ?? Eltrece ?? Un momento de aquadance, en ShowMatch
Eltrece Un momento de aquadance, en ShowMatch

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