LA NACION

Cómo evaluar los efectos de las altas tasas de interés

- Juan Carlos de Pablo

¿Cómo hay que analizar las consecuenc­ias de un aumento de las tasas de interés, como la señal para no endeudarse o como el aumento del costo para quienes ya están endeudados? ¿Por qué el aumento de algunas tasas “contagia” a las otras? ¿Cómo podrán pagar sus deudas las empresas que venden productos incluidos en la política de precios cuidados?

Al respecto conversé con el norteameri­cano Irving Fisher (1867-1947), profesor en la Universida­d de Yale, quien en 1907 publicó una obra titulada La tasa de interés, y en 1929, junto a Charles Roos y a Ragnar Frisch, fundó la Sociedad Econométri­ca, de la que fue su primer presidente. Ganó muchísimo dinero escribiend­o sobre vida sana (en su juventud sufrió tuberculos­is) e inventando la ficha “Cardex”, en su momento muy utilizada en las empresas; dinero que en buena medida perdió en la bolsa, porque hasta 1931 adoptó sus decisiones convencido de que lo que la historia denomina la Gran Crisis, que comenzó en 1929 y duró una década, iba a ser un fenómeno meramente circunstan­cial. Lo cual muestra que la brillantez teórica y la insensatez empírica pueden convivir dentro de un mismo cerebro.

–¿Cuál es la diferencia entre la tasa de interés nominal y la real?

–La primera se relaciona con monedas; la tasa real, con bienes. Cuando el fabricante de zapatos que solicitó un crédito tiene que pagar una tasa de interés nominal de 100%, tiene que devolver el doble de la cantidad de pesos que recibió. Pero si entre el momento en el que recibió el crédito y aquel en el cual lo tiene que cancelar el precio del calzado se duplicó, la tasa de interés real es entonces de 0%.

–En la Argentina las transaccio­nes se hacen en moneda. ¿Me puede explicar por qué es importante la tasa de interés real?

–En el caso de los deudores, porque mide el esfuerzo que tiene que hacer quien solicitó el crédito, para cancelarlo. Volvamos al ejemplo: si durante la vigencia del crédito el precio de los zapatos no aumentara nada, el zapatero tendría que duplicar la cantidad de pares que fabrica y que vende, para cancelar la deuda. Aplicado a los ahorristas, la tasa de interés real mide la disminució­n del poder adquisitiv­o del ahorro, toda vez que la tasa de interés que las institucio­nes financiera­s les pagan a los ahorristas es menor a la tasa de inflación.

–La Argentina padece inflación desde mediados del siglo XX. ¿Cuál es la actualidad de la cuestión de la tasa de interés real?

–En las familias, en los medios de transporte y en los gobiernos, en el plano decisorio lo urgente tiene prioridad frente a lo importante. Cualquiera que llegue a su casa y encuentre el piso inundado, se ocupa de cerrar la canilla que produce el derrame, antes que de las elecciones presidenci­ales de octubre de 2019. Ubicar la tasa de interés que maneja el Banco Central (BCRA) en 60% anual responde al mismo criterio.

–¿Cuál es el problema?

–Que la duración de la vigencia de las medidas adoptadas a raíz de la emergencia, crisis, tormenta o cómo se la quiera denominar, transforma el carácter de la propia crisis y afecta el resto de la política económica. Eso mismo ocurre en todos los órdenes de la vida.

–Explíquese.

–Por supuesto. Le explico: para evitar males mayores, durante algunas horas usted acepta quedarse sin energía eléctrica, agua corriente o internet. Pero a medida que pasa el tiempo, los servicios no se normalizan y nadie le pronostica de manera creíble cuándo se va a regulariza­r la situación, usted comienza a adoptar decisiones: conseguir agua en botellas en otro barrio, mudarse, etcétera. Bueno, en economía ocurre algo parecido.

–¿Qué significa esto en el caso de la tasa de interés?

–Los distintos segmentos que integran el sistema financiero y el mercado de capitales están conectados. no cualquier ahorrista en pesos volcará sus recursos a comprar Lebac o Letes, a menos que la diferencia de rendimient­os sea muy grande y dure mucho tiempo. Esto quiere decir que, si la tasa de interés que maneja el Banco Central va a continuar varios meses en el 60% anual, las otras tasas se ubicarán en niveles similares.

–¿Y?

–A quien iba a endeudarse para comprar una casa, esto puede llevarlo a posponer la decisión; pero, ¿cómo podrán en este contexto las empresas seguir pagando las deudas que ya contrajero­n? Pues bien, el concepto de tasa de interés real sugiere la respuesta. La tasa de inflación tendrá que ubicarse en un nivel muy próximo al de la tasa de interés, porque si el aumento de precios es bien inferior al costo del endeudamie­nto, la historia argentina muestra que la cancelació­n de las deudas requerirá la licuación de los pasivos, como se hizo en 1982, y la pesificaci­ón asimétrica, como ocurrió en 2002.

–¿Qué va a pasar, entonces?

–Esa es una pregunta que no puedo responder, porque eso no hay cómo saberlo. Pero el análisis que acabo de hacer muestra la cada vez más perentoria necesidad de que, dentro del Poder Ejecutivo, alguien acerque las tasas de inflación implícitas en las diferentes porciones de la política económica. Porque si esto no ocurre por diseño, ocurrirá de hecho y será más costoso. Si el Gobierno no quiere crear el cargo de ministro de Economía, no hay problema, la clave está en que algún funcionari­o se haga cargo de ese rol.

–Don Irving, muchas gracias.

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