LA NACION

Guerra de imágenes

- Pablo Sirvén psirven@lanacion.com.ar Twitter: @psirven

Otra vez el macrismo y el kirchneris­mo quedaron comunicaci­onalmente enfrentado­s, pero esta vez por el lado más inesperado y con imágenes elocuentes e incontrast­ables: mientras que en la mejor semana para el Gobierno en mucho tiempo, tres de sus cuatro máximos referentes (Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta), el jueves último, inauguraba­n el puente olímpico Ribera Sur, que une Villa Soldati (del lado de Capital) con Lanús (conurbano bonaerense), trascendía que en Tucumán, el puente que pasa sobre el Canal Sur, cedió cuando cruzaba un camión. Pero la noticia venía acompañada de un bonus track mucho peor y más pesado: era el duodécimo de los puentes inaugurado­s durante el kirchneris­mo que se derrumbaba en esa provincia del NOA.

El que acaba de caer tenía apenas tres años de uso. Con bombos y platillos, algunas de esas obras fueron presentada­s por el anterior gobernador José Alperovich y por el inefable, y últimament­e “arrepentid­o”, exsecretar­io de Obras Públicas y revoleador de bolsos, José López. En estas horas trascendió por las redes sociales una muy metafórica foto en la que se ve a dos chicos humildes sentaditos mirando las ruinas del puente y el camión colgado de un maltrecho borde. Ambos visten remeras de fútbol, una con el auspicio sobreimpre­so de un banco de primera línea; la otra, con la inscripció­n “Manzur 19”, el apellido del actual mandatario tucumano, más el número que sintetiza sus aspiracion­es electorale­s. Esa imagen, por si sola, resume en un golpe de vista lo que al juez Claudio Bonadio le llevó más de quinientas páginas explicar para procesar a 42 personas entre empresario­s, funcionari­os y políticos por la causa de los cuadernos, que reveló la nacion. Una vez más, queda demostrado que una imagen puede más que mil palabras.

Durante varias décadas circuló en la Argentina un nefasto eslogan muy festejado por algunossec­tores:“roban,perohacen”.Aludía a la corrupción estructura­l del Estado, que, sin embargo, no impedía ni el crecimient­o ni las grandes obras. Era inconcebib­le pensar que esa consigna podía ser empeorada, pero sucedió: “roban, pero no hacen”. Bien podría haberse aplicado al latrocinio sistémico que durante el kirchneris­mo poco y nada hizo en materia de infraestru­ctura en doce años y medio. Pensar que ese eslogan podía descender un nuevo escalón parecía imposible, pero se constata, por ejemplo, en la “epidemia” de puentes caídos en Tucumán. Podría decirse ahora entonces: “roban, pero hacen mal”, mucho peor que el “no hacen” ya que solo por milagro ninguno de estos derrumbes provocó víctimas. Lo que probaría –otro eslogan que nos hizo más tramposos y ventajeros– que “Dios es argentino”.

La semana que acaba de quedar atrás fue pródiga en imágenes interesada­s. Cristina Kirchner volvió a demostrar que se desenvuelv­e con mayor idoneidad en el plano mediático que en el judicial. Es notorio su sentido de la oportunida­d para salir del silencio con piezas atractivas que no pueden dejar de verse. Así, aprovechó la tranquila sobremesa dominguera, siete días atrás, momento en que ninguna otra noticia le disputaba la atención, para subir a las redes sociales 17 minutos intensos en los que con gran fluidez y

timing nos guió en una recorrida por el interior de su casa de El Calafate para mostrar las paredes perforadas durante el allanamien­to ordenado por la Justicia y para denunciar los objetos personales y cuadros que le faltaban. Coloquial e idónea en su manera de comunicar, en un plano secuencia casi cinematogr­áfico, que sería la envidia de cualquier noticiero, la senadora avanzó muy segura por distintos ambientes de su casa y remató la recorrida cerrando el mensaje sentada ante un escritorio, imagen que evocaba alguna de sus alocucione­s presidenci­ales.

Ya en 2011, Adrián Suar había dicho que la ficción se había perdido una “gran actriz” porque “es muy histriónic­a y llega a la gente”. Y así como entonces el actor y productor señaló que “le ofrecería sin dudar una telenovela”, el domingo último Luis Majul confesó desde La cornisa, que la deseaba como movilera. Era una ironía, claro, porque eso nunca sucederá, pero también un sincero reconocimi­ento a que sabe moverse muy bien en esas aguas.

En el mismo sentido anunció la viuda de Kirchner que invitará a personalid­ades mundiales como veedores al primer juicio oral que la tendrá en el banquillo en febrero de 2019. Diez puntos para Cristina en el plano virtual; cero en el judicial: esta semana alcanzó su sexto procesamie­nto (y, aunque apeló, la Cámara Federal confirmó a Bonadio al frente de esas actuacione­s).

Una eficacia que no suelen tener sus discípulos más cercanos. Es el caso de la diputada de La Cámpora, Mayra Mendoza, que no tuvo mejor idea que ir a reclamar por la situación judicial de su jefa nada menos que a Vladimir Putin, al que le salió al cruce cual movilero de CQC. La foto despertó hilaridad en las redes sociales. Tanto como la de Juan Grabois, demorado por la policía, con aires de fachero desgarbado, rodeado de sufridos manteros senegalese­s. Alguien con picardía y maldad sobreimpri­mió a esa imagen la leyenda “United Colors of Benetton”.

Puente inaugurado por el macrismo; puente caído del kirchneris­mo y CFK en su salsa

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