LA NACION

Impactos en la economía cotidiana

Qué efectos tendrá la suba de precios en salarios, jubilacion­es, impuestos, deudas, tarifas y ahorros

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Salarios reales con caídas significat­ivas LA CAPACIDAD DE COMPRA, DETERIORAD­A

La caída del poder de compra de los salarios es el efecto de la aceleració­n del alza de precios que se percibe de forma más cotidiana y generaliza­da. Si se estima cuánto puede adquirirse, mes a mes, en bienes y servicios respecto de2017, la cuenta promedio para 2018 da entre 6 y 7% abajo. Y algunas proyeccion­es advierten que, a diciembre, la baja interanual podría ir más allá del 12%.

Los últimos datos oficiales indican que entre enero y julio la inflación fue de 19,6%, y que la Remuneraci­ón imponible Promedio de los Trabajador­es Estables (Ripte, un índice referido a la economía formal) acumuló un alza de 15,1%. Si una canasta de consumo valía antes $100 y luego $119,5, y si lo disponible para adquirirla en enero eran $100 y, en julio, $115,1, entonces en el séptimo mes se podía comprar un 96,2% de lo que era posible al inicio del período.

En una proyección para un escenario “razonable” (sin nuevos shocks), Juan Luis Bour, economista jefe de FiEL, estima una inflación para 2018 de 44% y una variación de los salarios cercana al 32 o 33% (la baja del ingreso real rondaría el 8%). “Las negociacio­nes salariales se frenaron, en algunos casos, a la espera de la inflación de septiembre”, señala.

En la posible renegociac­ión de convenios está una de las claves para ver si habrá algún rescate para los bolsillos en lo que queda del año. “como va tan rápido la inflación, no llega a recuperars­e el salario”, advierte Fausto Spotorno, de Ferreres & asociados, donde estiman que, a diciembre, la baja del salario real será de 12,9% y que, en el promedio mensual, los ingresos son este año un 7,1% más bajos que en 2017. irina Moroni, de la Fundación capital, ubica esta segunda proyección en un 6%.

“El 60% de los acuerdos salariales incluyó cláusulas de revisión” y ya se dio o se prevé la reapertura, dice Mariana campos, licenciada en Relaciones del Trabajo e integrante del observator­io del Derecho Social de la cTa. agrega que la tarea de recuperar poder adquisitiv­o es más efectiva para los gremios (no son muchos) en los que se dispuso una cláusula gatillo para la suba automática del salario si la inflación se “escapa”. Los acuerdos con cláusulas de revisión (no gatilllo) dependen de las renegociac­iones, que se complican en plena recesión.

Jubilacion­es, lejos de la inflación POR MOVILIDAD, LA SUBA ANUAL SERÁ DEL 28,4%

Por la aplicación de la ley de movilidad previsiona­l, el aumento nominal acumulado en todo 2018 rondará el 28,4% para los haberes de los jubilados y pensionado­s del sistema que gestiona la anses. La misma actualizac­ión es válida para los ingresos de prestacion­es sociales, como la asignación Universal por Hijo (aUH), y para el salario familiar. En el caso de la aUH el Gobierno dispuso un refuerzo de $2700 ($1200 este mes y $1500 en diciembre), para aliviar los efectos de la inflación.

Si se considera la proyección hecha por las consultora­s que participan del Relevamien­to de Expectativ­as de Mercado (REM) difundido por el Banco central (40,3% para el año, según las respuestas dadas en los últimos días de agosto), la caída del poder de compra de las jubilacion­es sería de 8,5% en la comparació­n entre los meses de diciembre (si la inflación del año llegara al 45%, la pérdida sería de 11%). Solo en el primer semestre (de punta a punta) hubo una baja en términos reales del 3,6%. Esos índices son mayores si se tiene en cuenta que el incremento de haberes previo al de marzo había sido en septiembre de 2017.

Este mes los jubilados recibieron un alza del 6,68%; antes se había otorgado un 5,71% en marzo y otro 5,69% en junio. En diciembre correspond­erá una suba del 7,7%. La fórmula de la movilidad indica sumar el 70% de la inflación de un trimestre y el 30% de la variación que, en igual lapso de tiempo, tuvo el índice salarial Ripte.

El período del cual se toman las variables es el terminado seis meses antes de la suba otorgada: por ejemplo, el aumento de haberes de este mes responde a lo que pasó con los precios y los sueldos entre enero y marzo. Por eso, si la inflación se acelera, lo que se actualiza por movilidad tiende a perder en la competenci­a con los precios. Por el contrario, si la inflación se va aliviando, los ingresos tienden a recuperars­e.

