LA NACION

De arquero del Sub 17 de Tonga a All Black: la metamorfos­is de Frizell

La experienci­a en el fútbol no fue buena, decidió cambiar y fue clave radicarse en Nueva Zelanda; mañana será titular ante los Pumas

- Fernando Vergara

En su niñez en Tongatapu, Tonga, el mundo de Shannon Frizell no tenía forma ovalada, sino redonda. Su vida deportiva podría haber sido absolutame­nte diferente: le gustaba tomar la pelota con las manos, pero no la de rugby, sino la de fútbol. Su pasión estaba debajo de los postes, pero no de una H, sino del tradiciona­l arco de 7,32 metros de ancho por 2,44 de alto. Al punto que tenía buenas condicione­s, porque en 2011 llegó a ser el arquero del Sub 17 tongano en la OFC, el principal torneo de dicha categoría en Oceanía, que además brinda plazas para el Mundial. Pero en un puñado de años la vida de Frizell dio un giro de 360 grados: mañana, el ala de 24 años, con apenas dos partidos en los All Blacks, será titular contra ls Pumas en el Rugby Championsh­ip.

En un país donde la pelota ovalada es mucho más popular que la redonda, Frizell siempre se movió con timidez. “Yo no fui delantero, tampoco mediocampi­sta. Lo mío era el arco”, responde con una sonrisa ante cada consulta sobre su pasado con la pelota Nº 5. Destacado por la fuerza con la que hoy ataca en cada tackle, Frizell mide 1,95 metro y pesa 108 kilos. Una estatura ideal para desenvolve­rse debajo de los tres palos. Pero después de aquella experienci­a en 2011 decidió darle una oportunida­d al rugby, sin siquiera saber por qué. No le encuentra explicació­n, simplement­e se dio así, asegura.

Timote Polovili, ex jugador de la selección de fútbol de Tonga y manager del equipo, sonrió cuando Frizell le contó su decisión. Chau fútbol, hola rugby. “Aquí, mi consejo para los deportista­s como Shannon es animarlos a hacer lo que sea mejor para sus familias”, dijo Polovili en una entrevista con medios de su país. Aquel certamen de 2011 disputado en Auckland lo tuvo a Tonga en el último lugar del Grupo B, con cuatro caídas en igual cantidad de presentaci­ones. Los tonganos apenas marcaron dos goles y recibieron 46, entre ellos un apabullant­e 17-0 contra Nueva Caledonia. “Recuerdo bien ese torneo, los chicos se vieron sacudidos por los resultados. Pero también estuvieron felices por competir ante selecciona­dos más fuertes”, añade Polovili.

En el sitio web de la Asociación de Fútbol de Tonga todavía puede verse un recuerdo de aquel evento en 2011, con las síntesis de cada uno de los encuentros, entre ellos la derrota 15-0 ante islas Salomón y una foto del pequeño Frizell, con un buzo con el Nº 1, en el arco del Trusts Stadium. Además, le siguen otras goleadas 8-0 frente a Tahití y 6-2 contra las islas Cook. En todos esos compromiso­s, Frizell fue el arquero titular. Sería su último torneo como jugador de fútbol, porque al año siguiente su cabeza comenzó a enfocarse en el rugby. En 2014, por ejemplo, representó a Tonga pero en el deporte que lo había adoptado: fue parte del Mundial de Rugby juvenil en Hong Kong.

El traslado a Nueva Zelanda

Al tiempo, Frizell entendió que para progresar debía trasladars­e a la tierra predominan­te. Y en Nueva Zelanda comenzó a través de un contrato de desarrollo en 2015 con la Unión de Rugby de Tasman. Su crecimient­o fue paulatino. Un par de temporadas en Tasman Mako, un equipo de la Mitre 10 Cup, lo catapultar­on al Súper Rugby. Este año, su nombre tomó mayor notoriedad cuando anotó tres tries en la victoria de los Highlander­s sobre los Blues.

El avance del tongano resultó permanente. Las lesiones de Liam Squire y Vaea Fifita le generaron a Steve Hansen algunas ausencias en la tercera línea y el entrenador comenzó a poner el ojo en Frizell. El estreno con los neozelande­ses para el jugador nacido el 11 de febrero de 1994 fue el 23 de junio de este año, en Dunedin, contra Francia. Aunque recién fue titular en su partido siguiente, justamente frente a los Pumas, en Nelson, en la victoria local por 46-24. Esa noche tuvo su mayor alegría en su incipiente carrera con los Hombres de Negro: cuando faltaban 7 minutos para el cierre, sacó una pelota de un ruck y anotó su primer try para Nueva Zelanda. “Es un gran atleta. En todos estos meses demostró que es lo suficiente­mente bueno como para estar en un equipo de esta magnitud y con este grupo de personas”, consideró Hansen.

Los genes, a veces, suelen ser más importante­s que los lugares donde un deportista se críe. Con una gran historia de vida detrás, marcada por el sacrificio y la esperanza, Frizell fue adoptado en Tonga cuando era pequeño –una práctica bastante usual en ese país– y creció separado de sus dos hermanos y sus padres biológicos, que se trasladaro­n a Australia. Tyson, dos años mayor que Shannon, es una estrella de la National Rugby League australian­a. Andrew y Sophia sonríen cada vez que les preguntan por sus hijos, que brillan lejos del país que los vio nacer.

Fortaleza mental para dominar sus emociones. Nadie podrá contarle a Frizell lo que es la batalla, el tesón, la lucha por los sueños. Él lo vivió en carne propia, alejado de su familia y con la personalid­ad necesaria para dar un golpe de timón pasando de un deporte a otro. Los goles en contra no lo frustraron y siempre miró hacia adelante. En Nueva Zelanda, dicen, no hay forma de impedir que Frizell vaya tan lejos como quiera.

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En 2011, como arquero de la selección sub 17 de Tonga
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Frizell, a los 24 años, como ala de los all Blacks: será su tercer partido

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