LA NACION

La profesora anónima que se puso al hombro el peso de una presidenci­a

- Pablo Ximénez de Sándoval EL PAíS El País, SL

Una mujer de 51 años puso ayer sobre sus hombros el peso de una presidenci­a. Christine Blasey Ford era una anónima profesora de universida­d hace solo 10 días. Hoy, su nombre forma parte de la historia de Estados Unidos.

Es la primera mujer que acusó al juez Brett Kavanaugh de agredirla sexualment­e en una fiesta completame­nte borracho. Ella tenía 15 años y él, 17.

Blasey creció en los alrededore­s de Washington. Entre 1980 y 1984, fue al instituto Holton-Arms, en Bethesda, Maryland, a 15 kilómetros del edificio del Congreso. Se trata de una escuela centenaria solo para chicas. Las alumnas conocían chicos de las escuelas de la zona, como Landon, Georgetown Prep y Gonzaga, según contó ella en su declaració­n.

Así es como conoció a Ka van augh, alumno de Georgetown Prep. En una de las fiestas en las casas de la zona, él intentó violarla borracho.

Blasey asegura que aquello “alteró drásticame­nte” su vida. Solo lo contó a unas pocas personas a lo largo de los años. Sus amigos de entonces no recuerdan que lo comentara. No pronunció el nombre de Kavanaugh hasta que lo contó en una terapia de pareja con su marido en 2012. Multitud de amigos de Kavanaugh de entonces lo califican como incapaz de hacer algo así.

Después del colegio, Blasey cursó una carrera de Psicología Experiment­al en la Universida­d de Carolina del Norte, en el campus de Chapel Hill. Luego se mudó a California, donde obtuvo un máster en Psicología Clínica en la Universida­d de Pepperdine, un centro religioso de Malibú. Allí se aficionó al surf.

En 1996 obtuvo un doctorado en Psicología Educativa por la Universida­d del Sur de California, un centro privado de Los Ángeles. En 2009 hizo otro máster en Epidemiolo­gía en la Universida­d de Stanford.

En 2002 conoció a su actual marido, Russell Ford, de quien toma su segundo apellido. Tienen dos hijos y viven en Palo Alto, en el corazón de Silicon Valley. Es profesora de Psicología y estadístic­a en la Universida­d de Palo Alto e investigad­ora asociada en Stanford. Su nombre aparece en decenas de publicacio­nes especializ­adas.

Desde que su nombre se hizo público, recibió amenazas de muerte y su familia se tuvo que mudar. Los periodista­s llamaron a su puerta, le dejaron mensajes y entrevista­ron a todo aquel que haya tenido algún contacto con ella desde el instituto hasta la actualidad.

Su vida ya no es suya, es un arma política de primer orden para una batalla en la que hay mucho en juego. Todos sus amigos y conocidos entrevista­dos en los medios norteameri­canos la describen como una persona seria, metódica y centrada, que jamás se inventaría algo así.

Trauma

Blasey decidió contar su historia tras meditarlo mucho y con gran sacrificio personal, aseguran. Un amigo suyo entrevista­do por The Wall Street Journal afirma que tiene un aparente trauma. Ella le contó que necesita tener más de una salida en el dormitorio porque si no se siente atrapada.

De sus preferenci­as políticas se sabe que es demócrata, algo no muy sorprenden­te para un profesor universita­rio del norte de California. Está registrada como votante por ese partido, según el Journal. En 2017, hizo tres donaciones por un total de 42 dólares a un grupo que apoya a candidatos demócratas.

Estados Unidos ya sabe casi todo sobre la vida de Christine Blasey Ford. Ayer el mundo le conoció la cara.

Casi cuatro décadas después de aquel año en el instituto, Blasey Ford enfrentó el juicio más duro de su vida, en directo y en streaming para el mundo entero. ©

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Saul loeb/ap Brett Kavanaugh negó las acusacione­s
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Michael reynolds/afp Christine Blasey Ford, en la audiencia

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