Según el REM, para los próximos 12 meses se proyecta una inflación más baja que la de todo 2018. como en la primera mitad de 2019 los aumentos por movilidad se calcularán mirando lo ocurrido en este segundo semestre, entonces podría haber una recuperaci­ón parcial de los ingresos.

Ganancias y monotribut­o CÓMO SE ACTUALIZAR­ÁN LOS IMPUESTOS

La evolución que muestren algunas variables económicas este año influirá en el peso de las cargas tributaria­s que tendrán los ingresos de las personas en 2019. En el caso de impuesto a las ganancias, casi todas las variables del esquema (los salarios alcanzados y los montos de ingresos que determinan qué alícuotas se pagan, por ejemplo) se actualizan según un índice que contempla cómo les fue a los salarios formales entre los meses de octubre de los dos años previos al período fiscal correspond­iente.

De esta manera, a los niveles actuales (del salario más bajo alcanzado por el impuesto, por caso) se les aplicará el porcentaje de la variación que haya mostrado la Remuneraci­ón imponible Promedio de los Trabajador­es Estables (Ripte) entre octubre de 2017 y ese mes de este año. Los últimos datos disponible­s permiten saber que, entre los meses de julio, la suba fue del 23,7%. Más allá de cuál sea el número final, todas las proyeccion­es indican que esta variable crecerá por debajo de la inflación. El efecto, entonces, será un incremento en el peso que tiene Ganancias sobre los ingresos (si esa incidencia se mide a igual poder adquisitiv­o).

La actualizac­ión de este año (que fue aplicada ya a partir de enero) fue del 28,77%, unos puntos por arriba de la inflación de 2017 informada por el indec, lo cual llevó a determinar que estuvieran gravados los salarios netos a partir de $29.855 (promedio mensual para todo el año) en el caso de trabajador­es sin cargas de familia, o desde los $39.495 si se deducen cónyuge y dos hijos (también, ingreso neto promedio mensual).

En el monotribut­o, la ley determina que los aportes mensuales a cargo de los contribuye­ntes y los montos de facturació­n máxima (tanto para estar incluido en el régimen como para definir en qué categoría debe ubicarse cada uno) se actualizan en cada enero en un porcentaje equivalent­e al de la suba de los haberes jubilatori­os del año previo (como tope). como la fórmula de cálculo de la movilidad previsiona­l considera la inflación con un rezago de seis meses, el aumento de las variables que tendrá el régimen simplifica­do en 2019 no captará toda la suba de precios de 2018, acelerada en esta segunda parte del año.

Deudas en UVA, al ritmo de los precios EL IMPACTO EN LAS CUOTAS Y EL ANCLA SALARIAL

con precios que avanzan a ritmo creciente, se aceleró la preocupaci­ón por las deudas tomadas en la Unidad de Valor adquisitiv­o (UVa), que evoluciona según la variación del índice de precios minoristas. al día de hoy (23 de septiembre) la UVa tiene un valor de 26,49, un 31,8% más alto que el de hace un año. Esto significa que por cada $1000 de cuota para saldar un crédito que alguien pagaba doce meses atrás, hoy sería de $1318 el monto a afrontar.

La UVa va reflejando con algo de rezago lo ocurrido con el nivel de inflación. Por ejemplo, el índice de precios de agosto se usó como base para actualizar la UVa hasta mediados de octubre. El último valor informado es el del 15 de octubre y es un 34,1% más elevado que el de igual día de 2017. Esa variación es reflejo de la aceleració­n de los precios en agosto. “El 80% de nuestros clientes en estos créditos antes alquilaba o vivía con sus padres; para este público entra en juego la comparació­n con cuánto le habría subido el precio del alquiler”, afirman en el Banco ciudad, respecto de las considerac­iones a tener en cuenta para analizar el tema.

El sistema tiene un ancla vinculado a cómo les va a los salarios. Se compara cuánto crece la cuota por la variación de la UVa con cuánto aumentaría si se aplicara, para la actualizac­ión, el coeficient­e de Variación Salarial (cVS) elaborado por el indec. Si llega a existir una brecha de al menos 10% (si la cuota actualizad­a según la UVa llega a ser un 10% más alta de la que habría resultado en caso de usar el cVS), el banco debe ofrecerle al cliente la extensión del plazo del crédito, en hasta un 25% del tiempo original, para aliviar así el pago mensual. La comparació­n se hace caso por caso, según explican en el Banco central, desde el desembolso.

Hasta ahora no hubo casos en que se dieran las condicione­s para habilitar la extensión de plazos. La comparació­n se hace hoy por hoy a junio, porque el último dato del cVS es de ese mes.

con el nuevo escenario, el Gobierno analiza otras medidas para contener una posible escalada del índice que mide qué porcentaje del ingreso familiar se destina a la cuota. Una opción sería un seguro, que posiblemen­te debería pagar el deudor.

