Que jueguen el partido de la amnesia
Perder la memoria no es lo que alguien con buenas intenciones pueda desearle a nadie. Aunque, si se lo toma de un modo metafórico, la aplicación de la idea les calzaría muy bien a los jugadores de Boca y River. Absorbidos como están por la Copa Libertadores, el superclásico de esta tarde es una prueba mental: ¿podrán olvidarse del contexto y jugar como si después de este partido no hubiera más? Futbolístico también será el reto, claro, pero eso no es novedad. La capacidad para evadirse de aquello que tantos les importa (y que podría encontrarlos en la final del torneo, un detalle inédito) sobrevolará la Bombonera.
En el fútbol suele hablarse del “entrenamiento invisible”: comprende todo aquello que los profesionales hacen fuera del ecosistema de su club para mantenerse en forma e incluso mejorar. Alimentación y descanso, esa fórmula repetida por entrenadores desde que el futbolista empieza a nacer, cobra fuerza en instancias así. ¿Cuánto realmente pudieron trabajar Barros Schelotto y Gallardo con el foco puesto en el partido? Nada el jueves, después de sus partidos de Copa, algo el viernes y, sobre todo, un ensayo general el sábado, con las típicas jugadas creadas para sorprender en una pelota parada. Nada extraordinario.
Así, en estas ocasiones, el mensaje esparcido en la concentración vale más porque sobre el césped no puede hacerse tanto. Se machaca sobre la cabeza, para que cada cual sepa cómo afrontar un partido incómodo en el calendario, que no decide nada concretamente a esta (baja) altura del campeonato, pero que puede convertirse en una patada en el estómago si se sale de la Bombonera con una derrota.
El ojo imparcial, listo para ubicarse ante la TV, espera que cada tanto el Boca-River sea un partidazo. Si los dos pierden la memoria, ¿por qué no pueden armarlo hoy?