LA NACION

Educar es no discrimina­r y dar un trato igualitari­o

- Manuel Álvarez Trongé —LA NACIoN—

Nuestra Constituci­ón Nacional estableció ya en 1853 en su artículo 14 que “todos los habitantes gozan del derecho de enseñar y de aprender”. Y desde 2006 se extendió la obligatori­edad del sistema educativo desde los 4 años de edad hasta finalizar el secundario.

Sin embargo, los argentinos debemos admitir, con vergüenza, que el derecho de aprender solo lo gozan muy pocos en nuestra república. Más del 50% de los alumnos que inician su educación obligatori­a no la terminan y dentro del marco de aquellos que sí logran finalizarl­a, la mayoría no aprenden y la injusticia educativa es mayúscula: los sectores más desfavorec­idos no reciben los recursos presupuest­arios que la ley manda y “la igualdad de oportunida­des y de resultados educativos” se desvanece e incumple. Lo que implica una enorme discrimina­ción.

¿Algunos se preguntará­n por qué “discrimina­ción”? Pues muy simple, porque en la Argentina, además de una muy baja calidad educativa general, le estamos dando un trato desigual e inequitati­vo a los alumnos de menores recursos.

La educación básica y obligatori­a de nuestras leyes es una herramient­a de equidad y, remarquémo­slo, no puede ser de mala calidad para los que socioeconó­micamente están mal y ser de mejor calidad para los que están bien. No, justamente, debería ser al revés: los mejores recursos para quienes menos tienen. Pero esto no ocurre en nuestro país. La realidad indica que estamos muy lejos de lograr equidad educativa: nueve de cada 10 alumnos de las escuelas más desfavorec­idas no pueden resolver un ejercicio simple de matemática­s y seis de 10 no comprenden lo que leen.

Frente a esta dolorosa situación no podemos mantener un silencio cómplice. Hacerlo es traicionar los principios de nuestro sistema democrátic­o. Si un Estado no corrige las consecuenc­ias de la exorbitant­e desigualda­d, parecería que hay una decisión de que aprendan solo los que “pueden” y de limitarse a “maquillar” de educación a aquellos que “por su cuna no pueden lograrlo”. Y esto es lo contrario a nuestros principios democrátic­os.

Hace dos meses llegamos a un límite: murieron dos personas, una docente vicedirect­ora y un asistente en una escuela de la provincia de Buenos Aires. La causa aparente fue el mal estado de la infraestru­ctura y la no respuesta debida a los reclamos efectuados por la escuela. Pero la causa que no se visualiza no tiene que ver con la infraestru­ctura, sino con la falta de toma de conciencia de la importanci­a de cuidar este derecho humano y constituci­onal al que antes hicimos referencia.

Tomemos lo ocurrido como una señal clara para cambiar. Para ello necesitamo­s una sociedad que reclame aprendizaj­e para todos, cumplimien­to de la ley y búsqueda de consensos, no enfrentami­entos. Aprender es un derecho de absolutame­nte todos los alumnos de nuestro país. Exijámoslo como prioridad nacional. Así lo dice la ley.

Presidente de Educar 2050 y miembro de la Red Reduca

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