LA NACION

La mujer que tiene en vilo a EE.UU.

Brett Kavanaugh, propuesto por Trump al máximo tribunal, y la mujer que lo acusa de haberla atacado sexualment­e hace 36 años testificar­on ante un comité; durante varias horas, los relatos mantuviero­n en vilo a los norteameri­canos

- Rafael Mathus Ruiz COrrESPONS­AL EN EE.UU.

WASHINGTON (De nuestro correspons­al).– Un relato estremeced­or, una defensa entre lágrimas y el futuro de la Corte Suprema en juego. En vilo, Estados Unidos siguió ayer una histórica audiencia en el Senado con el cruce de los dos protagonis­tas estelares: Brett Kavanaugh, candidato de Donald Trump a ocupar el máximo tribunal, y Christine Blasey Ford, que lo acusó de haberla atacado sexualment­e hace 36 años.

WASHINGTON.– Pegado al televisor, Estados Unidos pasó el día inmerso en una histórica audiencia en el Senado que conjugó el futuro de la Corte Suprema y el poder que le dio vida al movimiento #MeToo en el cruce de los dos protagonis­tas estelares de horas de drama, tensión, furia y lágrimas: Brett Kavanaugh, candidato de Donald Trump a ocupar una silla en el máximo tribunal, y Christine Blasey Ford, que lo acusó de haberla atacado sexualment­e hace 36 años.

Luego de días de idas, vueltas y preparativ­os, Ford y Kavanaugh testificar­on ayer ante el Comité Judicial del Senado para ofrecer relatos antagónico­s sobre una fiesta en el verano de 1982 que se convirtió en el tema excluyente en la confirmaci­ón del juez, que podría torcer el equilibrio ideológico de la Corte a la derecha por una generación.

Con voz quebrada, aunque sin zozobrar ni perder la compostura durante su testimonio público ante el comité, Ford acusó a Kavanaugh de agredirla sexualment­e mientras estaba borracho, de querer violarla y de dejarle una marca que “alteró drásticame­nte” el resto de su vida.

“Estoy aquí hoy no porque quiera estar. Estoy aterroriza­da”, dijo Ford, al inicio de sus testimonio. “Mi responsabi­lidad es decir la verdad”, afirmó unos minutos después.

Ford se sentó frente al comité –integrado casi en su totalidad por hombres– y contó su historia sobre lo que pasó en el verano de 1982 cuando, según su testimonio, Kavanaugh, acompañado por Mark Judge, la atacó durante una fiesta, la encerró en un cuarto, la inmovilizó en una cama, la tocó de manera inapropiad­a y le tapó la boca cuando gritó para pedir ayuda.

“Creí que iba a violarme. Era difícil respirar, y pensé que Brett iba a matarme accidental­mente. Brett y Mark, ambos, se estaban riendo durante el ataque, parecía que la estaban pasando bien”, relató Ford.

Un senador demócrata, Dick Durbin, le preguntó qué grado de certeza tenía de que su atacante sea Kavanaugh, que sugirió que Ford fue atacada por otra persona. Sin titubear, Ford respondió: “Cien por ciento”. Y en uno de los momentos más poderosos de la audiencia, ante una pregunta de otro senador, acerca de cuál era la memoria más vívida del ataque que denunció, Ford respondió: “La risa. La risa estruendos­a entre los dos”.

El testimonio de Ford paralizó al país. La audiencia en la cual ofreció su testimonio decidirá la suerte de Kavanaugh, el hombre elegido por Trump para ocupar la silla que dejó vacante el juez Anthony Kennedy en la Corte Suprema. Pero su nominación podría ser retirada: Trump dijo que quería esperar a la audiencia. El presidente y su equipo siguieron la audiencia desde la Casa Blanca.

Christine Blasey Ford

profesora de psicología

En la era del #MeToo, la acusación podría frenar la llegada de Kavanaugh a la Corte Suprema. Además, podría tener un impacto en las próximas elecciones legislativ­as. En Washington, muchos recuerdan 1992, un año después del testimonio de Anita Hill, que acusó de acoso sexual al juez de la Corte Clarence Thomas durante su proceso de confirmaci­ón. Un año después, hubo un aumento en la cantidad de mujeres que llegaron al poder en las elecciones.

El pliego de Kavanaugh descansa en las manos de un puñado de senadores republican­os moderados, entre ellos, dos mujeres: Lisa Murkowski y Susan Collins.

Kavanaugh, que ofreció su testimonio después de Ford, negó todo. El juez fue acusado por otras dos mujeres además de Ford. Visiblemen­te compungido, debió contener las lágrimas al leer su declaració­n. Pero luego, al responder preguntas, perdió por momentos la compostu- ra, se mostró enojado y se enfrentó sin dudarlo en varios cruces con senadores demócratas.

“Este proceso de confirmaci­ón se convirtió en una desgracia nacional”, se despachó el juez en su declaració­n. “Mi familia y mi nombre fueron total y permanente­mente destruidos por denuncias adicionale­s viciosas y falsas”, agregó.

Una y otra vez, Kavanaugh reconoció que bebe, y que le gustaba y le gusta la cerveza, pero pintó un pasado de adolescent­e estudioso y trabajador, incapaz de realizar un ataque como el que describió Ford. “Me gustaba la cerveza. Todavía me gusta. Pero no bebí cerveza hasta el punto de desmayarme y nunca agregué sexualment­e a nadie”, dijo.

Lindsey Graham, senador republican­o, salió en su defensa, en un ataque directo a los demócratas. “Quieren destruir la vida de este tipo, mantener la vacante abierta y esperar a ganar en 2020”, dijo, en referencia a la elección presidenci­al.

“no estoy aquí hoy porque quiera estarlo. estoy aterrada. Creo que es mi deber ciudadano relatarles lo que ocurrió cuando brett Kavanaugh y yo estábamos en la secundaria”

“los detalles de esa noche, que es lo que me trae aquí, quedaron grabados en mi memoria y me atormentar­on por momentos en mi vida adulta. Creí que iba a violarme”

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Win mcnamee/afp
 ?? Patrick SemanSky/aP ?? Frente a la Corte Suprema, en Washington, decenas de mujeres respaldaro­n ayer a Christine Blasey Ford
Patrick SemanSky/aP Frente a la Corte Suprema, en Washington, decenas de mujeres respaldaro­n ayer a Christine Blasey Ford

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