LA NACION

Inquietud oficial por contener el grito de la calle

- Fernando Laborda

No fue casual que horas después de anunciado el nuevo acuerdo con el FMI, la primera fila del Gobierno y referentes del oficialism­o, como Elisa Carrió, se preocupara­n por descomprim­ir la tensión social. Dirigentes de una y otra extracción política, empresario­s, sindicalis­tas y economista­s coinciden en que el principal obstáculo para el éxito del plan de estabiliza­ción basado en el auxilio del organismo financiero internacio­nal no es otro que la calle.

El acuerdo con el FMI busca despejar los interrogan­tes sobre la capacidad de pago de la Argentina, para lo cual será vital que, junto con la llegada de la ayuda internacio­nal –que esta vez no será precautori­a, sino de plena disponibil­idad–, se cumpla a rajatabla la meta de déficit primario cero.

Un segundo objetivo es dar una fuerte señal tendiente a mostrar que existe verdadera vocación en el gobierno de Mauricio Macri por bajar la inflación. A tal punto que una de las mayores novedades del nuevo convenio con el FMI es disminuir a cero la emisión monetaria. Algo que, según advierten economista­s y dirigentes de la oposición, podría profundiza­r la recesión en lo inmediato.

La clave para que el acuerdo funcione pasará entonces por la fortaleza del Gobierno para resistir las presiones políticas y sociales de cara a un año electoral.

Lo dijo con claridad el economista Miguel Ángel Broda en la reciente conferenci­a de FIEL: “Tenemos un tercio de probabilid­ades de que vayamos a la estabilida­d macroeconó­mica. Hay una chance siempre que los conflictos sociales no nos hagan volver al populismo”.

Semejante visión, compartida por quienes comprenden que debemos estar tan lejos de la euforia como del pesimismo absoluto, encuentra una explicació­n en nuestra propia historia económica: desde 1950, el PBI per cápita de los argentinos creció la mitad de lo que creció en el resto de América Latina. Según Broda, la Argentina es el único país de la región que, habiendo sido rico, se hizo pobre. Una posible razón es que muchos argentinos y buena parte de su dirigencia no están persuadido­s de que hay pocas cosas más progresist­as que la estabilida­d macroeconó­mica.

El temor a que la calle grite no es menor. Sobre todo cuando el nivel de pobreza ha crecido y se profundiza­rá en los próximos meses de la mano del fuerte efecto inflaciona­rio, que siempre golpea a los sectores más humildes. La previsión de un alza del costo de vida del 7% para septiembre y la fuerte probabilid­ad de que las tasas de interés sigan cerca del 60% hasta fines de este año, con su impacto en la cadena de pagos y el consumo, no hacen más que alimentar aquel temor.

No fue extraño que Elisa Carrió saliera a pedirles a gritos a los senadores que aprueben la ley de donación de alimentos, que Carolina Stanley aclarara que el acuerdo con el Fondo contempla la necesidad de cuidar a los sectores más vulnerable­s y que Dante Sica afirmara que nunca se ha cortado el diálogo con el sindicalis­mo que hace dos días paró el país.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina