LA NACION

Visitas médicas, actividade­s no oficiales y una confianza que crece

Aun sin exponer el plan de recaudació­n de sobornos, en esos primeros tiempos Centeno detalló cómo era empleado por De Vido y Baratta para servicios no ligados al ministerio

- Textos Candela Ini y Alan Soria Guadalupe

El segundo anotador, de marca Gloria, comienza con una fecha emblemátic­a para el peronismo: el 17 de octubre, Día de la Lealtad. Ese lunes de 2005, y en sintonía con las actividade­s descriptas en el anotador anterior, el chofer Oscar Centeno estuvo al servicio de Chela, la madre de Julio De Vido, a quien llevaba hasta la clínica Fleni con asiduidad.

Estar al servicio de la señora y sus visitas médicas y de los familiares del ministro ocupó gran parte de las tareas de esos primeros años. Así, Centeno comenzaba a conocer al detalle la estructura y el entorno del poder que existía debajo de De Vido.

De la misma manera, con el correr de las hojas, también se hace evidente que Baratta usaba con frecuencia los servicios de Centeno para cuestiones personales, al igual que el ministro, lo que permitió que ambos entablaran un vínculo más cercano.

En una ocasión, el entonces subsecreta­rio de Coordinaci­ón hasta le pidió que le fuera a regar las plantas.

Con el mismo detalle y minuciosid­ad que se repitió en todas sus anotacione­s posteriore­s, el chofer empezó a dejar constancia de determinad­os patrones que más tarde sembrarían sospechas, como los infaltable­s traslados de “sobres” –y de “síntesis informativ­as”– desde el domicilio de De Vido hasta la quinta de Olivos, donde el entonces vocero presidenci­al Alfredo Scoccimarr­o recibía los envíos.

Esos viajes se hacían durante los fines de semana, salvo cuando los funcionari­os no estaban en Buenos Aires.

En este cuaderno, que todavía no expone al detalle la red de recaudació­n, Centeno hace numerosos viajes junto a Walter Fagyas, expresiden­te de Enarsa, actualment­e detenido.

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