Un día emblemático que EE.UU. nunca olvidará
El jueves será un día que nunca olvidaremos. Será recordado, reinterpretado, revisitado y reanalizado durante años. Fue un día de tremenda relevancia sociológica y política, y no solo un símbolo o un acontecimiento emblemático de una era tumultuosa, sino un día que recordaremos como origen directo de una transformación.
Ayer se desarrolló la audiencia en la Comisión de Asuntos Judiciales del Senado norteamericano sobre la nominación de Brett Kavanaugh para integrar la Suprema Corte, pero ya podemos hacernos una idea de las repercusiones que tendrá ese espectáculo en la vida nacional.
En el testimonio que llevó preparado, Christine Blasey Ford dijo: “No estoy acá porque quiera estar. De hecompostura, estoy aterrada”. Y se notaba. Pararse frente a todos esos senadores y a todas esas cámaras, sabiendo que los ojos del mundo están puestos en uno, sería difícil para cualquiera, aunque solo tenga que testificar sobre el rendimiento de la soja.
¿Qué decir entonces de tener que describir el hecho más traumático que uno haya vivido y que a uno le enseñaron a considerar como algo vergonzante? Una situación casi imposible de imaginar.
Twitter –y mucho menos la gente de la que soy seguidor– no es una muestra válida de nada, así que lo que sigue debe tomarse como anecdótico, pero mientras miraba el testimonio de Ford, lo que vi en las caras de una mujer tras otra fueron gestos de dolor, de angustia y hasta de horror. Hubiesen sufrido experiencias de abuso sexual o no, ver que otra mujer tenía que describir lo que le había pasado y constatar cuánto le costaba hacerlo, con la voz quebrada y tratando de no perder la resultaba doloroso.
El momento más potente se produjo cuando a Ford le preguntaron cuál era su recuerdo más vívido del ataque, y respondió que era la risa de sus abusadores: Kavanaugh y su amigo Mark Judge se reían, mientras ella era presa del terror.
Las mujeres que no han sufrido experiencias como la de Ford saben que solo la buena suerte las salvó de caer víctimas de hombres con mentalidad predadora. Sus parejas, sus compañeros de trabajo, sus conocidos o los hombres que pasan junto a ellas por la calle, tienen poder sobre ellas y sus cuerpos. Ellas se mueven por la vida sabiéndose vulnerables, y si ocurre lo peor y terminan siendo víctimas, saben que probablemente nadie les creerá y que serán criticadas por haber osado quejarse. Ese es el contexto psicológico de todas las mujeres cuando escuchan un testimonio como el de Ford.
Estoy seguro de que a mucha gente el testimonio de Ford le parecho, cerá poco convincente. Cada una de esas personas elegirá la teoría que le parezca menos disparatada para explicar por qué, en su opinión, Ford no estaría diciendo la verdad. Y aducirán que el juez Kavanaugh es un hombre excepcional que lo menos que se merece es un asiento vitalicio en la Corte. Algunos reaccionarán como lo hizo el presidente Trump, que dijo algo equivalente a “Ya sabemos lo mentirosas que son las mujeres”.
A pesar de la contundencia del testimonio de Ford y de todas las razones para creerle, en estos temas hay tanta ambigüedad –porque no hay un video que haya registrado el hecho– que cualquiera que así lo quiera podrá convencerse a sí mismo de que el único que dice la verdad es Kavanaugh. Así que es perfectamente posible que al final, el juez Kavanaugh terminé sentado en la Corte, donde se sumaría a los otros jueces conservadores (todos varones) que se preparan para darle un golpe mortal a los derechos reproductivos de las mujeres.
¿Qué sentirán entonces las norteamericanas? Los hombres como yo podemos hacer el esfuerzo de escucharlas y de tratar de entender cómo se ve esto desde el lado de las mujeres. Pero no podemos sentir lo que ellas sienten. A juzgar por lo que muchas dicen, lo que ya sentían –tras las revelaciones del movimiento #MeToo y de la elección de Trump a pesar de haber sido grabado jactándose de su habilidad para manosearlas impunemente– era dolor y frustración, y cómo no. Pero más que nada, lo que sienten es bronca. Furia.
Si Kavanaugh se convierte en juez supremo, esa furia hará erupción, y podría tener un enorme impacto en las elecciones de este año, en las de 2020 y en el futuro de ambos partidos mayoritarios de Estados Unidos. Y todavía no sabemos hasta dónde puede llegar esa furia. Traducción de Jaime Arrambide