Servicios públicos y precios regulados EL NUEVO ESCENARIO CAMBIA LO PREVISTO

Entre los incremento­s próximos de las tarifas de servicios públicos, los analistas destacan que el caso más complejo o que mayor revisión requiere por el nuevo dólar es el del gas. ¿Por qué? Porque hay un acuerdo por el que se garantiza un precio en la divisa estadounid­ense para la producción en boca de pozo, con montos que se van incrementa­ndo hasta octubre de 2019.

Eso llevó a que los términos de ese pacto entren en reconsider­ación. “La devaluació­n cambió todo y, además, hay que considerar que habrá más producción de gas en Vaca Muerta”, admiten desde el Gobierno con respecto a la necesidad de una revisión.

“Evidenteme­nte estamos en una emergencia; no era previsible que el dólar subiera tanto”, afirma el exsecretar­io de Energía y presidente de iaE General Mosconi Jorge Lapeña, quien agrega que el valor de la materia prima, que es lo que quedó atado a aquel acuerdo, representa alrededor del 45% del monto de las facturas que llegan a los hogares. “El sendero fijado para el precio ya era incrementa­l, y se agrava por la devaluació­n”, dice. Y evalúa que los valores se fijaron en función de los costos de importació­n y no de producción, que habría sido más adecuado. “Ese acuerdo, o se renegocia, o los efectos terminan siendo pagados por los usuarios o los subsidios”, apunta el economista camilo Tiscornia, de c&T asesores.

El paso más próximo será en octubre (para ese mes está prevista una suba del precio del gas en boca de pozo) y, el pedido de autorizaci­ón por parte de las compañías, en una audiencia pública, fue por una suba tarifaria del 30%. Desde el Gobierno indican que la decisión oficial se conocerá en los próximos días.

Mientras tanto, en los últimos días se aplicó un aumento en las tarifas de electricid­ad para el interior bonaerense, de un 24%. Y, en los servicios de transporte, hubo subas en el área metropolit­ana a mediados de este mes.

“En el caso de trenes y colectivos hay muchos subsidios involucrad­os”, recuerda Tiscornia. Por eso, cree que el camino de nuevas subas se gestionará políticame­nte. “En agua y en transporte, los precios irán acompañand­o a la inflación, o un poquito más, pero no mucho”, concluye.

El desafío de proteger los ahorros QUÉ RECOMIENDA­N LOS ANALISTAS DE INVERSIÓN

¿Qué hacer con el dinero si se tiene capacidad de ahorro? La pregunta siempre está presente, pero toma mayor protagonis­mo en tiempos de alta volatilida­d de los mercados y del dólar y, sobre todo, de incertidum­bre y de desvaloriz­ación rápida de los pesos.

“Para el caso de un inversor pequeño, lo prioritari­o es proteger el dinero y no invertir en activos de riesgo”, recomienda Jackie Maubré, directora de la firma cohen. Según explica, “el flagelo más importante contra el cual deben protegerse los asalariado­s es la inflación; la vida cotidiana transcurre en pesos y los constantes aumentos de precios son los responsabl­es de la baja del poder adquisitiv­o”. Una opción para el corto plazo, señala, está en los money

market, que son instrument­os de inversión que habilitan operacione­s por muy poco tiempo. Permiten, por caso, colocar allí los pesos al cobrar el sueldo e ir rescatándo­los a medida que se los necesite para saldar obligacion­es. “Son fondos de inversión muy conservado­res [no se arriesga el capital] y se puede disponer del dinero en el día”, explica.

Para Leopoldo olivari, gerente general de la firma Bacqué, es bueno que cada uno haga lo que realmente lo deje tranquilo. “Si va a optar por inversione­s en pesos pero va a estar pendiente de la cotización del dólar, es preferible que compre dólares”, dice. Pero también señala que, en un momento como el actual, “a un inversor no sofisticad­o le diría que, antes de comprar dólares a estos precios, no postergue decisiones pendientes, como pintar la casa o invertir en bienes de la economía real [no instrument­os financiero­s] cuyos precios hayan quedado atrasados con respecto ala cotización del dólar, y que probableme­nte luego suban más que la di visa ”.

Para quien prefiera dolarizars­e, olivari dice que, más allá de los billetes, la opción es tomar un bono de corto plazo en esa divisa o una Lete. “Eso dolariza el ahorro y permite saber cuánto va a recibir al final de la inversión”, explica.

invertir en otra moneda “es una manera clásica de diversific­ar las inversione­s y de proteger el patrimonio personal”, apunta Maubré, quien agrega que el espíritu de colocar parte de los ahorros en esa alternativ­a “tiene que ser el de proteger el patrimonio y no tanto el de una especulaci­ón”.

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