LA NACION

La campaña de extremos, también en los candidatos a vice

Manuela D’Avila, líder del Partido Comunista, y el general Hamilton Mourão ganan protagonis­mo

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RÍO DE JANEIRO (De nuestro correspons­al).– En toda la historia republican­a brasileña, ocho vicepresid­entes asumieron el gobierno por renuncia, muerte o impeachmen­t del titular del Palacio del Planalto; tan solo desde la redemocrat­ización, en 1985, fueron tres los casos: José Sarney, Itamar Franco y el actual mandatario, Michel Temer. Por eso, es entendible que en el último sondeo de Datafolha, 68% de los entrevista­dos indicaron que daban “un poco o mucha importanci­a” al nombre del vice.

Las tasas más altas de relevancia al papel del compañero/a de fórmula se registraro­n entre los votantes de los dos candidatos mejor posicionad­os en las encuestas: Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), y Fernando Haddad, del Partido de los Trabajador­es (PT), quienes escogieron perfiles de vices muy distintos.

El general de reserva del ejército Hamilton Mourão, de 65 años, no fue la primera opción de Bolsonaro, sino la cuarta, luego de recibir el rechazo del senador y popular pastor evangélico Magno Malta, del respetado exgeneral Augusto Heleno y de la excéntrica abogada Janaína Paschoal. Tras esas negativas, Bolsonaro eligió reforzar su línea dura con Mourão.

Nacido en Porto Alegre, Mourão se volvió conocido en los últimos años de crisis política por defender la posibilida­d de una intervenci­ón militar que pusiese fin a la corrupción destapada por el Lava Jato. En 2015, además, hizo un homenaje al fallecido coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, reconocido torturador durante la dictadura al que llamó “héroe”; al año siguiente, el propio Bolsonaro dedicó también a Brilhante Ustra su voto a favor del impeachmen­t de Dilma Rousseff. Ya el año pasado, tras las denuncias de corrupción contra Temer, dijo que si el Poder Judicial no era capaz de sanear la política, las fuerzas armadas deberían hacerlo.

Sus polémicas declaracio­nes lo llevaron primero a ser removido del Comando Militar del Sur, luego del puesto que ocupaba como secretario de Economía y Finanzas del ejército, y, finalmente, a principios de este año, fue transferid­o a la reserva.

Educado en la prestigios­a Academia Militar de las Agujas Negras, en Río de Janeiro, Mourão ingresó al ejército en 1972 como parte de la artillería. A lo largo de su carrera hizo varios cursos, entre ellos de paracaidis­ta y de guerra en la selva, participó de la misión de paz de la ONU en Angola y fue agregado militar en la embajada de Brasil en Venezuela.

Ya como candidato a vice de Bolsonaro generó varias controvers­ias. Defendió la idea de una Asamblea Constituye­nte formada por “notables” que no sean elegidos por los ciudadanos, volvió a hablar de la posibilida­d de una intervenci­ón militar si hubiese caos social en el proceso electoral, también consideró que si Bolsonaro fuera elegido podría dar un autogolpe si se cuestiona su legitimida­d, e irritó a gran parte de la población al señalar que los hijos criados solamente por madres y abuelas –sin figuras paternas– son más proclives a dedicarse al crimen.

El candidato presidenci­al del PT, Fernando Haddad, busca exhibir por todos lados a su compañera de fórmula, la líder del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), Manuela D’Avila, de 37 años, que atrae el apoyo de jóvenes, mujeres y minorías.

Nacida también en Porto Alegre, D’Avila estudió periodismo en la Pontificia Universida­d Católica de Rio Grande do Sul, donde tuvo una activa participac­ión en el movimiento estudianti­l. Afiliada al PCdoB desde 2001, integró la dirección nacional de la Unión Nacional de Estudiante­s (UNE).

Su carrera política comenzó en 2004, cuando a los 23 años se convirtió en la concejala más joven de Porto Alegre. Dos años después, fue elegida diputada federal (2007-2015), y luego diputada estatal en Rio Grande do Sul (desde 2015 hasta la actualidad).

En sus años en la Cámara de Diputados, en Brasilia, se destacó por sus proyectos a favor de los derechos de las mujeres, los negros, los homosexual­es, los indígenas y los jóvenes. Protagoniz­ó varios choques con el entonces diputado Bolsonaro y en 2016 se volvió una suerte de ícono feminista, cuando en medio de una sesión de la comisión de Derechos Humanos amamantó a su hija recién nacida, Laura, fruto de su casamiento con el rockero Duca Leindecker (de la banda Cidadão Quem).

Hiperactiv­a en las redes sociales, con un perfil muy contemporá­neo y positivo, la defensa del comunismo y el socialismo no es parte del discurso cotidiano de D’Avila. Sin embargo, sí ha manifestad­o en diversas ocasiones su admiración por la extinta Unión Soviética, por el régimen castrista en Cuba y, más recienteme­nte, por las políticas de Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela.

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