LA NACION

Radiografí­a de los excluidos del sector financiero

Una encuesta realizada en el asentamien­to reveló cómo se percibe el vínculo con el ahorro y el crédito

- Diana E. Schvarztei­n e Ignacio Carballo Schvarztei­n es socióloga (UBA) y magíster por la Universida­d Autónoma de Madrid; Carballo es economista (UBA) y especialis­ta en inclusión financiera

En abril, el Banco Mundial publicó su informe Global Findex con datos a 2017. El estudio trienal analiza más de 140 países y es la base más relevante de datos de inclusión financiera a nivel global. Los datos se obtienen a través de encuestas hechas a la población. Esto es: son datos que representa­n el acceso y el uso efectivo (consciente o percibido) de los servicios financiero­s.

Si bien los datos del Findex son un faro fundamenta­l para monitorear el estado de la inclusión financiera a nivel global y nacional, a la vez languidece­n de precisión suficiente para el diseño de políticas públicas subnaciona­les o a nivel micro que estén, por ejemplo, orientadas a la población de barrios o asentamien­tos específico­s. La Secretaría de Integració­n Social y Urbana, en el marco de su Plan de Acción Integral 2016-2019 para la transforma­ción e integració­n a la ciudad del Barrio 31 y 31 bis (en adelante, B31), implementó este año la primera encuesta multidimen­sional de inclusión financiera hecha en un asentamien­to urbano del país.

Al igual que en el Findex, se recopilaro­n datos a partir de la demanda, midiendo los comportami­entos financiero­s declarados por los adultos representa­tivos del B31. El cuestionar­io cubrió seis dimensione­s: cuentas, ahorros, créditos, dinero móvil y transferen­cias, seguros, y capacidad y seguridad financiera. Como era de esperar, sus resultados difieren de los del Global Findex 2017 y describen las particular­idades de esta población.

A continuaci­ón se ex ponen algunos resultados relevantes de las primeras cuatro dimensione­s del estudio.

En términos de cuentas, ocho de cada diez adultos del B31 (78%) declaran no tener acceso. Específica­mente, mientras el Findex 2017 mostró un índice de 49% a nivel nacional, solo el 22% de los adultos del B31 reportaron que tienen una cuenta en una institució­n financiera formal. De este 22%, dos de cada diez (18%, específica­mente) no la utilizan en absoluto y el 72% solo la usan una a dos veces al mes. Por su parte, del 78% de los adultos del B31 sin una cuenta solamente el 14% reporta como única razón no tener la necesidad. En forma similar a lo que revela el Findex, las principale­s barreras declaradas fueron: no tener fondos suficiente­s (58%), el alto costo de los servicios financiero­s (27%) y la falta de documentac­ión (23%).

Por otro lado, uno de cada dos adultos en el B31 (51%) declaró haber ahorrado para algún fin en los últimos 12 meses. El guarismo es alto si se lo compara con el 30% reportado por el Findex a nivel nacional. No obstante, solamente el 9% informó haber ahorrado en una institució­n financiera formal; el 86% declaró haberlo hecho en efectivo, y el resto, mediante grupos de ahorros informales (asociacion­es vecinales o familiares).

Respecto de los motivos del ahorro, las emergencia­s son las razones más reportadas: el 63% de los adultos ahorraron o aportaron dinero en el último año por esta razón. Es interesant­e ver que, en vísperas de una urbanizaci­ón, que la segunda mayoría (32% de los ahorristas) haya declarado ahorrar para refacciona­r o arreglar su vivienda.

Respecto del crédito, solo el 18% informó que obtuvo algún tipo de financiami­ento en el último año. A diferencia de los patrones de ahorro, el préstamo se da más comúnmente a través del sistema financiero formal. Esto es, el 46% fue a través de una institució­n financiera formal.

Y allí se destaca la banca pública como principal proveedor (38% de los casos). Alarma encontrar que, mientras solo dos de cada diez accedieron a un crédito en el pasado, más de la mitad de los adultos del Barrio 31 (57%) estarían interesado­s en demandar un préstamo a futuro. Cabe señalar que el principal fin de la demanda potencial de crédito en el B31 es productivo: el 55% dice que lo solicitarí­a para iniciar o hacer crecer un negocio.

Por último, el uso del efectivo en el B31 es la norma. El 78% de los asalariado­s declaran que cobran sus haberes en efectivo, y de los que declaran que podrían recibir pagos de clientes con tarjetas de débito o crédito el 97% informan no hacerlo actualment­e. El 37% informan que reciben transferen­cias sociales del Gobierno, de los cuales el 67% lo hacen por la vía del depósito en cuenta bancaria y el 33% perciben los recursos con una tarjeta de pago (ejemplo, Ciudadanía Porteña).

Frente a la exclusión financiera, la dimensión digital se esgrime incipiente, pero en cierto sentido auspiciosa. Aunque por el momento solo un 5% de los encuestado­s informan haber utilizado su teléfono celular para pagar servicios, para enviar o recibir dinero a través de aplicacion­es móviles del banco, por home banking o por la vía de servicios para no bancarizad­os (como PIM, Billetera Rapipago, Mercado Libre, Ualá u otro), el 86% de los adultos en el B31 declaran que poseen un teléfono móvil (76% tienen smartphone y 10% no).

Conocer la población objetivo es fundamenta­l para el éxito en la provisión de cualquier producto o servicio, pero en el diseño de políticas públicas se torna condición necesaria. Promover la inclusión financiera implica conocer la realidad de los excluidos, sus necesidade­s específica­s y las barreras de cada población. El diagnóstic­o y monitoreo (tanto nacional como subnaciona­l) es indispensa­ble al momento de pensar cualquier estrategia de inclusión financiera que pretenda ser exitosa.

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En el Barrio 31, ocho de cada diez consultado­s dijeron no tener acceso a una cuenta bancaria

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