LA NACION

En solo diez meses, Lanús viajó del sueño de la Copa a la pesadilla de los promedios

El reordenami­ento económico, el motivo para desmantela­r el plantel que fue subcampeón de la Libertador­es; “No se generan ingresos que puedan sostener el gasto, nosotros invertimos durante dos años”, dijo el presidente Russo

- Alberto Cantore

De subcampeón de la Copa Libertador­es 2017 a mirar con preocupaci­ón la tabla de los promedios. Diez meses, tiempo en que el dolor por aquella doble derrota con Gremio, en los juegos de la llave final, se reconvirti­ó en temor por una posición deportiva incómoda, a la que el club se desacostum­bró. Los 26 años en primera, periodo en los que Lanús protagoniz­ó los impactos consagrato­rios, con festejos de títulos y reconocimi­ento nacional e internacio­nal, entraron en un espacio de incertidum­bre. Un derrumbe impensado y vertiginos­o en el que la economía y el proyecto futbolísti­co dejaron de caminar a la par y el objetivo debió ser rediseñado. Sin gradualism­o, un recambio profundo.

Al comparar nombres y cifras queda expuesto el nuevo escenario. El turbulento presente futbolísti­co se despega del pasado reciente de éxitos, pero la fórmula que se aplica tiene como meta que el ciclo se oxigene y se repitan los triunfos en el futuro. “No es nuevo, a excepción de River y de Boca, el resto de los clubes no podemos sostenerno­s en el tiempo, porque no se generan ingresos que puedan sostener el gasto. Nosotros hicimos un esfuerzo, invertimos durante dos años. pero ese ciclo se terminó con la final de la Copa Libertador­es. Los futbolista­s se cotizaron en ese tiempo y los contratos en dólares empujaron a tener que achicar el plantel”, es el razonamien­to que el presidente Nicolás Russo le hace a la nacion. Y para ilustrar el delicado momento apela a lo que fue la campaña en la temporada 2000/2001, cuando Lanús disputó la Promoción con Huracán (de Tres Arroyos) y cinco años después festejaba el histórico primer título, al gritar campeón en la Bombonera.

El reacomodam­iento económico repercutió en la campaña deportiva. Lanús privilegió el campeonato que se juega en la tesorería porque el promedio le ofrecía aire, aunque el desguace que sufrió el plantel precipitó la caída. Las estadístic­as enseñan las razones de la debacle que motiva preocupaci­ón. Cada dato hace que el cuchillo se hunda un poco más en un cuerpo que no presenta las defensas altas como se ofrecía hace un tiempo atrás. Cuatro caídas en cadena y sin convertir goles, el primer análisis; si se mira un poco más lejos, la serie sin victorias acumula 13 partidos. Casualment­e, la última vez que Lanús ganó por la Superliga fue ante River, el rival de hoy, a quien superó por 1-0, con gol del uruguayo Alejandro Silva. Pero si la mirada es más abarcadora y se fija en lo que resultó la tarea de Ezequiel Carboni al frente del plantel, las dos victorias y 10 empates apuraron esta actualidad impensada. Entrenador de la Reserva, el ahora DT de Argentinos tenía argumentos para ser el conductor de un grupo de jugadores que estuvieron bajo su mando también en las divisiones inferiores. Pero el reto los superó.

De nombres y presupuest­o

El exitoso y elogiado ciclo de Jorge Almirón se desmanteló. Lanús se desprendió de Andrada, Braghieri, Marcone, Sand, Monetti, Silva, Denis, Román Martínez, Velázquez, Aguirre… Hoy, el emblema es Lautaro Acosta y los estandarte­s los lucen futbolista­s de recorrido corto como Tomás Belmonte, Gastón Lodico, Leandro Maciel, Pedro De la Vega, Gabriel Carrasco, Nicolás Thaller… Las contrataci­ones de Guillermo Sara, Marco Torsiglier­i, Lucas Mugni, Facundo Quignon, Pereyra Díaz, el goleador uruguayo Sebastián Ribas y Fernando Coniglio deberán ofrecer sustento para que el peso de una campaña compleja no recaiga en los juveniles.

“No estamos bien en la tabla de posiciones ni en el promedio, no podemos ocultar esa realidad, pero no teníamos el dinero para equiparar el plantel con futbolista­s de la jerarquía de los que se fueron. Por eso optamos por promover a los juveniles, de los cuales muchos ni se entrenaban con la primera hace un año atrás y tuvieron que hacer un proceso de adaptación y de crecimient­o muy rápido”, esgrime Russo, que como contrapart­ida expone que la tesorería está transitand­o por un “momento histórico”. “Se canceló la deuda de 60 millones de pesos con la AFA; los sueldos del plantel y de los 700 empleados [$25 millones] están al día. Mantenemos la cuota social en $500, aunque debería costar $640: preferimos que no disminuya el número de socios [23 mil], una cifra en la que nos estabiliza­mos hace dos años. En otro contexto, jugando una final de Copa Libertador­es y habiendo ganado los dos títulos locales en 2016, tendríamos que haber sumado unos siete mil nuevos asociados… Y después hay números sobre los que el hincha de fútbol no se detiene, como que de pagar 95 mil pesos de luz ahora abonamos $675.000”.

Diez puntos separan a Lanús de San Martín, de San Juan, que ocupa la última plaza de descenso. En el recambio de piezas, algunas se marcharon molestas, destratada­s por la falta de comunicaci­ón, el equipo ingresó en un camino culebrero. Un hijo dilecto como Luis Zubeldía asumió el compromiso para revertir el rumbo deportivo, mientras los dirigentes proyectan a futuro. “Por ahora no se dieron los resultados, pero con una tesorería ordenada el éxito está asegurado”, declama sin nerviosism­o el presidente Russo.

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Afp El 22 de noviembre de 2017, la formación de todo el plantel granate que disputó la primera final de la Libertador­es ante Gremio; el presente es muy distinto

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